Ninguna entrega de premios de los Goya debe quedar sin disensión, pero pocas veces la división significa algo malo, sino lo contrario, es un signo de buena salud del cine español que debemos celebrar. Los 9 premios a ‘As Bestas’ de la edición de 2023 han sido bien aceptados por muchos, aunque hay facciones que insisten en que debería haber estado más repartido, a modo de distintos premios de consolación para otras películas que otros creen que merecían más.
Lo cierto es que si lo analizamos fríamente, los 9 Goyas de ‘As Bestas’ duelen a algunos por ser, en su mayoría, los verdaderamente importantes, pero si tenemos en cuenta que películas de cualidad televisiva como ‘Handía’ o ‘Akelarre’ llegaron a llevarse 10 y 5 bustos respectivamente, los 9 de la de Rodrigo Sorogoyen son incluso escasos dada la importancia de la obra en el contexto del cine Español. No son tantas las veces la Academia ha hecho tanta justicia con el premio a la mejor película.
‘Celda 2011’, ‘La isla mínima’ o ‘Tarde para la ira’ son películas que han conseguido conectar con la cultura popular y trascender más allá de que el reconocimiento sea justo, como lo fue el de ‘Las niñas’ o ‘Dolor y Gloria’, y en el caso de ‘As Bestas’ se convierte en un híbrido perfecto de ese caso. El reconocimiento es muy unánime en la crítica y se confirmó con el público, por lo que es un movimiento muy lógico que los galardones remen a favor de la certeza: ‘As Bestas’ es la película española del año y por muy alto que esté el nivel, no certificarlo desde la Academia sería un error.
‘Cinco Lobitos’ es una sorpresa, pero no es una obra de madurez. ‘La maternal’ sigue una tendencia en ascenso de Pilar Palomero, pero sufre del mismo “síndrome de la segunda película tras el Goya” que vivieron León de Aranoa, Achero Mañas o Pablo Berger, no solo que resulte más difícil ganarlo cuando tienes uno reciente, sino que se nota que tu siguiente trabajo palidece en comparación al más recordado. Más complejo es el caso de ‘Modelo 77’, una muy buena película de Alberto Rodríguez, que sigue su tendencia a cine sólido y fascinante, pero no cambia mucho su patrón.
Los problemas de la España vacía frente a los de propietarios
A pesar de que ha sido compensada en categorías menores, algunas en las que tampoco era la mejor, como el apartado de efectos especiales, la película trae el recuerdo cercano de ‘Celda 211’, y aunque tiene suficiente distancia con aquella, la redundancia no suele estar bien valorada. Para muchos la gran competidora era ‘Alcarrás’ de Carla Simón, también un pequeño fenómeno de taquilla, pero separada por más de un millón de euros de la de Sorogoyen, con la que, además, comparte un tema común y actual, la participación de las grandes eléctricas en la “gentrificación tecnológica” del campo.
Independientemente de que ‘Alcarrás’ sea o no un buen drama familiar tratado casi como un documental, que sus imágenes sean sinceras o fruto de la mirada curiosa de alguien muy ajeno al mundo que trata de retratar, el dilema que plantea es tremendamente maniqueo e incluso cuestionable. Está muy bien reivindicar a los pequeños productores, pero la villanización de la energía renovable, como si no fuera un “mal” necesario para la sostenibilidad, mucho más respetuoso con la tierra que un regadío y la explotación del suelo, es muy pobre y alejada de una realidad mucho más compleja.
Sin embargo, ese mismo dilema en ‘As Bestas’, donde ya para empezar está ubicada en una tierra abandonada por los gobiernos, descastada y mucho más pobre, sin recursos o alternativas, se trata con otra óptica. Aquí no hay alternativa al cultivo, como el mantenimiento de las placas solares, al alcance de la población local, lo que la diferencia de la eólica, que requiere una formación mucho más específica. Con lo que la opción para los que quedan en Satoalla es de tomarlo o dejarlo, un factor que añade dimensión a su relato de crónica negra.
Conflictos rurales con dimensiones en escala de gris
En ‘As bestas’ se trata un caso concreto, pero explica una problemática más grande, utiliza un crimen real para desenredar un dilema en el que entran en juego muchos factores. Un matrimonio extranjero que quiere cultivar y cuidar la tierra y una familia local que considera ese destino como una condena, porque están hartos de un abandono que les obliga a escapar, pero al menos con una compensación a la que no pueden acceder por culpa de dos personas que ni siquiera son de la zona. El guion de Isa Peña y Sorogoyen dibuja un status quo lleno de matices.
Con la voz de Luís Zahera, es difícil no encontrar un villano perfecto, un hombre que tiene aterrorizado incluso a sus compañeros de dominó, que no representa, como se ha dicho, al mundo rural y su población retrógrada, sino cómo en las zonas más olvidadas es más fácil que las personas manipuladoras y mezquinas implanten su fuerza a través del miedo. Sin embargo, la película logra que poco a poco vayamos comprendiendo su situación, hasta llegar a un monólogo en el bar en el que caemos de la ilusión ¿y si realmente son ellos quienes tienen razón?
La figura de las eléctricas sigue sin verse de forma positiva, algo que requería un buen estudio de cómo beneficia o no en una zona a largo plazo la transformación con estudios de evaluación ambiental aprobados por especialistas, o la conveniencia de ignorar que ambas situaciones pueden darse al mismo tiempo, pero al menos ‘As Bestas’ no es reduccionista o infantil al tratar la complejidad del dilema, con aristas de personajes que representan muy distintas posiciones a su alrededor que el espectador puede comprender sin que le manipulen.
Un thriller negro, con vías de reflexión bien camufladas
Sorogoyen y Peña usan un híbrido de thriller y neowestern con tensión, buenos diálogos y un uso clave de la banda sonora, pasando del spanish gothic heredado de ‘Furtivos’ o ‘Los Santos Inocentes’ a tratar la actualidad de la España vaciada, las difíciles soluciones de lo rural que en otros territorios no son tanto problema, a lo sumo de cambiar tradiciones y modos de vida no necesariamente beneficiosos para esa tierra que tanto parecen defender. Aquí hay mucha más verdad y conciencia en sus imágenes, llenas de poder y significado en nuevos visionados.
Otro de los dilemas que plantea la victoria de ‘As Bestas’ es la falta de reconocimiento de películas dirigidas por mujeres, ya que este año había tres nominadas, frente a las dos que dirigen los hombres, un tema peliagudo de mezclar representación con los resultados en pantalla, pero cuyas denuncias en este caso esconden también un desprecio algo sibilino a Isa Peña, premiada justamente también aquí por su trabajo en el guion, tan importante como el de Sorogoyen, y que deja su huella con un protagonismo de las mujeres del campo que se adueñan de la película en su último acto.
Y es el segundo Goya para Sorogoyen, sí, pero es que estamos dudando que se reconozca a uno de los directores más internacionales y constantes de nuestro cine. Alguien detrás de ‘Antidisturbios’ y que no contaba con ningún Goya a mejor película en su filmografía da para estudio. En el caso de ‘Que Dios nos perdone’, en la que ganó ‘Tarde para la ira’, es comprensible, pero en el caso de ‘El reino’ fue superada por… ‘Campeones’ el tiempo ha dictado sentencia. Se pueden poner excusas, alegaciones y discrepancias, pero que ‘As Bestas’ no hubiera ganado este año sería, sencillamente, ridículo.
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