En 1973, España ganó en los Emmy Internacionales (concretamente, en la categoría de Artes Populares) con 'La cabina', la obra maestra de Antonio Mercero. Durante años, el mediometraje se convirtió en un hito de nuestra historia audiovisual, uno de esos monumentos intocables que demostraban que en nuestro país, si nos poníamos, podíamos hacer televisión teniendo la cabeza bien alta. Han pasado cinco décadas y, en el mejor momento internacional de la historia de la televisión patria, ayer nos llevamos dos Emmys para casa. Casi nada.
Mi mamá me Emmyma
A lo largo de los años, y a pesar de que ha habido varias nominaciones sin premio ('El fin de la comedia', 'Ciega a citas', 'Cuéntame cómo pasó', 'Patria') tan solo otras dos producciones habían igualado el éxito de 'La Cabina': 'La casa de papel', mejor serie de drama en 2018, y 'Pulseras rojas', mejor serie infantil en 2014. Este año España contaba con otras tres nominaciones, y, aunque sus creadores avisaron de que conseguir llevarse el gato al agua iba a ser muy difícil, nos hemos llevado dos. Eso sí, quizá no sean las series que esperas.
Por un lado, el premio a mejor serie en formato corto ha sido para 'Punt de no retorn', de TV3, una serie documental de media hora que trata temas tan variados como la IA en Japón, la Argentina de Milei o la sociedad israelí tras el inicio del genocidio palestino.
Y por otro tenemos la estatuilla a mejor telenovela, que fue para 'La promesa', que después de casi 500 episodios sigue siendo uno de los buques insignia de la televisión pública y cuya calidad se ha visto reforzada por este premio. De hecho, si no hubiera ganado, aun había otra posibilidad para España, porque también estaba nominada 'Salón de té La Moderna'. A ver quién viene a decir ahora que en España no hay nivel.
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