La cinta de 1999 llamó la atención de los fanáticos del cine, y también de los amantes del arte
Las producciones cinematográficas de hoy en día están llenas de detalles que, a simple vista no identificamos y que, solo en un segundo vistazo, podemos comprender mejor, sin embargo, más allá de los easter eggs que se esconden a propósito, hay elementos sorpresa que incluso pasan desapercibidos para los propios directores y, en este caso, decoradores de set, como pasó en la cinta infantil 'Stuart Little' de 1999, donde parte del decorado era, en realidad, una obra de arte perdida por más de cien años.
La cinta nos cuenta la historia de la familia Little, quienes viven en la ciudad de Nueva York, compuesta por Frederick, Eleanor y su hijo George, los padres deciden adoptar un nuevo miembro de la familia, y para sorpresa de George, este resulta ser un pequeño ratón llamado Stuart.
En una de las escenas en donde la familia está reunida en uno de los salones de su casa, se puede ver una pintura colgada en la pared, una obra a la que, a simple vista, no muchos le dan importancia, sin embargo, los amantes del arte (que son por demás observadores) pudieron identificarla como una verdadera joya perdida.
La obra en cuestión es "Mujer dormida con florero negro", un retrato de la esposa del pintor húngaro Róbert Berény, una obra que se consideraba perdida desde la década de 1920, y que se creía, había sido destruida durante la Segunda Guerra Mundial.
Fueron casi 70 años después de que la obra fue terminada cuando, a vista de todo el mundo, apareció de forma inesperada en el set de la película 'Stuart Little' gracias al trabajo de una asistente de decoración que la había en una tienda de segunda mano, al considerarla perfecta para decorar el salón de la familia Little en la película.
De costar 40 dólares a romper récords en subasta
La historia de cómo la pintura terminó en Estados Unidos y en una tienda de antigüedades es todo un misterio, aunque se cree que pudo haber sido un emigrante judío que huyó de Europa a América, el que la pudo mover de continente.
Sin embargo, lo que si se sabe es que en primera instancia, fue subastada para la caridad por 40 dólares en San Diego a mediados de 1990, adquirida por el coleccionista Michael Hempstead, que después la vendió a una tienda de segunda mano en Pasadena, California, por 400 dólares, donde finalmente fue vendida de nuevo al escenógrafo de Sony Pictures por 500 dólares, mismo que compró la pintura al estudio de vuelta para colgarla en su casa.
Veinte años después, en 2009 el historiador de arte Gergely Barki miraba la película el día de Navidad acompañado de su hija, fue entonces que reconoció la pintura y, pensando que no podría tratarse de una imitación debido al poco conocido trabajo de Berény en América, se dispuso a contactar a los estudios para poder identificar si la pintura era, en realidad, una obra original.
Cincuenta correos electrónicos y dos años después, obtuvo respuesta del propietario de la pintura: el decorador que la compró para colgarla en su hogar, mismo que acordó con Barki un encuentro en un parque en Washington para mostrarle la obra, que llevó enrollada en un marco de metal que tuvieron que destornillar con un desarmador prestado de un vendedor de perros calientes para confirmar lo imposible: la pintura era auténtica.
Fue en 2014 cuando el decorador del set vendió la obra a un coleccionista, mismo que la puso a subasta con un precio estimado de 121.220 dólares, sin embargo, un coleccionista anónimo la compró por 285.700 dólares, un precio que se fijó debido a la gran historia que rodeó su origen y redescubrimiento, que le dan el título a esta obra de ser la más conocida del arte húngaro.
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