A la protesta de críticos y audiencias por lo mala que es (según dicen), ahora la Association of Flight Attendants (organización gremial que reúne a los sobrecargos y azafatas de Estados Unidos) ha llamado a un boicot contra Fightplan, el último filme protagonizado por Jodie Foster, por la forma en la que el oficio de sobrecargo aéreo es presentado en la película (son los malos de la historia).
El filme, que encabeza la taquilla estadounidense, cuenta las vicisitudes de una madre que pierde a su hija en un vuelo trasatlántico, en un enorme avión de espaciosos asientos (a juzgar por lo que he visto en el trailer), prueba irrefutable de que los guionistas no se han montado nunca en una de esas modernas latas de sardinas voladoras con la que se salta el charco hoy en día. ¿O acaso ese avión se lo han inventado? Según alega un representante de la Association of Flight Attendants:
Los sobrecargos aéreos siguen estando en el primer lugar de la línea de defensa en un avión, dispuestos a dar la vida, todos los días, por la seguridad de los pasajeros. No se trata de una caracterización veraz del oficio.
Y es que en el mundo real, según parecen argumentar los representantes de la organización gremial, no existen aeromozas antipáticas y amargadas, que si fuera por ellas, con gusto te lanzarían del avión —en pleno vuelo— cuando les pides algo.
(Si, estoy siendo sarcástico).
Yo sé que no debe ser nada divertido tener que pasarse todo el día empujando un carrito avión arriba, avión abajo, por un estrecho pasillo, sirviendo comestibles, paseándole el trasero por la cara a cientos de malhumorados y desagradecidos pasajeros —por los que, para colmo, tienes que dar tu vida en un caso de emergencia—, a 10 mil pies de altitud y a velocidad crucero.
Pero por otro lado, también hay peores trabajos.