Mira que me está gustando 'La casa del dragón', pero de vez en cuando no puedo evitar enfadarme con el comportamiento de algún que otro personaje. Si habéis visto el último episodio, podéis imaginar que me refiero a Ser Criston, el guarda personal de Rhaenyra, encarnado por Fabien Frankel.
Por supuesto, aquí tenemos spoilers del quinto episodio de 'La casa del dragón'.
Un pez fuera de agua que comete estupideces
Y es que si echábamos de menos un personaje tan odioso como el Joffrey Baratheon de 'Juego de Tronos'; alguien al que odiar en esta nueva toma de Poniente, Ser Criston Cole es un claro candidato: bajo su apariencia de caballero blanco, guapo y gentil se esconde una personalidad algo egoísta y de decisiones que no nos gustan.
Esto, en realidad, podría describir al noventa por ciento de los personajes de la franquicia, no en vano así está de diseñado Poniente. Aquí creo que la diferencia es que, además de eso, es lo suficientemente "inocentón" (o se lo hace) y poco espabilado como para no entender cómo funciona el mundo que le rodea.
Si bien en los primeros episodios veíamos a Ser Criston como ese arquetipo de caballero perfecto, es a partir de los sucesos del cuarto episodio (concretamente el acostarse con Rhaenyra) cuando empezamos a rascar en cómo es realmente. Y no mola, porque una cosa es que seas "un pez fuera del agua" y otra cosa es creer que vives en Tierra Media en vez de en Poniente.
Ya es en el quinto episodio donde se sucede una serie de circunstancias en las que Criston no sale, para nada, bien parado. Por un lado la conversación en la que Rhaenyra le ofrece un trato bastante interesante: seguir con ella en palacio de manera oficial y seguir siendo amantes después de la boda con Laenor.
Una mala respuesta en dos planos: el primero, el político. En Poniente no rechazas algo así. El segundo, si lo rechazas que sea más por poco espabile que por puro orgullo de machito... o al menos que no se muestre con un "¿quieres que sea tu puto?". Algo que remata con la propuesta de que ella lo deje todo y se vayan al otro lado del mar a vivir juntos... como si no hubiera pillado de qué va la cosa (o no conociera a la princesa).
La catástrofe
Ahí se va plantando una semilla de celos que se mezcla con su propia noción de que, como hombre, es él quien debe estar a cargo. Además, está su sentimiento de culpa, no tanto por "quitar" la doncellez de la princesa sino por su propio voto de castidad, lo que le lleva a confesar su pecado a Alicent.
Con toda esta mezcla en su interior llegamos al acto final del episodio donde el personaje estalla y comete sin una provocación flagrante la mayor estupidez. Minutos después de que Joffrey (Solly McLeod) le confesara que es el amante de Laenor y que sabía que él y Rhaenyra también lo eran, Criston le apaliza hasta la muerte.
Un trágico (e impactante) final para el personaje que bien podría considerarse un delito de odio por homofobia pero que, en realidad, es una muestra de lo caprichoso, intolerante, ególatra e impulsivamente estúpido que es Ser Criston. Y esto es solo el principio.
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