El enésimo toque de atención, el quincuagésimo choque entre la industria y sus observadores (aficionados o no) ha llegado, como siempre pasa con los terremotos, del lugar más insospechado. En este caso, una película que estaba más o menos condenada a pasar desapercibida, el drama gangsteril 'Gotti', en el que John Travolta encarna al mafioso del título (John Gotti, un gángster italoamericano, capo de la familia Gambino en Nueva York, a la que llegó a convertir en el sindicato del crimen más poderoso del mundo).
'Gotti' lleva siete años en un auténtico infierno de producción que se traduce en un equipo kilométrico: cuatro directores, 44 productores y gran cantidad de conflictos internos en la distribución, con Lionsgate (por ejemplo) retirándola de su calendario de estrenos diez días antes de la fecha prevista. De hecho, ya la cosa era eminentemente gottiana desde su propio arranque, cuando el hijo del Gotti auténtico le quitó el proyecto a Sylvester Stallone para cedérselo a un colega, Marc Fiore, prácticamente sin experiencia en la industria como productor.
De algún modo Fiore consiguió embarcar a Travolta y a partir de ahí comenzó un baile de directores en el que estuvieron implicados directores de primera línea como Nick Cassavetes, Barry Levinson, Joe Johnson y, finalmente, Kevin Connolly ('Entourage'). Se habló de Al Pacino, Lindsay Lohan y Joe Pesci, todos finalmente sustituidos (en el caso de Pesci, con demandas de por medio). La película coleó durante años, con remontajes y un estreno, finalmente, este año en Cannes.
'Gotti' no pintaba bien, y la crítica pareció confirmarlo con sus primeras y demoledoras críticas. Un vistazo trápido al trailer puede hacer pensar en una película de gángsters más. Al parecer va mucho más allá: 'The New York Times' afirmaba que "que el drama criminal de larga gestación 'Gotti' sea un triste desastre no es una sorpresa. Lo que impacta es hasta qué punto es polifacético ese triste desastre". La crítica se cebó con el ritmo, el guión, las interpretaciones. Resultado: un espectacular 0% en Rotten Tomatoes.
No es la primera vez que Travolta se enfrenta a esta situación. Posiblemente es la estrella de Hollywood de una envergadura semejante que tiene más películas con un 0% en el popular agregador de reviews: también han recibido la nota mínima '¡Mira quién habla ahora!' y 'Staying Alive'. Y 'Campo de batalla: La Tierra' se quedó peligrosamente cerca, con un 3%. Pero Gotti ha supuesto un punto y aparte, debido a la reacción de sus responsables a la nefasta nota, y la sospecha de juego sucio por su parte en pleno control de daños.
'Rotten Tomatoes' da dos puntuaciones a las películas: una es una media de las críticas de decenas, a veces centenares de medios. Ese es el tanto por ciento de donde se extrae la famosa etiqueta de "Rotten" o "Fresh". Otra es una nota, a menudo muy pareja a la anterior, que procede de los votos de los usuarios registrados de la web. Pero no era el caso de Gotti, con una votación de usuarios inusualmente alta (y poco habitual en una película con un 0%). Los productores incluso empezaron a usarlo como herramienta de marketing.
Audiences loved Gotti but critics don’t want you to see it… The question is why??? Trust the people and see it for yourself! pic.twitter.com/K6a9jAO4UH
— Gotti Film (@Gotti_Film) 19 de junio de 2018
Sin embargo, es precisamente ese contraste del que chulean los productores (el hilo completo donde publicaron ese spot es todo un poema, lleno de reactions con gifs bordes propios de adolescentes malcriados) el que llamó la atención de gente como el crítico de 'Screen Junkies' Dan Murrell, que desde su cuenta de Twitter veía incoherente no ya el desequilibrio entre ambas notas, sino la elevadísima cantidad de usuarios que habían votado a favor de la película. Y compara el caso con películas como 'Los Increíbles 2' o 'Ocean's 8', abrumadoramente más populares en taquilla pero con prácticamente los mismos votos de usuarios particulares.
I'm also covering this on today's Charting, but I think this is really interesting (THREAD). Here's the head of marketing for Gotti defending the movie by citing its high user rating on Rotten Tomatoes. He's right - the rating is very high. But it's a very suspicious number. pic.twitter.com/bYElktvJfK
— Dan Murrell (@MurrellDan) 19 de junio de 2018
Llegados a este punto, el juego sucio por parte de la productora parece altamente probable, y eso que ya se han equilibrado parcialmente las puntuaciones: el inaudito 78% cuando lo descubrió Murrell ha descendido a un 58%. Después del exabrupto inicial, la película se confirma como un fracaso en taquilla y esa falsa narrativa que se intenta imponer desde la productora de "no gusta a la crítica, es para el público" se delata a sí misma como otro slogan más, sin demasiada base real.
El problema de Rotten Tomatoes
'Gotti' ha quedado relegada, finalmente, a la categoría de anécdota, pero la polémica ha servido para volver a poner sobre la mesa el significado y la función de Rotten Tomatoes, el más popular de los agregadores de críticas. Y sus peligros (incluso los generados artificialmente, como pretendían los productores de 'Gotti'), que desde febrero de 2016 se han visto incrementados exponencialmente cuando el agregador fue adquirido por Fandango, un gigante estadounidense de la venta online anticipada de entradas de cine propiedad de Universal.
A partir de ese momento, Rotten Tomatoes incluyó, junto a cada película, una ventana para acceder a la adquisición de entradas de proyecciones en todo el país. Parece un cambio sin importancia, pero condiciona a los lectores: en buena parte, según piensan los ejecutivos desde entonces, los usuarios entran a Rotten Tomatoes sin tener claro qué película ver, y deciden sobre la marcha en función del porcentaje que ha recibido la película.
Es lo que hizo que hace un par de años, la temporada de blockbusters veraniegos fuera especialmente reveladora: 'Cuatro fantásticos', 'Magic Mike XXL', Terminator: Genisys y 'Operación U.N.C.L.E.' decepcionaron en taquilla con menos recaudación de la prevista, como respuesta a las bajísimas puntuaciones en Rotten Tomatoes. Y por otra parte, 'Jurassic World', 'Straight Outta Compton', 'Mission: Impossible – Nación secreta' y 'Fast & Furious 7' ingresaron más de lo que esperaban, debido justo al efecto contrario.
Es decir: debido a la compra de Fandango, el impacto de Rotten Tomatoes se multiplicó, pero su problema siguió bien a la vista, y procede de la propia forma en que calcula el porcentaje con el que califica cada película. Hay unos 3.000 críticos cuya opinión se tiene en cuenta (aunque no todos critican cada película: normalmente la puntuación de cada película se deriva de unos cuantos cientos de críticas), y que pertenecen al agregador por una serie de criterios más o menos sensatos, entre los que está haber publicado un mínimo de textos sobre cine en publicaciones reconocidas.
Pero Rotten Tomatoes se ajusta a un sistema binario de puntuación: básicamente, los editores de la web cogen una crítica y deciden si el crítico la ha puntuado con un "Rotten" o "Fresh" (los pulgares abajo o arriba de toda la vida). Si la crítica incluye puntuación de tres a cinco estrellas o de 60% a 100% es "fresh". Si no la incluye, decide el editor según el texto (y si se equivoca, el crítico puede contactar y modificarlo). La carencia es obvia: el porcentaje se construye a partir de un sistema que entiende de la misma manera un "psé, está bien" que un "obra maestra". Por eso hay casos como los de 'Gotti' y su llamativo 0%: posiblemente, a muchos de sus críticos les parecería sencillamente una película mediocre tirando a mala, no un absoluto descalabro.
Se suman entonces dos factores: por una parte, cada vez más espectadores (sobre todo en Estados Unidos) usan Rotten Tomatoes como una forma activa de decidir qué ir a ver. Por otro, su propia naturaleza binaria hace que la imprecisión en sus puntuaciones sea total (en un reciente sondeo de IndieWire a algunos críticos de distintos medios todos parecieron coincidir en su clara falta de fiabilidad), y se beneficia de que muchos usuarios lo desconocen.
Ben Carlson, de la empresa de estudios de social media Fizziology lo resumía así para Hollywood Reporter en el verano de 2017, en el que se desató el pánico por la bajísima puntuación de 'Emoji: La película' (y cuya extraordinaria recaudación final demostró que, quizás, los estudios estaban gritando que venía el lobo antes de verle los dientes):
Las cosas han ido en aumento este verano. Vemos a segmentos enteros de público hablando de una película durante meses y, de repente, la conversación desaparece cuando llega la puntuación de Rotten Tomatoes. La gente está usando la puntuación como un método de sí o no. Hollywwod siempre ha hablado de películas que eran "a prueba de críticas". Pero puede que no sean "a prueba de Rotten Tomatoes"
Sin embargo, y volvemos al Gotti-gate, los estudios están reaccionando contra las puntuaciones bajas de Rotten Tomatoes: una de las soluciones es retrasar los pases de prensa y acercarlos lo más posible a las fechas de estreno, o exigir la firma de embargos más agresivos. Una solución que grandes compañías como Disney tienen por costumbre para evitar filtraciones en Internet, y que siempre se ha practicado con películas cuya gestación ha sido conflictiva. Pero el elemento Rotten Tomatoes está acentuando la práctica.
Metacritic: el Rotten Tomatoes de los videojuegos
La problemática de los agregadores como condicionadores de la opinión del público se lleva viviendo incluso desde hace más tiempo en el terreno de los videojuegos, donde Metacritic reina desde el año 2001. Muchos críticos han puesto en duda desde entonces la necesidad de un agregador, que en la industria del videojuego se acentúa especialmente, debido a las características peculiares del público y la industria.
Numerosos estudios han detallado cómo la nota de Metacritic impacta de forma desproporcionada en las ventas de videojuegos. En este estudio publicado en Eludamos se detallaba, de hecho, la opinión de ejecutivos de Activision que afirmaban que una subida de solo un 5% por encima del 80% en la puntuación de un juego puede llegar a doblar sus ventas. Una percepción que ha llegado a condicionar a la industria hasta el punto de que algunos estudios reciben bonus por parte de las productoras si superan determinada puntuación en Metacritic.
No me gustaría terminar sin una levísima apreciación personal: hay un motivo por el que la mayoría de los críticos odiamos las puntuaciones, las estrellitas y los porcentajes. Es una forma de reducir a algo cuantificable una opinión personal que tiene múltiples matices: las películas no son simplemente buenas o malas. O sí, pero hay decenas de matices que calibran esos dos extremos. Rotten Tomatoes lleva esa forma perezosa y simplista de ver la cultura (y la crítica cultural) al extremo, reduciéndolo todo a una división binaria. Por supuesto que es cómodo. Por supuesto que es inmediato, pero... ¿por qué renunciar a una visión con millones de colores por muy confortable que sea el blanco y negro?
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