Por qué 'Misión: Imposible' es la mejor saga de acción de los últimos tiempos

La explotación de las más diversas licencias en el medio cinematográfico no es algo que se remonte a sagas recientes como 'Transformers', 'Fast & Furious', 'Harry Potter' o, por supuesto, la del aparentemente inagotable Universo Cinematográfico de Marvel; y como muestra ahí están héroes como el eterno James Bond, que lleva ya la friolera de 56 años y 24 filmes —oficiales— al pie del cañón.

No obstante —y esto es algo que no está reñido en absoluto con sus resultados en taquilla—, las franquicias fílmicas suelen manifestar tarde o temprano un gran problema; y ese es el agotamiento eventual de unas fórmulas estéticas, narrativas y conceptuales cuya repetición a través de múltiples secuelas termina estancando estas producciones en la rutina más ajada y falta de frescor.

Entre la infinidad de sagas que intentan combatir este deterioro progresivo con recursos como la hoy tan recurrente nostalgia, los reboots o las reinvenciones transgénero, existe una que se muestra como una gran y grata anomalía, y esa es la fantástica 'Misión: Imposible'. Una ya "exalogía" cuya sexta y última entrega ha vuelto a demostrar que las aventuras de Ethan Hunt en la gran pantalla parecen no tener fecha de caducidad, reafirmándolas como la mejor saga de acción de los últimos tiempos.

Manteniendo la esencia sin olvidar al autor

Una de las grandes claves que continúa haciendo de 'Misión: Imposible' una franquicia prácticamente imperecedera 22 años después del estreno de la cinta original dirigida por Brian de Palma es su inteligente equilibrio entre el respeto hacia el modelo original que hizo grande a la cinta de 1996 y la permisividad a la hora de dar la suficiente libertad creativa a sus directores para que injerten su código genético en sus obras sin desvirtuar la marca.

Esto es algo que, además de cautivar al seguidor habitual con todas las señas de identidad propias de 'Misión: Imposible' como los juegos de máscaras, las set-pieces de diseño o sus guiones enrevesados y rebosantes de engaño, traición y dobles juegos, permite insuflar un mínimo de innovación que hace a cada nueva continuación única a su manera.

Haciendo un breve repaso a través de los seis largometrajes que han relatado el periplo de Ethan Hunt hasta la fecha puede percibirse a la perfección esta suerte de "renovación continuista" que ha llevado a la saga del thriller de espionaje más puro y añejo de Brian de Palma, en el que la práctica totalidad del peso recaía sobre su trama argumental, al espectáculo de acción quintaesencial y autoconsciente firmado por Christopher McQuarrie en 'Nación secreta' y 'Fallout'.

Junto a los directores mencionados, es imposible olvidar el desquiciado —y siempre reivindicable a pesar de sus disparates— show marca de la casa John Woo de 'Misión: Imposible 2', la aproximación a la licencia de un J.J. Abrams que aplicó su experiencia en la catódica 'Alias' en la más que disfrutable 'Misión: Imposible 3' y, por supuesto, la labor de un Brad Bird que, además de dar una lección de dirección, marcó un antes y un después en cuanto a tono se refiere con esa joya subtitulada 'Protocolo fantasma'.

No es país para CGI

Aunque, por encima de autores, vueltas de tuerca y tradición, donde 'Misión: Imposible' termina de desmarcarse por completo de sus competidoras de los últimos años es en su tratamiento de las secuencias de acción. Unas set-pieces que siempre han tenido una importancia capital, pero que tomaron un nuevo rumbo tras la aportación de Brad Bird en 'Protocolo fantasma'; producción en la que inició el crescendo en los niveles de destrucción y espectacularidad de la franquicia.

Para el recuerdo quedan pasajes como el descenso a la cámara ultraprotegida de la primera entrega, la alucinante emboscada en el puente de 'Misión: Imposible 3', la persecución aérea de 'Fallout' o, por supuesto, la inigualable —y aún insuperable— escalada al hotel Burj Khalifa de 'Protocolo fantasma'. Cuatro ejemplos que evidencian una superioridad dentro del género marcada no sólo por el diseño, sino por la ejecución.

Y es que las set-pieces de 'Misión: Imposible', imaginativas y perfectamente ideadas, encuentran su mejor acierto en la practicalidad de sus efectos y en el modo en que relegan el anecdótico uso del CGI a un segundo término; poniéndolo al servicio de la acción más artesana en la que los verdaderos protagonistas son los especialistas, y que transmite una sensación de verosimilitud y realismo en la que radica el secreto para desencajar mandíbulas.

Si echamos la vista tres años atrás hasta el estreno de la gloriosa 'Mad Max: Furia en la carretera', todos recordaremos la cantidad de merecidos elogios vertidos hacia lo tangible de sus efectos especiales y al impacto que ver explosiones reales, metal retorciéndose y cuerpos volando por todas partes —y no representaciones digitales de estos mismos elementos— tiene sobre el espectador y su modo de asimilar la acción.

Esto mismo se aplica a 'Misión: Imposible'; saga consciente de que uno de los recursos clave para mantener viva la llama es llevar el "más difícil todavía" como estandarte y rizar el rizo secuela a secuela, subiendo las apuestas y dando forma a unas secuencias más arriesgadas y sofisticadas con las que cortar la respiración a un respetable consciente de la realidad que esconden las mismas y que le invitan a reír nerviosamente como reacción a la incredulidad.

El efecto Cruise

Por supuesto, nada de lo expuesto anteriormente tendría el mismo efecto sin la presencia de un Tom Cruise que representa a la franquicia por encima de cualquier otro productor o director y que se deja la piel —casi literalmente— a cada nueva entrega que se filma; demostrando ampliamente su profesionalidad e impregnando el metraje de un carisma innato sin el que 'Misión: Imposible' no sería lo mismo.

Pero la labor de este adicto a la adrenalina de 56 años no se limita a enamorar al respetable con su sonrisa y desbordar las taquillas con el reclamo de su rostro en un cartel. El intérprete neoyorquino destaca por actuar como el mejor efecto especial que podría pedirse en una producción de este corte, protagonizando él mismo sus escenas de riesgo; enriqueciendo el espectáculo y añadiendo un extra de morbo al visionado de las mismas que bien merece la compra de una entrada.

Cruise, emblema indiscutible de 'Misión: Imposible', se involucra hasta en el más mínimo detalle de la producción, supervisando los stunts y liderando unos rodajes tan complejos como ambiciosos que llevan desde 1996 regalándonos el mejor cine de acción y espionaje que podríamos pedir; incitándonos a clamar por una séptima parte sin ese miedo al desastre casi siempre presente cuando hablamos de cualquier otra de la infinidad de franquicias que inundan el panorama cinematográfico actual.

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