Si estáis navegando entre las noticias, los artículos y las reseñas que publicamos en esta santa casa que es Espinof, es muy probable que, más allá de saber disfrutar de una buena película o serie de televisión, tenéis un interés particular en el medio y la industria, y en los debates que pueden generar. Incluso, es posible que os estéis planteando dar el salto, dejar la butaca de espectador y probar suerte detrás de las cámaras.
Si este es vuestro caso, os gustaría dar forma a un cortometraje —¡o largo!— de ficción o documental, y no sabéis muy bien por dónde empezar en lo que respecta a las herramientas necesarias, a continuación os traigo una suerte de guía, sin entrar demasiado en especificaciones técnicas, con diferentes opciones asequibles —por debajo de los 2000€—, nivel "usuario", y recomendaciones —siempre desde mi perspectiva personal— para comenzar a abordar la parte técnica y visual del oficio. El componente artístico ya es cosa vuestra.
Cámaras
Lo que voy a decir a continuación puede resultar contradictorio, pero la cámara, pese a ser estrictamente necesaria para poder rodar —o grabar, que estamos hablando de vídeo— nuestros proyectos, es, probablemente, el elemento menos determinante para conseguir resultados decentes —la calidad de los objetivos y, sobre todo, de la iluminación, son primordiales—.
En un mundo en el que la sobreinformación sobre megapíxeles, códecs, rangos dinámicos, sistemas de compresión, sensores y resoluciones centra la inmensa mayoría de la conversación en torno al tema, es comprensible que tener la última cámara del mercado parezca algo indispensable, pero nada más lejos de la realidad. La mejor cámara, al final del día, es la que tengas a mano, y eso empieza por el teléfono móvil.
Teléfonos móviles
Probablemente tengas uno en el bolsillo o sobre la mesa en este momento; de hecho, es posible que estes leyendo ahora mismo estas líneas en su pantalla. Si ese es el caso y no quieres desembolsar una cantidad de dinero extra, tu teléfono móvil es tu cámara de confianza: es ligero, lo puedes colocar en cualquier sitio y lograr encuadres imposibles y, lo que es más importante, ya está en tu poder.
Con el paso de los años, las cámaras de los teléfonos han pasado de ser un simple añadido a convertirse en uno de los principales reclamos comerciales de las diferentes marcas, que han volcado millones de dólares en desarrollo y campañas de promoción centradas en las capacidades audiovisuales de sus dispositivos. Los resultados, haciendo honor a la verdad, son sorprendentes. Sobre todo, en el caso de los móviles con mejor cámara.
No hace falta irse al iPhone 11 Pro y sus tres lentes para poder grabar un cortometraje de calidad; cualquier dispositivo con unos cuantos años a sus espaldas puede hacer el servicio. Además, las limitaciones en el control de exposición, obturación, framerates o enfoque, pueden paliarse con la aplicación Filmic Pro, cargada de herramientas muy útiles para transformar nuestro teléfono en una cámara más que solvente.
Nuevo Apple iPhone SE (64 GB) - en Blanco
No necesitamos más que acudir a 'Tangerine' de Sean Baker y 'Perturbada' de Steven Soderbergh para ver que ese mito de que se puede rodar un largometraje con un móvil —a pelo, sin trampas ni rigs mastodónticos— es mucho más real de lo que cabría esperar.
Cámaras compactas
El siguiente paso en la escala nos lleva directos al territorio de las cámaras compactas —también conocidas como point and shoot—. Durante los últimos años, los smartphones han ido comiendo terreno progresivamente a este tipo de dispositivos, fomentando que los diferentes fabricantes se hayan puesto las pilas para hipervitaminarlas hasta límites insospechados.
Las cámaras compactas suelen tener un tamaño muy reducido, una lente con distancia focal variable —un zoom de toda la vida, vamos—, un manejo sencillo e intuitivo y, por norma general, sensores de 1 pulgada —lo cual influye entre otras cosas, en sus capacidades para trabajar en condiciones de luz baja o en la profundidad de campo, pero no vabmos a ponernos muy técnicos—.
Pese a que puedan parecer cámaras muy sencillas, algunos de los modelos de gama superior tienen prestaciones y resultados que no tienen nada que envidiar a sus hermanas mayores, como es el caso de la serie G7X de Canon, cuyo Mark II continúa siendo referencia para muchos creadores de contenido online, llegando a igualar la calidad de imagen de cámaras populares como la DSLR Canon 80D.
Canon PowerShot G7 X Mark II 20.1MP 1" CMOS 5472 x 3648 Pixeles Cámara digital, Negro
La G7X Mark II puede encontrarse ahora mismo por unos 550 euros en Amazon, y tiene prestaciones como un filtro ND integrado o estabilización de imagen digital que la convierten en una opción a tener muy en cuenta. Por supuesto, la G7X Mark III, más reciente, ha subido la apuesta con grabación 4K, un mayor rango de ISO y, lo que es más importante, una entrada para micrófono jack. No obstante, si vuestra intención es compartir creaciones online, la diferencia de resolución entre ambas cámaras no compensa los casi 300€ extra.
Llevo muchos años siendo usuario de Canon y estoy muy acostumbrado a su ecosistema y el flujo de trabajo con sus menús, pero la otra gran casa de referencia, Sony, tiene una serie de point and shoot envidiables. Ahí están modelos como la RX100 VII con su brutal calidad de imagen, su fiable enfoque automático —al nivel del preciso dual pixel autofocus de Canon—, su opción de grabar a 1000fps... y su desorbitado precio entre los 1200 o 1300 euros. No obstante, modelos anteriores como la RX100 V, actualmente a un precio similar al de la G7X Mark III, continúan siendo opciones excelentes.
Sony DSCRX100M5A - Cámara Compacta, 20.1 MP, AF Híbrido de 0.05 s, 24 fps, Vídeo 4 K, Sensor CMO, Cámara Superlenta con 960 fps, Lente Zeiss, Color Negro
Este mismo mes sale a la venta la nueva apuesta de Sony para el mercado compacto; una ZV-1 que apunta al sector vlogger, y que incorpora un micrófono direccional, 4K y pantalla abatible lateral —no vertical—. Por sus 800€ podría ser una alternativa muy a tener en cuenta; habrá que ponerle las manos encima para ver qué ofrece.
Mirrorless y DSLR
Dejemos atrás la sencillez de las point and shoot y pongámonos algo más serios, zambulléndonos en las turbulentas aguas de las cámaras DSLR y las mirrorless. Los cuerpos y sensores más grandes, las prestaciones superiores y, lo que es mas importante, las ópticas intercambiables son los prinicpales factores que convierten este tipo de cámaras en las ideales para neófitos —y no tan neófitos— en el terreno audiovisual.
Después de años dando muchísimo uso a mi indestructible Canon 80D —que aún sigue dando guerra—, mi primera recomendación es su sucesora natural: la Canon 90D. Con esta nueva DSLR entry level, la compañía japonesa ha elevado el nivel inesperadamente, incluyendo en su línea de sensores APS-C grabación a resolución 4K en 24fps y 60fps, estabilización digital de imagen y un modo 120fps a 1080p de resolución, pero sólo con enfoque manual. Una todoterreno con unas prestaciones muy decentes si tenemos en cuenta su precio de unos 1200 euros en Amazon —sólo el cuerpo—.
Canon EOS 90D - Cámara Réflex de 32.5 MP (Sensor APS-C, 45 Puntos AF, Disparos de 10fps, EOS Movie 4k+Full HD, Wi-fi, Bluetooth) Negro
A pesar de sus diferencias, podríamos catalogar la mirrorless Sony a6600 como la equivalente a la Canon 90D. Mientras ambas cámaras cuentan con sensores APS-C, grabación 4K, enfoques automáticos de gran fiabilidad y un rendimiento similar en condiciones parejas, la a6600 ofrece extras como la posibilidad de grabar utilizando curvas de gamma S-Log —que, simplificando, optimizan el rango dinámico para favorecer la corrección de color— o estabilización de imagen en cámara. Su cuerpo sale a 1600 euros en Casanova Foto.
Sony Alpha 6600, Cámara, 1, Multicolor
Como tercera opción, me veo en la obligación de incluir una de las cámaras que más me han sorprendido en los últimos años: la Fujifilm TX-3. Puede que su enfoque automático no esté a la altura de lo que ofrecen las tecnologías de Sony y Canon, pero su sensor APS-C brinda unas imágenes con un tratamiento del color y una calidad soberbias para un cuerpo —que, además, es minúsculo— valorado actualmente en unos 1200€.
Junto a esta última, no puedo dejar de recomendar encarecidamente la Panasonic Lumix GH5. Por un precio actual de 1400 euros en Amazon, la GH5 es una cámara que sí, puede tener un sensor Micro 4/3 —de tamaño inferior a los APSC-C— y un sistema de enfoque automático que deja bastante que desear, pero que brinda un número de funciones que continúan haciendo palidecer a sus homólogas de alta gama.
Resoluciones que llegan casi al 5K, modos anamórficos, la posibilidad de grabar con una compresión de 4:2:2 10 Bits y 400 megabytes por segundo, un fantástico sistema de estabilización de imagen... La GH5 es una auténtica bestia que, de ser combinada con un adaptador SpeedBooster —que reduce la distancia focal y aumenta la luminosidad, compensando algunas carencias del sensor de 4/3— se convierte en una de las mejores opciones que encontraréis en este artículo.
Cine a precio de saldo
Alejándonos radicalmente de opciones más "user friendly" como las mencionadas hasta el momento, aterrizamos de lleno en las cámaras "de cine" junto a los dos pequeños milagros que ha dado a luz recientemente la compañía Blackmagic Design: la Blackmagic Pocket Cinema Camera, tanto en sus versiones 4K como 6K.
La gran diferencia entre la BMPCC 4K y 6K, además de en la resolución de imagen máxima que figura en sus nombres radica en el tamaño de sus sensores, siendo el de la primera un Micro 4/3 y el de la segunda un sensor Super 35mm; siendo esta última compatible con lentes de montura EF de Canon —lo cual asegura una variedad inmensa—.
Poder contar con una cámara de cine por un precio de unos 1200€ para la versión 4K y unos 1800€ para la 6K es un auténtico sueño hecho realidad para muchos. Sobre todo cuando sus prestaciones incluyen la posibilidad de grabar en discos duros SSD, infinidad de formatos de compresión, resoluciones y framerates, grabación en RAW, carga de LUTs, un conector de audio XLR, un sistema de ISO nativa dual para exprimir al máximo la cámara en condiciones de poca luz...
Con todas estas maravillas, ¿dónde está la trampa? Además de que las Blackmagic no son cámaras tan intuitivas como las expuestas previamente y que requieren ciertos conocimientos —tranquilos, no llegan al nivel de una RED—, en que sólo con el cuerpo, un objetivo, una batería y una tarjeta SD, no basta para rodar en condiciones. Las BMPCC requieren de un rig que, entre otras cosas, ayude a suplir la corta vida de sus baterías —lo más recomendable es una batería de montura V, que no son demasiado baratas, que digamos— y permita la inclusión de periféricos como monitores y discos duros externos para hacer más fácil la vida del operador.
Por los precios mencionados, y aunque carezcan de enfoque automático durante la grabación y ningún tipo de estabilización de imagen, estas cámaras son auténticas golosinas para quienes pretendan tomarse un poco más enserio el tema. Ah, y encima traen incluida la versión completa del software de edición y corrección de color Davinci Resolve. Menos da una piedra.
La liga superior
Como habréis visto, la limitación de precio por debajo de los 2000€ que nos hemos impuesto ha limitado la selección, dejando fuera algunas de las cámaras más populares del mercado, empezando por la versión hipevitaminada de la Panasonic GH5, bautizada como GH5L, que actualmente puede adquirirse por un precio cercano a los 2.200€.
Probablemente, dos de las cámaras más populares del mercado también se han quedado fuera por sus precios superiores a los 2.000€. Estas son la Canon EOS R —he descartado la inclusión de la RP al ser una suerte de versión "capada" de esta— y la Sony a7 III; ambas fantásticas cámaras con sensores Full Frame y toneladas de opciones que deberían echar un vistazo aquellos que no tengan problema en hacer una inversión algo más grande. Sus precios son de 2.100€ y 2.045€ respectivamente.
Dicho esto, y si nos ceñimos a los niveles que hemos estado hablando, conforme aumenta el precio de una cámara, la diferencia de prestaciones se incrementa de un modo mucho más vago. El salto de un dispositivo de 500€ a uno de 1.000€ será mucho más perceptible que el de uno de 1.500€ a uno de 2.000€, y esto es algo que tener muy en cuenta.
Objetivos
Más importante que la cámara en sí, es el cristal que transporta la luz hasta su sensor. El mundo de los objetivos es tan más vasto como parece, y el primer consejo que podría dar, desde mi perspectiva, es huir de comprar packs de cámara con objetivo incluido y aprovechar la diferencia de precio para adquirir alguna lente suelta. ¿Por cuáles empezar? Vamos a verlo.
Lentes vintage
Lentes vintage, objetivos clásicos, ópticas retro... podemos llamarlas de mil maneras diferentes y, personalmente, he encontrado en ellas un auténtico salvavidas y una caja de sorpresas a la hora de ampliar mi material de trabajo. Poseen infinidad de virtudes, pero puede que la más importante de ellas es que son baratas. Muy baratas.
A pesar de la necesidad de comprar adaptadores para acoplarlas a las monturas de las cámaras actuales y de tener que rebuscar entre páginas web, aplicaciones de compraventa, mercados y tiendas de segunda mano para dar con una opción sólida, los objetivos clásicos compensan con creces el esfuerzo, y lo hacen, para empezar, gracias a una robustez y una calidad de materiales envidiables.
Además de esto, cada una de ellas tiene sus peculiaridades, sus aberraciones cromáticas, su desenfoque característico... una serie de cualidades que las hacen únicas y que aportan a la imagen un aspecto muy particular. Si a esto sumamos el hecho de que al ser plenamente manuales, su uso tiene un punto didáctico, todo son ventajas.
En cuanto a recomendaciones, he de reconocer que estoy completamente enamorado de mi Helios 44-2 de 58mm, apertura ƒ/2 y montura M42; una copia soviética de las Carl Zeiss Biotar con un bokeh muy especial y una construcción a prueba de bombas. Además, recomiendo no perder de vista la serie FD de Canon —mi 24mm ƒ/2.8 me tiene encandilado— o las Triotar de Carl Zeiss. Entre los 50 y los 100 euros podéis encontrar verdaderas joyas.
Objetivos actuales y últimas consideraciones
Viajando de nuevo al presente, no tenemos más que asomarnos al escaparate de una tienda de fotografía para descubrir una inmensidad de ofertas y variables que pueden llegar a dar vértigo y generar muchas preguntas. Probablemente, la primera de ellas sea la siguiente: ¿Objetivos de focal fija o zooms?
Como casi todo en esta vida, las ópticas de focal fija y las de focal variable tienen sus propios pros y sus contras. Estas últimas, al contrario que las conocidas como prime lenses, nos permiten componer diferentes cuadros sin necesidad de desplazarnos, nos dan varias longitudes focales —desde angulares a teles— con un giro de muñeca y sin necesidad de intercambiar la óptica, lo cual puede agilizar muchísimo el proceso de rodaje.
En contraposición, los zooms suelen tener una apertura máxima en torno al ƒ/3.5-ƒ/5.6. —salvo excepciones—, lo que les convierte en objetivos mucho menos "luminosos" —esto es, "dejan pasar menos luz" al sensor— que los de focal fija, que pueden abrir hasta ƒ/1.4, ƒ/1.8, ƒ/2 o, en ocasiones, incluso menos. Además, las prime, al sólo tener una focal, ayudan a agudizar los sentidos y la perspectiva espacial a la hora de componer y trabajar los encuadres.
Sigma 18-35mm f/1.8 DC HSM - Objetivo para Canon (Distancia Focal 18-35mm, Apertura f/1.8-16, diámetro: 72mm) Color Negro
Mi sugerencia en este caso sería comenzar adquiriendo un set de prime lenses de vuestra marca de confianza —con un 25mm, un 50mm y un 85mm iréis más que servidos— y continuar ampliando con algún que otro zoom que os pueda dar más versatilidad a la hora de trabajar. Por ejemplo, considerando que trabajo con sensores APS-C por norma general, con su consiguiente factor de ampliación, desde que me hice con el Sigma Art 18-35mm, que abre a ƒ/1.8 en todas sus longitudes focales y que da una imagen nítida con unos colores tremendamente vibrantes, no he necesitado más. Son más de 700€, pero muy bien invertidos.
Y esto ha sido todo en cuanto a cámaras y objetivos. En otro momento tocará hablar de accesorios, sonido, estabilizadores y, sobre todo, del elemento que marca verdaderamente la diferencia: la luz, sus diferentes fuentes y el modo de esculpirla a nuestro antojo. Ahora, olvidaos de las limitaciones del material y, si tenéis una idea en mente, ejecutadla con lo que tengáis a mano.
Ver 3 comentarios