En pleno año 2022, con cámaras más pequeñas que una caja de zapatos grabando planos aéreos sin compresión y con resoluciones 8K acopladas a pequeñas aeronaves pilotadas por control remoto estando a la orden del día, estamos más que acostumbrados a movimientos de cámara imposibles y proezas logísticas varias; pero hace 50 años, subir una simple escalera podía traducirse en todo un quebradero de cabeza.
Si he iniciado así este texto es porque os voy a hablar sobre uno de los planos más espectaculares de la extraordinaria 'El exorcista' que puede no deslumbrar en cuanto al contenido del fragmento en sí, pero que es una muestra de técnica e ingenio digna de la que, a día de hoy, continúa siendo la mejor película de terror de todos los tiempos.
Tecnología no tan punta
En este plano en concreto, la cámara sigue a los personajes desde que acceden al recibidor de la casa en la que se ambienta el largometraje hasta que llegan a la puerta del dormitorio de Regan en el piso superior. Esto, simplemente descrito, puede ser de todo menos sorprendente hoy día, pero a principio de la década de los 70 había que tirar de ingenio para poder ejecutar una idea así.
Cabe recordar que 'El exorcista' se estrenó en el año 1973; tres años antes de que la steadicam de Garrett Brown debutase en el filme 'Esta tierra es mi tierra'. Hasta entonces, a pesar de la existencia de algunos estabilizadores puntuales, la única manera de desplazar la cámara de forma estable era mediante los raíles de una dolly y de otros sistemas que no podían sortear el problema que suponen los peldaños de una escalera.
¿Cómo se las arreglaron, entonces, para ascender hasta los aposentos de la niña —y de Pazuzu—? El director de fotografía Owen Roizman, su equipo y los miembros del departamento de arte diseñaron un sistema para la ocasión consistente en una serie de rieles ubicada en la parte superior del set levantado en los estudios Burbank de Warner Brothers que seguía la trayectoria de la escalera.
De ellos colgaron una estructura similar a un columpio en el que iba sentado el operador de cámara y que se desplazaba mediante un sistema de poleas y con la ayuda de un ayudante que dirigía el movimiento del artefacto. Gracias a esto se consigue un seguimiento estabilizado que, sin ser completamente estable, es mucho más adecuado que una simple cámara en mano.
Por supuesto, cabe preguntarse si todo esto era necesario y si no hubiese sido más acertada —al menos a nivel presupuestario— una cobertura tradicional con planos estáticos para una escena, a priori, tan poco trascendente. La respuesta, bajo mi humilde punto de vista —y como es obvio— es un rotundo no.
La sutil vibración de la cámara, que flota en el aire como una presencia que no debería estar ahí, sumada a los gritos de fondo de Regan, genera una sensación de desasosiego y anticipación que potencia la posterior revelación; apilando una piedrecita más en la pirámide de horror y tensión que se construye durante el metraje de la película.
Como veis, la tecnología no lo es todo, aunque tener un presupuesto holgado para poder experimentar de este modo ayuda bastante —'El exorcista' contó con unos 12 millones de la época, lo cual no está nada mal—. Y si esto os ha parecido interesante, otro día hablaremos largo y tendido sobre 'Soy Cuba', porque lo que lograron Mikhail Kalatozov y el DOP Sergei Urusevsky en 1964 continúa siendo algo casi sobrehumano.
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