El próximo estreno de ‘Madre!’ de Darren Aronofsky nos ha hecho pensar en algunas madres celebres del cine más oscuro y de terror que por una razón convierten su rol de madre auto sacrificada que arriesga todo por su progenie en una obsesión psicótica. En la mayoría de los casos, deriva en una patología que las convierte en cócteles molotov. Asesinas, vengadoras desquiciadas de sus retoños muertos, espectros que se lamentan o simplemente obsesas del control que hacen la vida imposible a sus hijos.
Norma Bates en ‘Psicosis’ (Psycho, 1960)
La mirada de Robert Bloch al conflicto edípico en la américa profunda del asesino en serie Ed Gein, creó uno de los monstruos cinematográficos más perversos: la madre ausente que vive en la cabeza de su hijo. Norma Bates domina hasta tal punto a su hijo Norman que lo posee, casi literalmente.
Margaret White en ‘Carrie’ (1976)
La madre de la mítica adolescente con telekinesis es el borrador de todas las madres obsesas del resto de la bibliografía (y adaptaciones) de Stephen King. Chapada a la antigua, fanática religiosa hasta la autoflagelación y una verdadera zorra con su hija. Una joya de mujer que aparece poquito, pero que dejó un memorable cadáver crucificado para el cine de terror.
Pamela Voorhees en ‘Viernes 13’ (Friday the 13th, 1980)
Una madre que podría pensar que su único crimen fue amar a su hijo, aunque los adolescentes a los que asesina de las formas más brutales que se le ocurren podrían verlo de manera diferente. Su obsesión materna con su hijo ahogado condujo a una venganza múltiple con docenas de muertes, tras concebir a un asesino en serie imparable en incontables secuelas.
La Madre de ‘El día de la madre’ (Mother’s day, 1980)
Una explotaition del hermano del fundador de Troma Entertainment, Charles Kaufman, en la que la madre lunática hace el papel del hermano mayor de la familia de caracuero. Es decir, incita a sus hijos a la violencia, el asesinato y la violación. Una película sucia, paródica como si de un Hooper pasado de vueltas se tratara y con una anciana tarada inolvidable.
Joan Crawford en ‘Queridísima mamá’ (Mommy dearest, 1981)
Faye Dunaway interpreta a una histriónica Joan Crawford tal y como la veía una de sus hijas. La obsesión maníaco-compulsiva de la actriz se muestra con tal virulencia que puede llegar a parecer una parodia, pero en realidad hace un retrato ajustado de una personalidad bajo esa condición. Un drama doméstico que parece una película de terror.
Yanka en ‘Baby Blood’ (1990)
Un tipo de madre diferente es la que, influenciada de alguna manera por el feto que llevan en el vientre, se ve obligada a cometer asesinatos. En esta pionera de lo que luego se llamó el nuevo terror francés, caracterizado por la sangre sin mesura, era uno de esos casos. Luego vinieron ejemplos del mismo modus operandi como ‘Grace’ (2009) o ‘Prevenge’ (2016)
Vera Cosgrove en ‘Braindead’ (1992)
El arquetipo de la madre controladora llevado al extremo. Vera hace todo lo posible por evitar que su hijo continúe su relación con Paquita, pero es mordida por una rata mono de Sumatra y se va transformando lentamente en un muerto viviente monstruoso. Una de las alegorías más grotescas y divertidas sobre el horror a la decadencia de nuestros familiares.
Beverly Sutphin en ‘Los asesinatos de mamá’ (Serial Mom, 1994)
La parodia de John Waters de la tópica madre coraje, llevando su justicia materna al extremo y convirtiendo a Kathleen Turner en un ama de casa subversiva que no se corta en asesinar al que haga falta para defender a sus hijos. Todo lo enfermiza, retorcida y bizarra que puedas imaginar viniendo del director de ‘Pink Flamingos’.
'La mujer' en ‘Al interior’ (À l'intérieur, 2007)
Sin nombre, así se nos presenta a la madre frustrada que decide vengarse de la chica que provocó el accidente que mató a su hijo, aún en el vientre, robándole su bebé. Esta tragedia griega moderna, rodada como un grand guignol lírico, salvaje y exagerado convierte la maternidad en un kaiju ultragore moderno.
Erica Sayers en 'Cisne Negro' (Black Swan, 2010)
Aronofsky crea a su madre monstruosa exagerando el fenómeno de los padres que retuercen la voluntad de sus hijos en pos del éxito. Los momentos más terroríficos de esta odisea psicosomática aparecen cada vez que Barbara Hershey entra en el plano (y en sus pinturas). La escena en la que le corta las uñas al personaje de Natalie Portman es una de las más intensas que se recuerdan en esta década.
Edith Brennan en ‘Mama’ (2013)
En realidad, una versión o remake del mito mexicano de La llorona, el debut de Andy Muschietti, director de ‘IT’, desvela la historia de una paciente extremadamente inestable y violenta fugada de una institución mental con su bebé. Se tiró a un acantilado con este en brazos, se convirtió en una fantasma retorcida por los golpes y obsesionada con encontrar a su hija.
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