Mis secuencias mágicas de cine: 'Tiburón' de Spielberg visto con el paso de los años

A pesar de que Spielberg tiene muchas buenas películas, considero que 'Tiburón' es la más redonda de sus obras, de esas películas por las que no pasa el tiempo, por mucho que fuera rodada en 1975. Nosotros mismos, con el paso de los años y con cada visionado, vamos viendo las películas desde diferente perspectiva. De Tiburón uno recuerda el arranque, un baño en el mar de madrugada, un susto, dos, tres, la desesperación de la bañista que no sabe qué le está atacando, y de repente cuando todo acaba, el júbilo de un pueblo de costa envuelto en el periodo de vacaciones, y los nervios del jefe de la policía ante lo que se avecina. Todo el mundo recuerda ese arranque, la impresión que produce el primer visionado del mismo, sobre todo con los ojos de un adolescente. Nunca una aleta de tiburón sobresaliendo sobre el agua produjo tanto pavor, no en esa secuencia, que tiene la virtud de no mostrarnos al animal.

Año tras año, la televisión rebajó el grado de tensión de la película al programarla siempre en sesión de tarde, pero incluso a la luz del día, la secuencia del ataque a los bañistas suponía todo un prodigio de montaje, al centrar la misma en el personaje de Roy Scheider, tratando de sacar a todo el mundo del agua, con la tensión de alguien que se siente responsable por no tener la playa cerrada conociendo lo que conoce, y ante todo porque es padre. Y aquí es donde quiero llegar con todo lo que estoy comentando.

Para ello me valgo de J.J. Abrams, a quien muchos consideran un nuevo genio de la televisión (aquí será el paso del tiempo quien lo determine), que realizó una conferencia hará un año y medio sobre creatividad con el título de The Magic Box (La caja mágica). En ella hacía referencia a cómo crear momentos mágicos, como llegar a ellos, demostrando que no siempre las secuencias que tenemos en la cabeza son las únicas que tienen duende. La caja mágica de la que habla tenía la virtud de poder abrirse de diferentes formas, y dependiendo cómo se abra darnos una sorpresa, como cuando nos acercamos varias veces a ver una película.

Durante la charla Abrams hace uso de la película de Spielberg, tomando la secuencia de arranque para explicar lo que comentaba en el anterior párrafo. En esta ocasión (lo podéis ver desde el minuto 10:15 hasta el 12:15 del vídeo de la conferencia), lo hace como preámbulo a la secuencia que quiere resaltar, en ella, Roy Scheider está preocupado por el problema que le ha ocasionado el ataque del tíburón, por la reprimenda de la madre que acaba de perder a su hijo, le carcomen los remordimientos, y tiene miedo porque algo tan duro como es perder a un hijo, le pueda pasar a él. Está sentado en la mesa, y su hijo pequeño trata de animarle, hasta que lo consigue. La cuestión es cómo lo consigue. Como en la sucesión de acontecimientos, Spielberg se permite un momento de ternura para rebajar la tensión y descansar. Pura genialidad.

El paso de los años y la experiencia de ser padre, me ha descubierto esta secuencia sin tanto nombre ni tan recordada. Estaba ahí, pero no la veía. Una revisión de alguien que me la mostró, visto con otros ojos, con otra perspectiva. Porque sé lo que le pasa al personaje que interpreta Roy Scheider por la cabeza. Los miedos y preocupaciones por lo que va a tener que hacer para proteger a los suyos. Por eso las grandes obras conviene reparsarlas con frecuencia. Por las cosas que cada vez nos enseñan. Y por cierto, yo también me comería al crío a besos.

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