Debí de ser de los poquitos que se tragó todo el maratón de la serie Roma durante la pasada Semana Santa. Cierto que fue algo demasiado intenso para paladear en tan poco tiempo, pero tenía que hacerlo, hay que exprimirlo al máximo. Lo cierto, tras ver la serie, fue que la imagen que tenía en mi cabeza de Marco Antonio, cayó por los suelos tal y como lo dibujaron en la serie. Y entiendo que dibujó un perfil bastante fiable de cómo fue en realidad Marco Antonio (mujeriego, egoista, y menos héroe de lo que en realidad pensaba). Aunque la imagen de Octavio, un enfermo y peligroso dictador, también me la dejó por los suelos, contrariamente a lo que he podido descubrir sobre Bruto, vendido como un traidor cuando en realidad fue capaz de ver el grave problema que suponía Julio Cesar para la República de Roma.
Lo cierto es que la imagen que tenía en mi cabeza de Marco Antonio, se debía en realidad al cine, a la película de Mankiewicz, 'Julius Caesar', y a la interpretación de Marlon Brando como Marco Antonio. En especial los dos monólogos que interpretó tras el asesinato del César. Así que aprovechando la entrada de Alberto sobre el cine político, no he podido remediar traeros sendos monólogos, para ver lo gran actor que era el Brando entre tantos actores ingleses habituados a trabajar con textos de Shakespeare, empezando por el "Dogs of war" con el que se abre esta entrada, justo tras ser asesinado César y cuando Bruto está justificando el que los senadores decidieran hacer lo que hicieron.
El que viene a continuación, es el monólogo por el que esta película es siempre recordada, una manipulación perfecta de la multitud, haciéndola ver el error en el que estaba cayendo. En palabras de Carlos Boyero: "Bruto acaba de justificar con brillantez y emotividad ante la desconcertada plebe las razones para haber asesinado al tirano César. Marco Antonio, que comienza su discurso proclamando astutamente la honradez de Bruto, manejará sabiamente los resortes emocionales de la masa, su sensiblería y su codicia, la volubilidad de sus convicciones, su hipnosis ante los tópicos bien maquillados y las mentirosas grandes verdades, para que ésta se ponga de su parte, llore la ejecución del padre de la patria y ruja exigiendo el castigo y la destrucción de los verdugos".
Vamos, que consigue convencer a la plebe de la maldad del honrado Bruto, un gran James Mason, con un discurso ajustado al peligro que se cernía sobre Roma si César seguía en el poder, el de Bruto. Estamos ante otra de las grandes secuencias de la historia del cine y del teatro, aquí cine filmado. Escuchar las palabras que escribió el dramaturgo inglés e interpretó el actor americano, son cosas a repetir de vez en cuando. Todo un "tour de force", del que Brando salió con alta nota (algo que repetiría años más tarde en sus improvisados monólogos de 'El último tango en París'). Saborearlo en su idioma.
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