¿Te acuerdas de aquel momento en el que eras joven, parecía que el rock alternativo iba a arrasar con todo, se consideraba de buen tono llevar gorra y bermudas y, en general, el cine -¡incluido el de superhéroes!- estaba mucho más chiflado que ahora? Es la época del estreno de 'Wayne's World', una auténtica demencia inspirada en unos sketches del 'Saturday Night Live' que con solo veinte millones de dólares de presupuesto recaudó más de ciento ochenta en todo el mundo.
Su secreto estaba en una química muy especial entre sus dos protagonistas, los zánganos metaleros Wayne (Mike Myers) y Garth (Dana Carvey) y en la curiosa narrativa de la película, obra de la curtida documentalista Penelope Spheeris. Los personajes hablaban a cámara, jugueteaban con los géneros, planteaban varios finales y autoparodiaban su condición de metalheads. Aparte de en el chiste de 'Starway to heaven', en ningún momento lo hicieron con tan desconcertante acierto como en el playback de 'Bohemian Rhapsody'.
La escena más mítica de la película surgió de forma casi casual (por ejemplo, al principio iba a ser un tema de Guns'n Roses) y ocasionó más de un dolor de cabeza a los participantes. Pero su impacto en una época pre-viral mandó a las listas de ventas, de nuevo, al alambicado temazo de Queen. Hoy, en 'Todo es mentira en el cine y la televisión' analizamos a fondo cómo se hizo la escena y por qué funciona tan bien. "Marcha, marcha, es genial"
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