Mañana, la Corte Suprema de los Estados Unidos conocerá dos casos relacionados con los Diez Mandamientos, según una nota publicada por el New York Times. En uno de los casos, los querellantes buscan la remoción de un monolito de granito de dos metros que imita la forma de las tablas de la ley ubicado en las afueras del capitolio del estado de Texas desde 1961; en el segundo, los querellantes quieren que sean descolgadas las copias de los diez mandamientos colgadas en la paredes de dos cortes de Kentuky hace cinco años.
Para los demandantes, las representaciones de los diez mandamientos ubicadas en los edificios de las cortes estadounidenses tienen propósitos religiosos incompatibles con la idea de impartir la justicia de forma ciega e imparcial. El profesor Erwin Chemerinsky de la escuela de leyes de la Universidad de Duke, quien busca remover el monolito de Texas, por ejemplo, piensa que no hay nada secular en el hecho de ubicar en una propiedad del gobierno, un monumento en el que se lee: "Yo soy Jehová, vuestro Dios".
Lo curioso del caso es que quien colocó el monumento frente al capitolio texano, y cientos más alrededor del país, no fue el gobierno precisamente, sino el legendario productor y director Cecil B. DeMille, a través de la logia de la Orden Fraternal de las Águilas [de la cual era presidente], como un ardid publicitario para promocionar su película Los Diez Mandamientos.