Una de las sorpresas más sonadas del cine de 2017. El título que los defensores acérrimos de lo que DC ha venido perpetrando en la gran pantalla en los últimos tiempos —sí, perpetrando, que quede claro desde ya que no soy de los que defienden a capa y espada a la faceta fílmica de la editorial— han necesitado para entonar un ansiado: "¿Veis como hay películas buenas en el actual universo cinematográfico de DC?".
Pero, a mi modesto entender, 'Wonder Woman' dista muchísimo de ser la sólida propuesta que muchos —y sobre todo muchas, punto fundamental para entender el éxito de la cinta— han querido ver en una cinta que tarda sobremanera en arrancar, que cuando lo hace nos ofrece una escena asombrosa y que, tras ella, vuelve a caer en lo anodino para rematar la faena con un clímax poco más que funcional.
Y no sólo eso —y no, no voy a entrar a descalificar a los efectos visuales, ellos se las apañan solos para lograrlo— es que, como ya me ocurriera con la horrenda 'Batman vs. Superman: el amanecer de la justicia' ('Batman vs Superman: Dawn of Justice', 2016), y por mucho que su química con Chris Pine sea de lo poco que destacaría del filme, sigo sin "ver" a Gal Gadot ni al tratamiento de Jenkins y Allan Heinberg como exponente de la Wonder Woman que el cine se merecía.
Varias son las razones que se me ocurren para ello —y ninguna tienen que ver, por ejemplo, con la incuestionable belleza de la israelí— más, en lugar de enumerarlas de forma directa, va a ser objetivo de esta entrada, que os ofrecemos a colación del lanzamiento en formato doméstico del filme, el mostrarlas de manera algo más acorde con el espíritu del que la suscribe, ofreciéndoos la posibilidad de acercaros a cinco sagas que, en la página impresa, sí supieron tratar a la princesa amazona como tan puntal personaje se merece.
La Wonder Woman de George Pérez
Qué tienes que leer: los dos volúmenes en los que ECC ha recopilado la etapa al completo de George Pérez y que puedes encontrar aquí y aquí.
Tras ese legendario evento llamado 'Crisis en las tierras infinitas' que sirvió a DC para limpiar y ordenar una casa que arrastraba un caos monumental derivado de décadas de adquisiciones de personajes foráneos y de poco control sobre el sayo que cada equipo creativo de turno hacía de su capa/colección; la editorial quiso dejar claro que lo que vendría a continuación sería un reinicio en toda regla de un universo cohesivo y coherente que, respetando la continuidad, ofrecería a las nuevas generaciones de lectores un auténtico punto de partida.
Fue este el momento el elegido para que Frank Miller construyera su legendaria incursión en el hombre murciélago, para que John Byrne hiciera lo propio con su maravilloso tramo inicial dedicado a el hombre de acero o para que George Pérez tomara las riendas de una Wonder Woman que, desde que William Moulton la creara en 1941, nunca había conocido las mieles del éxito que sí habían disfrutado de forma plena tanto Batman como Superman, los otros dos miembros de la Trinidad del Universo DC.
Confiando de forma plena en su capacidad, la editorial confirió plenos poderes a Pérez como autor completo —los mismos que se otorgaron a Byrne— para que guionizara y dibujara las aventuras de Diana bajo la premisa tácita de crear para ella un microcosmos que la situara en primera fila. Dicho y hecho, fue la decisión del artista de caracterizar a la heroína como un personaje de marcado tono feminista y el explorar a conciencia sus raíces mitológicas lo que conseguiría que, con muy pocos números, esta renovada Wonder Woman encandilara a legiones de lectores.
En ello también tendría mucho que ver el meticuloso y detallista trazo de un George Pérez que en las primeras entregas se dejaría la piel concretando una iconografía que aún hoy, tres décadas más tarde, sigue impresa a fuego en el ADN del personaje, consiguiendo el neoyorquino de ascendencia portorriqueña que sus dos años al frente de la colección como autor completo sigan ahí incólumes como los que mejor han sabido entender a la amazona y a toda su cohorte de personajes secundarios, desde Steve Trevor a cualquiera de sus enemigos divinos o mundanos.
La Wonder Woman de William Messner-Loebs
Qué tienes que leer: el tomo que recopila la colaboración entre Messner-Loebs y Deodato.
Dejando sus labores en el tablero al margen, Pérez extenderá su determinante influencia en el personaje hasta abandonarlo por completo en el número 62, momento en el que muchas serán las dudas que rodeen a el que elegido para recoger el testigo del escritor y artista. Un nombre que tenía ante sí la doble tarea de, no sólo equiparar el trabajo realizado por su antecesor, sino incluso superarlo, haciéndonos olvidar algo más de cinco años que fueron una gozada casi constante.
Sabedor de que la hazaña era poco menos que titánica, William Messner-Loebs, guionista de la casa y autor, por ejemplo, de la muy simpática 'Epicuro el sabio', decide salirse por la tangente y, para evitar comparaciones que no habrían jugado en su favor, atar a Diana mucho más a la realidad del Universo DC y menos a la componente mitológica que Pérez había explorado a placer.
Con una Wonder Woman de cualidades más "urbanas", el resultado de alejar al personaje de lo que hasta entonces había sido norma encontrará su punto álgido en los diez números en los que Messner-Loebs una fuerzas con la espectacularidad del dibujo de Mike Deodato Jr. artista brasileño que será el primero en dibujar a la mayor aportación de esta etapa a la iconografía de la princesa de Themyscira, la amazona Artemisa, que hoy en día podemos encontrar en la muy recomendable 'Red Hood and the Outlaws'.
La Wonder Woman de John Byrne
Qué tienes que leer: serán tres volúmenes de los que ECC ha publicado hasta el momento 'Segunda génesis' y 'El juicio de los Dioses'.
Británico de nacimiento y canadiense de adopción, John Byrne llevaba desde los años setenta dejando su sello en las mejores colecciones que DC y Marvel podían ofrecer: si en la Casa de las Ideas, donde se había forjado a pulso su fama, son legendarias sus incursiones en los mutantes escritos por Chris Claremont o en las aventuras de 'Los 4 Fantásticos' de las que se encargaría como autor completo; en DC ya hemos citado la honda huella que dejaron sus años al frente de Superman.
Con la carta de presentación que ya supondrían sólo los seis primeros números de 'Man of Steel', no fue extraño ver como las cabezas pensantes de la editorial eligieron al artista como el encargado de tomar el testigo de Messner-Loebs y, otorgándole carta blanca de nuevo en el doble papel de guionista y dibujante —y entintador—, dejar que campara a sus anchas durante tres años que son testimonio vivo tanto de lo mejor que Byrne era capaz de conseguir como de lo no tan bueno que ha caracterizado a mucho de su vasta producción tebeística.
Centrándonos únicamente en los aspectos positivos de los treinta y seis números en los que se mantuvo al frente de la cabecera, el trabajo de Byrne devuelve a las páginas de 'Wonder Woman' una buena parte de la componente mitológica del personaje que, mezclada de forma sabia con otros puntos cardinales del Universo DC —el primer arco argumental de su estancia estará marcado por la presencia de Darkseid—, hace de estos tres años una lectura más que recomendable, por más que tenga sus pequeños puntos en contra.
La Wonder Woman de Azzarello y Chiang
Qué tienes que leer: ECC ha recogido la etapa de Azzarello al completo en seis tomos que podéis encontrar siguiendo este enlace.
Y, de repente, la mediocridad. Cuando Byrne abandona 'Wonder Woman' —o es invitado a abandonar, quién sabe— corre el año 1998 y DC está inmersa en un mar de decisiones más o menos equivocadas que la ha llevado a no saber qué diantres hacer para rescatar algo de la gloria que, poco más de un lustro atrás, había tocado techo con el deceso de Superman. Un mar que terminará convirtiéndose en un océano al cabo de una década y que conducirá a la editorial a creer que lo que necesita no son "crisis" tras "crisis" sino una renovación radical.
Llegamos así a 2011, aciaga fecha en la que DC rompe con toda la continuidad —o casi toda, aunque no me extenderé en este particular— de seis décadas de cómics y se saca de la manga "las nuevas 52"; 52 series que reinician, en algunos casos de forma categórica, a todos los héroes de su universo y una maniobra que, defendida como la posibilidad de que los nuevos lectores que a ellos se acerquen puedan ignorar el lastre de décadas pasadas no es más que un movimiento impulsado por el vil metal.
Lamentable decisión en términos generales, sólo un reducido puñado de tan absurdo número de cabeceras mensuales será digno de la atención de los lectores que no se conformen con cualquier cosa y, entre ellos, encontraremos a la excepcional etapa con la que Brian Azzarello y Cliff Chiang —acompañado de algún que otro artista de relleno— devolverán casi intacta la gloria de tiempos pretéritos a Diana.
Para ello, Azzarello decide trastocar de manera radical los orígenes del personaje y apostar por un regreso a su faceta mitológica reinventando de arriba a abajo las claves de la misma, convirtiendo a Diana en diosa de la guerra y ofreciendo a los lectores una visión del Olimpo que nada tiene que ver con la ideada por Pérez tres décadas atrás. El resultado, treinta y cinco números asombrosos que con el maridaje entre guión y la limpieza narrativa e imaginación visual de Chiang, se sitúan por derecho como la segunda mejor etapa que ha conocido Wonder Woman. Ahí es nada.
La Wonder Woman de Greg Rucka
Qué tienes que leer: ECC lleva publicados cinco volúmenes que, en formato rústica, recopilan cuatro números de la serie regular U.S.A. Podéis encontrarlos en este enlace.
Incontables fueron las voces que, desde el primer momento y a lo largo de los meses, exigimos indignadas a DC un regreso inmediato a la continuidad clásica. Finalmente, fueron las paupérrimas ventas de un desorbitado porcentaje de sus series las que hicieron entrar en razón a los ejecutivos de la compañía y las que provocaron que, con Geoff Johns a la cabeza, DC volviera por la puerta grande a mediados del pasado 2016 gracias a un 'Rebirth' que no ha dejado de darnos gratísimas sorpresas desde entonces.
Con una de ellas actualmente en publicación —ese espléndido evento que está siendo 'Metal'— y otra a las puertas de dejarnos noqueados —el inminente arranque de 'Doomsday Clock'— que DC ha vuelto por sus antiguos fueros es algo que las muchas series que vale la pena seguir cada mes demuestran mejor que cualquier otra disquisición. Y una de ellas, al menos hasta hace bien poco, ha sido la "reinvención" a la que Greg Rucka ha sometido a 'Wonder Woman'.
Guionista hábil y uno de los mejores con los que cuenta la ciencia-ficción actual en el mundo del cómic —os recomiendo encarecidamente acercaros a 'Lazarus', publicada por Image—, Rucka es consciente desde el principio que Wonder Woman y mitología son términos que deben ir de la mano, así que esa entrecomillada reinvención no pasa por ignorarla, sino por abrazarla en toda su plenitud y por, y aquí está el aporte genial del escritor, establecer la cabecera en dos líneas temporales alternas con dos artistas diferentes.
Íntimamente relacionados entre sí, tanto el tiempo presente como el pasado en los que van discurriendo los veinticinco números firmados por Rucka utilizan como premisa la incesante búsqueda de Diana de una Themyscira a la que no puede acceder. Tratando a fondo también la definición de la identidad del personaje, es en el extraordinario trabajo de Liam Sharp en el presente y Nicola Scott y Bilquis Evely en el pasado, donde la 'Wonder Woman' del 'Rebirth' pasa de ser muy recomendable a lectura imprescindible para los amantes de lo mejor del Universo DC.
Un universo que, decía más arriba, está dando hoy por hoy satisfacciones continuas a sus lectores y que en su contrapartida cinematográfica se muestra decididamente incapaz de dar con el tono adecuado. Con la gran incógnita de saber si 'Liga de la Justicia' ('Justice League') será capaz de encontrarlo de una vez por todas, insisto en que lo que resulta dolorosamente evidente asomándose a cualquiera de las aproximaciones aquí recomendadas es que la amazona cinematográfica no es, ni de lejos, la que este redactor ansiaba encontrarse.
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