Hace unas semanas se anunció a bombo y platillo que el embargo judicial de megaupload poco menos que iba a salvar el cine. Para ello, los medios optaron por informar de una forma completamente sesgada aprovechando el éxito sorpresa de ‘Los descendientes’ en España para decir que los resultados de taquilla habían mejorado de forma sustancial y que a partir de ahora todo iba a ser un camino de rosas. De hecho, hasta recuerdo comentarios sobre lo bien que les había ido a los videoclubs, dando una imagen tan de cuento de hadas que ahora parecía que era la oportunidad de nuestra vida para abrir uno y forrarnos. Soy consciente de que era necesario edulcorar al máximo la realidad para justificar el discutible cierre de megaupload, donde se ha aprovechado hasta límites obscenos la personalidad de su creador para demonizar aún más las descargas ilegales.
La cuestión es que la realidad nos ha ido mostrando que ese presunto fin de semana milagroso fue un mero espejismo, y es que tomar las cifras de recaudación de una semana como elemento de referencia. Por ejemplo, si aceptamos el juego propuesto, las recaudaciones de la semana pasada en España fueron casi un 30% menores que las de la misma semana de 2011, y las estimaciones para ésta aventuran unos ingresos entre un 10 y un 25% menores a los del año pasado. En su momento, mi compañero Juan Luis os preguntó si creíais que el cierre de megaupload era una buena noticia para el mundo del cine, a lo que habría que unir el hecho de que varios servicios de descarga directa han seguido de forma voluntaria los pasos de megaupload para evitar problema con la justicia americana. Ahora la cuestión es ¿se puede intentar ser más inteligente que Internet para imponer tu criterio de lo que es bueno o malo?
Una de las cosas que más repiten los medios es que España es uno de los países que más piratea del mundo, importando poco que esa sea una verdad relativa. Sin embargo, algo tangible que escuchamos muy a menudo son cifras millonarias que se estiman como las pérdidas que la mal llamada piratería (sigue sin ser ilegal compartir por mucho que le pese a algunos acomodados del sector cultural) provoca. Aquí encontramos uno de los principales errores entre los argumentos que se esgrimen, y es que ¿realmente alguien se cree que aquellas personas que ven una película grabada en un cine con una calidad de imagen y sonido discutible van a pagar los cada vez más elevados precios de una entrada de cine? Sé que es de ingenuos pensar justo lo contrario, ya que es impensable la idea de que si se consiguiera la quimera de erradicar la compartición de archivos ni una sola de esas personas que se ha descargado alguna película fuese al cine a verla, a su videoclub más cercano (si es que aún queda alguno no muy lejos de su casa) a alquilarla o incluso, en un alarde de optimismo por mi parte, a comprársela sin tan siquiera haberla visto. Los hay que han dejado de ir al cine para luego comprarse la película directamente en blu-ray cuando salga a la venta, pero son una minoría muy, y perdón por la redundancia, muy minoritaria.
Lo que también se olvida a la hora de hablar del bajón de asistencia a los cines españoles en los últimos años es valorar el servicio que ofrecen. Y es que España es uno de los doce países de los 22 de la Unión Europea en los que cayó la asistencia a las salas de cine durante el pasado 2011, pero también hay otros diez donde aumentó. ¿A qué puede deberse en un contexto generalizado de crisis económico? Yo lo único que conozco con cierta profundidad es la realidad española, y ahí hay muchos problemas que criticar. Empecemos por el hecho de que hay películas que cuentan con una distribución tan limitada que no llegan a muchas ciudades españolas. Recuerdo intentar animar a la gente a ver la estupenda ‘Arrugas’ y que alguien me comentó que no se había estrenado donde vivía y que así le era imposible poder verla de otra forma que no fuese optando por las descargas poco lícitas.
El deterioro de las salas de cine
También leí en su momento varios comentarios sobre gente que quería ver ‘The Artist’, pero su cauteloso estreno hizo que tardase varias semanas en llegar a su lugar de origen, y eso si tan siquiera se ha podido ver allí en algún momento. Sé que existe el cada vez mayor riesgo de que los espectadores luego no respondan como uno quisiera, pero si ya empiezas forzando a no pocas personas a tener que buscar en Internet para poder ver lo que quieren, lo que vas a acabar consiguiendo es acabar creando un hábito de consumo. Hay que tener también en cuenta que no pocas películas llegan a España con meses o años de diferencia respecto a su estreno en su país de original. De hecho, las hay que ni tan siquiera llegan a tener distribución en nuestro país. ¿Cuál es la salida que les queda a unos espectadores que encima, en varios casos, ni siquiera pueden estar seguros de que vaya a llegar a estrenarse donde ellos viven? Luego vienen las quejas (o los anuncios antipiratería como los que parodia el vídeo de más arriba) sobre que eso es algo que se extiende y hay quien prefiere hacerlo en (casi) todos los casos. No creo que esa deba ser la salida, pero visto lo visto tampoco puedo pensar que sean unos criminales cuando luego personas como Francisco Camps son declaradas inocentes por la justicia de este país de risa para muchas cosas que es España.
Personalmente, y espero que nadie vengan con el calificativo de snob por lo que voy a decir, prefiero el ver una película en versión original a tener que verla doblada. Eso no me libra de tener que acabar viendo alguna película así, pero la realidad es que intento obviar de forma consistente aquellas cintas que llegan a España, pero lo hacen sin una triste copia en versión original para saciar a los espectadores que queremos verlas así. Valga por ejemplo el caso de la reciente ‘Los Muppets’, para cuyo estreno se nos ha negado esa opción. Tampoco me olvido del hecho de que hay muy pocas ciudades en España en las que se puedan ver películas en versión original de forma regularizada, y es que aún recuerdo cuando vivía en Bilbao que el hecho de que estrenasen en su día ‘Buenos noches, y buena suerte’ en versión original me pareció poco menos que un acontecimiento. No voy a entrar a valorar la cultura del doblaje en nuestro país, pero su imposición a la hora de ver una película pagando me parece otro de los lugares por los que se van perdiendo espectadores.
Sin embargo, creo que, dejando de lado la delicada situación económica de muchos, el hecho de que se esté perdiendo la idea de ir al cine como algo especial es el gran culpable de todo esto. Me niego a demonizar la proliferación de las multisalas de centro comercial, pero sí que me gusta bastante poco el hecho de que esto esté vulgarizando la experiencia de ver una película en pantalla grande. ¿Para qué voy a ir al cine si por quejarme de que otra persona esté haciendo ruidos con su móvil puedo ganarme casi una paliza cuando se vuelvan a encender las luces tras la aparición de los créditos finales? Pues bien, eso fue lo que nos pasó a mi mejor amigo y a mí cuando fuimos a ver ‘Tensión sexual no resuelta’ a unos cines de este tipo. Además, esto ha ido provocando a lo largo de los últimos años el cierre de multitud de cines de los de toda la vida, es decir, salas enormes y auténtica sensación de estar viviendo una experiencia por la que merezca la pena dejarte tus euros.
Ese es un hueco que algunos están intentando rellenar con iniciativas como la Phenomena Experience, pero recurriendo a la nostalgia de títulos míticos del pasado. ¿Se os ocurren muchas películas de los últimos años que realmente hayan alcanzado un estatus suficiente como para que sean las merecedoras de formar parte de algo así en unos 20 años? A mí me vienen a la mente muchas cintas buenísimas de los últimos años, pero muy pocas que hayan generado un culto especial en su exhibición en salas. Acudir al cine se ha mecanizado al mismo tiempo que se ha encarecido de forma exagerada. ¿Es más barato que en otros países? De nada sirve tomar el dato que interesa (precios), pero sin dar ninguna importancia a otros factores igual de importantes (salarios). Los lectores que vivan en Madrid recordarán la reciente campaña del metro de Madrid que ha buscado hacer algo así para que el precio del billete de metro parezca muy barato en comparación con otros metros europeos. Obviamente, las pintadas recordando el salario mínimo de esos otros países no tardaron en llegar.
Hay otros problemas añadidos a la proliferación de las multisalas de centro comercial, y es que no es raro tener que ver películas con una calidad de imagen mejorable porque no ajustan suficientemente bien el enfoque de la imagen, absurdeces como verlas con la luz encendida y que ésta se apague cuando aparezcan los créditos finales o auténticos timos que provocan un cabreo de impresión. En mi caso, recuerdo el caso de ‘Casino royale’, en la cual hubo un par de cortes de luz que nos dejaron durante un rato esperando. Es lógico que si hay un problema, pues se para y la película ya continuará cuando se arregle, pero no que timen al espectador y le escamoteen una parte importante del final. ¿Por qué digo esto? Pues porque el segundo corte coincidió con el tramo final, pero al volver la luz se habían zampado aproximadamente diez de los once últimos minutos. Encima, al ir a reclamar se inventaron que había habido una tormenta (mentira, el cielo estaba totalmente despejado) para lavarse las manos. Lo peor de todo es que apenas cuatro personas reclamamos por lo sucedido y, obviamente, nuestra queja no obtuvo respuesta alguna. Mientras tanto, yo tuve que esperar varios meses a que un amigo me dejase la película en dvd para rellenar esa pequeña laguna argumental.
Las opciones legales
Sé que habrá quien me salte que ahora hay varios servicios online legales que vienen a llenar ese hueco para los que no están muy por la labor de ir al cine y encontrarse con alguna situación esperpéntica, pero lo que hay no me sirve. Sé que sería muy fácil dejarlo así, pero valoremos los principales servicios que tenemos en España: Filmin, Wuaki, Youzee y Voddler. La primera, de largo la mejor, está consiguiendo ser una referencia en cuanto a catálogo de cine independiente, pero el problema es que un servicio así debería dar respuesta a las necesidades de todo tipo de espectador. Además, los tres euros que tienden a costar las películas más relevantes son un precio bastante elevado. Sí que cuentan con una tarifa plana mensual (y si optas por la suscripción anual te sale a algo menos de diez euros el mes), pero el detalle de incluir tres estrenos mensuales se queda un poco corto. Aquí podéis encontrar un análisis más pormenorizado, pero lo cierto es que la única pega grave que se le puede poner es que prescinda del cine más comercial, pero es algo preestablecido, y no una sorpresa negativa.
La cosa se degrada cuando nos ponemos con Wuaki, donde el precio de los títulos de estreno sube hasta los 4 euros, aunque a cambio sí tenemos acceso a títulos con un componente comercial más marcado. Por ejemplo, podemos encontrar la última entrega de ‘Transformers’, pero ¿por qué no está disponible en alta definición, y por qué no hay subtítulos con los que poder verla si optas por el visionado en versión original? Wuaki también da la opción de adquirir algunos títulos, pero a precios absurdamente altos: Es de agradecer que cuenten con un estreno reciente del mercado doméstico como ‘Crazy, stupid, love’, una de las mejores películas de 2011, y que puedas adquirirla directamente para poder verla cuantas veces quieras, pero los 14 euros que tienes que pagar son un completo disparate cuando por poco más puedes tener la película en formato físico. Por no hablar del hecho de que estamos en plena época de rebajas, con lo que podrías adquirirla así incluso a un precio inferior al que ofrece wuaki. Y recordad, sin alta definición, sin subtítulos y encima con audio sólo disponible en estéreo.
Sobre Youzee y Voddler lo cierto es que prácticamente sólo se me ocurren pegas. La primera, a la que aún está restringido el acceso, cuenta con un catálogo un tanto desolador, pero se le ven buenas intenciones como la cuota mensual de tarifa plana a un precio asequible (aunque también mantiene el pago individual por títulos más recientes), así que mejor esperar un poco más antes de empezar a criticarla sin rubor. Sin embargo, con Voddler parece que hayan querido hacer mal las cosas aposta: El catálogo es muy escaso y apenas aparecen títulos de dos o tres productoras. Los títulos de pago oscilan entre los dos euros y medio y loa cuatro, pero mejor espera sentado si quieres encontrar suficientes películas que te interesen. Además, requiere la instalación de un molesto programilla que a mí sólo me ha traído quebraderos de cabeza, dificultándome de forma considerable el poder ver alguno de sus títulos, ya que, eso sí, también ofrecen varias películas de forma gratuita.
La llegada de Netflix a España era algo que parecía iba a poner punto y final a este problema, pero su cancelación de forma indefinida invita a un pesimismo total. Es obvio que hay muchos intereses detrás, en especial de aquellos que quieren mantener sus privilegios, pero el mundo parece que no aprende de sus errores. Basta sólo con recordar el caso de la industria discográfica y su estéril batalla contra Internet. Sí, lograron cargarse Napster, ¿pero les sirvió realmente para algo? Al cine puede acabar pasándole lo mismo si no aceptan que el espectador ya no está obligado a aceptar lo que quieran imponerle. Internet por encima de todo es un reducto de libertad que muchos quieren cargarse o adaptar a sus intereses, pero eso no es algo que parezca que puedan lograr.
Conclusiones
Sé que faltan varios temas que tratar en todo lo relacionado con la piratería (tendría que escribir una serie de artículos al respecto y no es plan), como el hecho de que cargarse la descarga directa no va a servir de nada cuando hay varias alternativas. Sin embargo, uno ya está cansando de ver cómo quieren hacer creer a la gente que la piratería va a acabar asesinando al cine, cuando la realidad es que es que son los responsables de vendernos las películas los que están fallando estrepitosamente a la hora de querer vendernos lo especial que es ir a una sala a ver los últimos estrenos. Esa magia especial va camino de perderse para siempre, y ahí la culpa no la tiene la piratería, sino el ansia por unos mayores beneficios. Y es que les está saliendo el tiro por la culata, pero es mejor echar las culpas al demonio de la piratería personalizándolo en el dueño de megaupload. Todo menos admitir responsabilidades, como los políticos. Eso sí, la proliferación del todo gratis es insostenible, pero que ofrezcan alternativas más realistas si no quieren perder la batalla. Mejor algo que nada, ¿verdad? Y es que la piratería no va a matar al cine, pero sí que puede asesinarlo la escasa capacidad de respuesta provocada por la avaricia ante un cambio inevitable.. A fin de cuentas siempre será mejor llevarse algo que irse a la porra intentando conseguir lo mismo que antaño.
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