A estas alturas ya es de dominio público: la flamante ganadora de los Oscar 2018 a mejor película, director, banda sonora y diseño de producción nació de una frustración infantil. Concretamente, la que puso de los nervios a Guillermo del Toro cuando salió de ver 'La mujer y el monstruo' (título español para el mucho más evocador 'Creature from the Black Lagoon') profundamente decepcionado porque los paradigmáticos mujer y monstruo no acababan juntos.
Lo curioso es que, pese a la inevitable romantización que los años le han dado a la película, no hay ningún tipo de reciprocidad, empatía o entendimiento entre ambos. Posiblemente son muchos años en los que nos hemos acostumbrado a la idea del monstruo con buen fondo cautivado por la belleza de una fémina y que gracias a ella / debido a ella se sacrifica para no hacer daño a sus congéneres (los de ella, claro). De 'King Kong' a las primeras películas góticas de la Universal, como 'El doctor Frankenstein' o 'El hombre lobo', el monstruo siempre era un señor torpe pero galante. En este caso, algo menos.
Menos galante que en 'La forma del agua' desde luego, donde presenciamos una relación hecha y derecha, con consumación incluida, entre una mujer y un hombre-pez. Pero aunque 'La mujer y el monstruo' va por derroteros menos erotizados, y aunque Guillermo del Toro recoge múltiples influencias en su película, desde luego la Criatura de la Laguna Negra es la referencia más clara y directa. La revisamos para entender por qué, justo 63 años después de su estreno, sigue siendo todo un clásico.
El ataque del Hombre-Branquia
Aunque hoy día, por tradición y porque la película lo merece, la Criatura de la Laguna Negra (nombre oficial: Gill Man, u Hombre-Branquia) forma parte del panteón de monstruos clásicos de la Universal, junto a Drácula o La Momia o El Hombre Invisible, llegó a las pantallas unos años después que los clásicos, en 1954. Para entonces, la Universal ya llevaba un tiempo autoparodiándose de forma involuntaria (con los tronadísimos cócteles como 'La zíngara y los monstruos') o muy conscientemente (con las películas de Abbot y Costello enfrentándose a sus criaturas).
En 1954 el auténtico filón estaba en el cine de ciencia-ficción, y un poco en esa dirección mira la película, que si bien no es una producción de género, desde luego está más cerca de sus tropos que del castillo con telarañas y la damisela con candelabro y camisón. Tenemos científicos que hacen un descubrimiento que podría cambiar nuestro concepto del origen del hombre, tenemos introducción divulgativa con voz en off, tenemos bicho verde -más alienígena que no-muerto- y tenemos 3D.
El argumento es un peculiar conglomerado de esa ci-fi de moda y de las clásicas monster movies de la casa: un grupo de científicos descubre un fósil de una mano palmípeda que podría apuntar a un eslabón perdido entre criaturas prehistóricas marítimas y terrestres. Un grupo comandado por el Dr. Reed (Richard Carlson), su colega Kay Lawrence (Julia Adams) y el ambicioso Dr. Williams (Richard Denning) viajan al Amazonas a investigar y allí desatan la ira de una criatura anfibia que, defendiéndose de la intrusión, comienza a atacar la embarcación humana.
El origen del argumento está en una fiesta en casa de Orson Welles en 1941 durante el rodaje de 'Ciudadano Kane'. Su buen amigo William Alland, miembro del grupo Mercury Theater donde Welles obtuvo sus primeros éxitos, escuchó una historia en boca del cineasta latinoamericano Gabriel Figueroa, que aseguraba que la historia de un ser anfibio que una vez al año salía del Amazonas, raptaba una doncella y volvía al río era completamente cierta. Una década después, con una firme carrera en Hollywood como productor de éxitos dentro del boyante género de ciencia-ficción (por ejemplo, 'Llegó del más allá' de Jack Arnold), aún seguía dándole vueltas a la historia del ser del Amazonas.
Alland escribió un tratamiento inicial inspirado en 'King Kong', en el que la criatura se enamoraba de una mujer humana, era capturada y llevada a la civilización, donde escapaba y sembraba el caos. Finalmente, Alland abandonó la idea -que sería retomada en las secuelas, 'La venganza del hombre monstruo' y 'El monstruo camina entre nosotros', resultonas pero decididamente inferiores a su precedente- y mantuvo la acción restringida al Amazonas.
Arthur Ross, nominado al Oscar por el guión de 'Brubaker' en 1980 y curtido guionista de películas como 'La carrera del siglo' o episodios de series como 'Peter Gunn' o 'Alfred Hitchcock presenta', se encargó de darle la forma final. El encargado de dirigir la producción fue Jack Arnold, viejo conocido de Alland y auténtica estrella de la ciencia-ficción del momento, gracias a películas como las citadas, Tarántula o la que quizás sea su indiscutible obra maestra, 'El increíble hombre menguante'.
Poética submarina
Por asombroso que pueda parecer dado que hoy aún se la ve erróneamente como producto camp, el impacto y fama de 'La mujer y el monstruo' (500.000 dólares de presupuesto, tres millones de recaudación) vino de que el público nunca había visto un monstruo así. El diseño se distanciaba del estilo "maquillaje y prótesis sobre un actor" de anteriores monstruos de la casa, con un traje de cuerpo completo de un detallismo que aún hoy resulta espectacular: la textura escamosa, el escalofriante brillo de vida en los ojos, las branquias palpitando con la respiración del monstruo...
El diseño del monstruo tiene una peculiar historia detrás: su creadora fue una mujer, Millicent Patrick, polifacética artista que participó como actriz en 21 películas, hizo diseño de producción para muchas más y se convirtió en la primera animadora contratada por Disney. Antes de 'La mujer y el monstruo' participó en varias películas de monstruos de Universal con diseños parciales de las criaturas, pero Gill-Man fue su primera creación total. Por desgracia, el entonces muy popular George Hamilton “Bud” Westmore, hoy famoso por sus prácticas profesionales poco éticas, luchó para que el nombre de Patrick quedara fuera de los créditos iniciales y recibir él toda la fama.
Llegaron a crearse dos trajes del monstruo. Uno para el nativo de Florida Rico Browning, cuyo estilo a la hora de nadar tras ser filmado para unos planos submarinos de prueba gustaron a Arnold. Y otro para el especialista Ben Chapman, que interpretó a la Criatura fuera del agua y que medía dos metros de altura, así que no podían compartir el traje. Esto llevó a sutiles diferencias entre ambos disfraces. Por ejemplo, el traje de Chapman tenía unos abdominales extra al ser más grande.
Esa atención puesta en el diseño de la criatura por encima de cualquier otra cuestión del film parece dar la impresión de que Arnold se maravilla con su monstruo, y como en las grandes películas góticas de la Universal, 'Creature from the Black Lagoon' empatiza con el diferente, lo que sin duda la vincula con 'King Kong'. En todo momento entendemos que los humanos son invasores, que son ellos los que vienen a arramblar con un hábitat ajeno, y los que agreden no por miedo ni por protegerse, sino por pura rabia o ambición. Las acciones de Gill-Man son primitivas y brutales, pero de algún modo el espectador entiende que está defendiendo su territorio.
Por eso, en las sugestivas escenas submarinas, las más famosas de la película, en las que el monstruo espía a Julia Adams mientras ésta se refresca en las turbias aguas de la Laguna Negra, lo vemos todo desde la perspectiva de la criatura. Estas escenas, que en su día estuvieron maravillosamente potenciadas por el efecto 3D con el que se rodó la película, se convirtieron rápidamente en las más recordadas, y son claramente las que más han influido a Del Toro, ya que despiden una poética ingrávida y siniestra muy especial, además de un curioso erotismo que, a diferencia de lo que sucede en 'La sombra del agua', queda eternamente sin enunciar -por motivos obvios-.
Imitadores con branquias
La popularidad de la criatura la ha llevado a ser homenajeada en distintas ocasiones, aunque siempre en papeles secundarios. Quizás las más memorables son el feroz y espectacular homenaje de 'Una pandilla alucinante', el fugaz paso por el cóctel animado de monstruos clásicos de 'Hotel Transilvania' y, cómo no, Tío Gilbert, un Gill-Man con traje que apareció en la primera temporada de 'La familia Monster'. Eso sin contar la gran cantidad de imitadores e hijos bastardos que le han salido, de los excesivos 'Humanoides del abismo' del Corman más zetoso o la brutal italianada 'La isla de los hombres peces'.
Tampoco es de extrañar que la primera 'Creature from the Black Lagoon' haya intentado ser relanzada en distintas ocasiones. El caso más popular es el de John Landis en 1982, que quería producir un remake con el propio Jack Arnold dirigiendo y con Nigel Kneale (creador de Quatermass) con un guión que llegó a completarse con dos Criaturas, una agresiva y otra más sensitiva. La decisión de Universal de dar prioridad a 'Tiburón 3. El gran Tiburón' dio al traste con el proyecto.
Otros directores que se han hecho cargo del posible remake han sido John Carpenter, Peter Jackson e Ivan Reitman en los noventa, Gary Ross -tras el éxito de 'La momia' en 2001 (con la ayuda de su padre Arthur A. Ross, uno de los guionistas originales), Guillermo del Toro en 2002 con un proyecto que tenía mucho en común con 'La forma del agua', Breck Eisner en 2005, y ya en 2012, Dave Kajganich. Se preveía un remake como parte del Dark Universe de Universal, con guión de Will Beall. El fracaso de 'La momia' y la salida de Alex Kurtzman and Chris Morgan ha vuelto a poner en entredicho el proyecto.
Está claro que nuestro Hombre Pez, en cualquier caso, se resiste a ser olvidado. El calor con el que ha sido recibida 'La forma del agua', toda una secuela apócrifa de 'La mujer y el monstruo', es la mejor prueba: brutal o romántico, submarino o en tierra firme, parece que 'Branquias bajo el agua' vuelve a ser el baile de actualidad.
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