La tabla que podéis ver sobre estas líneas corresponde a la demostración gráfica de lo que es el dilema del prisionero. Vendría a ser la estrategia a seguir por parte de dos prisioneros que han sido arrestados para obtener un mejor trato de la policía bajo unas premisas. Como los presos están separados e incomunicados deben decidir qué hacer pensando en lo que vaya a hacer el otro. Y en el cuadro están las opciones que cada uno podría escoger. Vistas las mismas, lo normal es que el sentido común te haga enfrentarte a tu colega y delatarle ya que el trato de la policía es el mejor. ¿Y si los dos hacen lo mismo? Resulta que el resultado mejor es el peor posible. ¿Qué hacer entonces? No delatar al otro prisionero ya que al menos así se obtendrá el mal menor minimizando el castigo. Es decir, optar por la opción que a primera vista no parece la mejor. ¿Os va sonando?
En este punto, os preguntaréis, ¿a qué viene todo esto? ¿Por qué en un blog de cine me pongo a hablar de una teoría económica y del dilema del prisionero? Porque volviendo al artículo que escribió Daniel Sánchez Arévalo, me da que nadie ha explicado a la gente del cine español este dilema, y que sus opiniones, como tantas otras, de echar las culpas a las descargas de Internet y no ver la solución real, tienen su explicación en el citado dilema y en el equilibrio de Nash. Sólo con entender esta teoría, quizás comprenderían que más que ir contra aquellos que toman como opción formas alternativas de ver cine, que no piratas, deberían pensar en no cargar las tintas y ver cómo pueden hacer para comprender por qué sucede esto. Valorar la razón por la que el público al que supuestamente dirigen sus obras toman varias alternativas para verlas.
John Forbes Nash Jr, dicho así al mundo del cine quizás le suene a chino, es el personaje protagonista de la película 'Una mente maravillosa', la de Ron Horward y Russell Crowe. John Nash en realidad fue un matemático que dentro de la teoría de los juegos, y frente al problema que presentaba para ésta el dilema del prisionero, formuló una teoría económica que intentaba explicar uno de sus problemas y a la que se denominó el equilibrio de Nash. Jorge S. Díaz la explica perfectamente:
En teoría de juegos se define este equilibrio como un modo de obtener una estrategia óptima para juegos que involucren a dos o más jugadores. Si hay un conjunto de estrategias tal que ningún jugador se beneficia cambiando su estrategia mientras los otros no cambien la suya, entonces ese conjunto de estrategias y las ganancias correspondientes constituyen un equilibrio de Nash.
Esta teoría aparecía explicada en la película que comentaba antes, en una secuencia en la que Nash y sus compañeros de tesis se encuentran en un bar reunidos. En ese momento aparece una rubia despampanante junto a unas amigas que llama la atención del grupo. Para ver cómo conseguir a la rubia citan a Adam Smith para ver cuál debe ser la estrategia a seguir: el mejor resultado es producto de que cada uno en el grupo haga lo mejor para si mismo. Sin embargo, Nash se da cuenta que la opción correcta no es la que planteaba Adam Smith, sino que el mejor resultado vendría a ser producto de que cada uno de los miembros del grupo hagan lo mejor para si mismos y para el grupo. Es decir, colaborar.
Volviendo al universo del cine y al problema en cuestión del que tanto se quejaba Daniel, o del que también se quejaba Manuel Gutiérrez Aragón, con la siguiente frase de su artículo:
¿Cúando fue la última vez que fuiste a esos cines? Esos cines seguirían abiertos si no dieras la vuelta a la esquina y compraras la película que se está proyectando en un top-manta. Si no llegaras a casa y te bajaras los estrenos por el e-mule
Ahí entiendo que a Daniel le han explicado mal la realidad o alguien le ha puesto una venda en los ojos, cuando él, aunque no lo entienda, debería ser de los menos indicados para quejarse. Parte del problema, como bien explica Casiopea como respuesta a esa afirmación, está en la pura especulación inmobiliaria. Además, se ha establecido por norma en este país, que los cines con una única sala, no son rentables. Que los cines, sin un aparcamiento cercano y gratuido, no son rentables. Si no están en centro comercial, no tienen viabilidad. ¿Por qué surgió la idea de Kinepolis? ¿O por qué una empresa creyó que el negocio de las salas de cine evolucionaría hacia ese modelo de negocio? Y no sólo eso, el problema estaba también en que las unisalas, para llegar a tener ciertas películas, debían tragar con ciertos estrenos, malos, impuestos por las distribuidores. Entre la variedad, es más sencillo minimizar los riesgos.
Pero volviendo a la entrada de Casiopea, lo más sencillo es echar balones fuera y la culpa a las descargas y a la piratería, o cogiendo las palabras de Guillermo Zapata:
Dani apela a una responsabilidad individual y, afortunadamente, no plantea que lo ideal sería que no hubiera top-manta o emule, decisiones no sólo poco útiles, sino profundamente represivas. Sino que dice algo tan coherente como "Si te gusta el cine, tienes que verlo en el cine. No descargarlo". ¿Saben porque? Porque a Dani, como a mi y a todos, nos han enseñado que cada copia no autorizada vendida, que cada película descargada, es un espectador menos. Y eso es simple y llanamente MENTIRA. Mentira inventada por unos que repetimos otros incurriendo en hacerla verdad. Es mentira que alguien que se descarga una copia del último estreno lo haga porque ha decidido dejar de ver una película.
Esta última frase encierra una enorme verdad. Resulta que la mayoría de la gente que hace usa de las descargas, lo hace porque en muchos casos no puede tener acceso a ciertas películas. Porque en la idea de rentabilizar unas películas, ciertas obras están descatalogadas y no es posible verlas. Que esa gente que no ve películas porque no va al cine es luego la que se encarga de hacer funcionar el boca a boca, meter la película en la conversación que es Internet y recomendarla para que la gente que no la ha visto encuentre la forma de ver la película y conozca a ese cineasta, como ha ocurrido con Daniel. Y vuelvo a una pregunta que siempre planteo a la gente del cine español cuando se mete con lo que ellos consideran piratería: ¿Cuántas películas españolas se ven en el top-manta? ¿Cuántas películas que se compran allí son españolas? ¿Cuántas películas españolas son descargadas? ¿Y en qué proporción? ¿Por qué no puede alguien corroborar primero si tal película merece su visionado en una sala de cine? ¿No tiene el cliente el derecho a poder elegir qué hacer con su dinero en un mercado libre de oferta y demanda?
Todas estas preguntas son cosas que el cine español debería plantearse y que entroncan con la teoría de los juegos y el dilema del prisionero al que hacía hincapié a lo largo de la entrada. En el mundo actual, la idea de la SGAE y de la industria cinematográfica es competir y atacar a los "piratas" (asumiendo que hablamos de la gente que no saca beneficio económico y descargas películas para uso privado), cuando, en realidad, y dado que ellos no avanzan ni encuentran soluciones, éstos les pueden estar enseñando una forma nueva de entender el negocio del cine. En el largo plazo, como el dilema del prisionero y el equilibrio de Nash, colaborar y cooperar va a ser la mejor opción, porque la sociedad les está demostrando que es lo que quieren, y lo contrario a día de hoy es una batalla perdida. Cierto que a corto plazo demostrarle al cine español, que bastante tiene con vivir al día, la validez de una estrategia de cooperación es difícil que lo entiendan.
Por eso, el uso de la teoría de los juegos, del que tenemos una explicación en el documental 'The Trap' de Adam Curtis, cuya introducción tenéis a continuación, y entero en Google video.
Para finalizar, pianista en un burdel aclara perfectamente la falacia de la existencia de las descargas gratuitas, como si pagar el canon y la conexión de ADSL no costase nada. Y al contrario de lo que piensa Chico Santamano, el problema al que él no ve solución sí la tiene. No sólo por echar mano de la teoría económica (sin tocar el tema de las subvenciones), ya que mirando a la industria discográfica, y tras muchos intentos de persecuciones, algunas empresas están comprendiendo que lo mejor es colaborar con lo que antes era el enemigo, que nunca lo fue. Sólo fueron clientes buscando alternativas al alcance de la mano dentro del mercado. Claro que las leyes cambiaron, pero eso mismo lo vio alguien hace más de 50 años en el dilema del prisionero de la teoría de los juegos.
Nota: En el prólogo de El Caballero Oscuro, se puede ver un ejemplo de la teoría de los juegos con un resultado determinado.
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