Para alguien que, como un servidor, siempre ha tenido una especial devoción por la obra impresa y los personajes de DC Comics, el futuro del proyecto cinematográfico de la compañía se antoja especialmente prometedor; especialmente después de una DC FanDome que abrió infinidad de posibilidades y dejó entrever cierta libertad creativa que podría traducirse en una nueva hegemonía en el panorama de las adaptaciones superheróicas a la gran pantalla.
Aunque, si hay algo que ha disparado mis expectativas por encima de producciones como el 'Escuadrón Suicida' de James Gunn o la ‘The Batman’ de Matt Reeves, eso es 'Justice League: The Snyder Cut’. Un montaje alternativo casi interminable que podría plantear nuevos horizontes en el universo fílmico de Detective Comics. La versión definitiva de la malograda ‘Liga de la justicia’, con una inyección de más de 70 millones de dólares para completar la ansiada visión de Zack Snyder apunta a una —comprensible— maniobra de Warner Bros. para mantener al prestigioso director en sus filas.
De ser esto cierto y llegar a buen puerto la dinámica entre cineasta y estudio, y considerando la amplitud de miras del renovado DCU, creo que lo mejor que podría pasarnos a los devotos del trabajo de Snyder es una nueva alianza con Henry Cavill para traer de vuelta a su genial y atormentado Superman en una segunda entrega de la notable ‘El hombre de acero’.
El carisma de Henry
Desde el pasado mes de mayo, las redes sociales han sido caldo de cultivo para especulaciones sobre un posible retorno de Henry Cavill, que estaría negociando con Warner su regreso como Kal-El al Universo Extendido de DC en lo que, aparentemente serían únicamente cameos. No obstante, como soñar es gratis, la situación mencionada respecto al Snyder Cut y el proyecto a gran escala de DC Films, sumado al estatus actual del intérprete británico, podrían sugerir un pequeño rayo de esperanza para una ‘Man of Steel 2’.
Que su aparición como secundario en ‘Enola Holmes’ dando vida a Sherlock haya desatado tantas pasiones es sólo una muestra más de la inmensa popularidad de la que está gozando el actor; en ascenso imparable desde su participación en ‘Los Tudor’ como Charles Brandon y su sucesión de éxitos mediáticos como ‘Immortals’, ‘Operación U.N.C.L.E.’, ‘Misión Imposible: Fallout’ o la adaptación de ‘The Witcher’ para Netflix.
En todas estas producciones, Henry Cavill ha demostrado dos cosas: que es un actor mucho más solvente de lo que se suele reconocer en términos interpretativos —a su papel en la serie de BBC me remito— y que tiene un carisma y una presencia frente a la cámara envidiables; ya sea a pecho descubierto, como un espía de alta costura, luciendo mostacho o con la melena blanca de Geralt de Rivia al viento.
Pero más allá de héroes mitológicos, y cazadores de monstruos, si hay un personaje para el que parece haber nacido Cavill, ese es Superman. Verle embutido por primera vez en el traje del último hijo de Krypton, con esa mirada cálida contrastando con una pose estoica enriquecida por su gigantesco físico borró de un plumazo el recuerdo de las representaciones de carne y hueso de Brandon Routh, Tom Welling, Dean Cain o Tyler Hoechlin; rivalizando incluso con los niveles de iconicidad del mismísimo Christopher Reeve.
Ver a Henry Cavill en ‘El hombre de acero’ —y, posteriormente, en una ‘Batman v Superman’ que siempre defenderé a capa y espada— hizo que, por primera vez, pareciese verosímil que un hombre pudiese volar, aguantar una plataforma petrolífera sobre sus hombros y combatir una amenaza metahumana sin más ayuda que los consejos de su difunto(s) padre(s).
El talento de Zack
Si ‘El hombre de acero’ resultó tan ampliamente satisfactoria no fue únicamente gracias a la cara bonita de Henry Cavill. Tras su caótico y desubicado Clark Kent, en búsqueda constante de su verdadera identidad, se encuentra la talentosa mano de Zack Snyder; otro de esos cineastas que polarizan al colectivo cinéfilo desatando amores u odios, encontrando rara vez términos medios.
Su visión del superhéroe creado por Jerry Siegel y Joe Shuster fue duramente criticada por todos aquellos que ya despreciaron la apuesta sobria de Christopher Nolan —aquí productor y creador de la historia— en su trilogía del Caballero Oscuro. Snyder decidió huir de la cachonda autoconsciencia de su anterior película, ‘Sucker Punch’, para insuflar un extra de solemnidad que, a mi juicio, sentó de maravillas al largometraje.
Gracias a este tono —para muchos impostado—, que hibrida épica y languidez, el director moldeó a un Kal-El que funciona igualmente como figura mesiánica y como ídolo imperfecto; sembrando su camino de dudas, flaquezas y dilemas morales que se alinean por momentos a obras impresas de la talla del maravilloso ‘All Star Superman’ de Grant Morrison y Frank-Quietly.
Para mayor controversia, además de retorcer el tono asociado a las aventuras del hombre del mañana, Snyder se atrevió a transgredir algunos de los códigos éticos inherentes al personaje, enfureciendo al fandom más integrista al ver cómo su Superman partía el cuello a Zod, acabando con su vida, para después proferir un grito desgarrador que aún pone los pelos de punta.
Por si todo esto fuera poco ‘El hombre de acero’ se vio enriquecida por ese tratamiento ultraestilizado de la imagen marca de la casa Snyder —en esta ocasión, sin su característico speed ramping—, que, de la mano de la contrastada y vibrante fotografía de Amir Mokri, nos brindó desde instantáneas hermosas en la granja Kent hasta unas batallas descomunales como nunca antes habíamos visto en una cinta del estilo.
Como veis, bajo mi humilde punto de vista, sobran los motivos para ensalzar ‘El hombre de acero’ como una de las grandes obras del subgénero; y sería un auténtico privilegio poder disfrutar nuevamente de todos estos ingredientes en una hipotética continuación. Con el multiverso de DC confirmado y en marcha, las vías a explorar son casi infinitas; esperemos que una de ellas opte por dar continuidad a la catedral superheróica que Zack Snyder empezó a construir en un ya lejano 2013.
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