Las historias de superhéroes en universos alternativos, sin necesidad de obedecer a continuidades gigantescas y a menudo limitadoras de la creatividad, proporcionan algunas de las variantes más jugosas de las historias habituales del género, tanto en Marvel como en DC. Transcurren en multiversos donde héroes con continuidad habitualmente férrea se pueden permitir forjar nuevas relaciones o incluso morir o tener conductas inaceptables en el canon de siempre, en historias a menudo autoconclusivas y que quedan como fogonazos de historia alternativa. 'Hijo rojo' es la mejor de todas ellas de entre las protagonizadas por Superman.
Publicada en 2003 por DC en tres volúmenes, escrita por Mark Millar e ilustrada por Dave Johnson, Andrew Robinson, Walden Wong y Killian Plunkett, responde a una demoledora pregunta que cambia por completo el devenir del mundo: ¿Y si Superman, en vez de caer en Estados Unidos siendo un bebé hubiera caído en la Unión Soviética? Millar lleva la situación al límite, estableciendo un inquietante espejo entre lo que "sucedió" y lo que podía haber sucedido, cuestionando como siempre hace en sus comics la naturaleza de los héroes y su impacto en la sociedad.
La noticia, contada en exclusiva por el blog Revenge of the Fan, es que habrá película animada de 'Hijo rojo'. Su responsable filtra el cast de voces que participará en el film, aunque sin personajes adjudicados: él apuesta por Travis Willingham para hacer de Superman. El proyecto se suma a las tendencias recientes de la exitosa facción animada de DC de adaptar arcos clásicos de sus personajes en los comics: hemos visto 'El Regreso del Caballero Oscuro' o 'La broma asesina', y en el futuro llegarán 'Batman: Silencio' o 'El largo Halloween'.
Pero... ¿qué es un universo alternativo?
El término "multiverso" se ha vuelto a poner de moda gracias a la agresiva zambullida en el concepto que 'Spider-Man: Un nuevo universo' ha proporcionado a espectadores de todo el mundo. El Spider-verso llevaba un tiempo manejándose en los comics como una forma de dar explicación a personajes como Spider-Gwen o Spider-Man 2099, cuya creación en realidad obedece a decisiones editoriales para llegar a nuevos públicos en los comics. En Marvel, además del Spider-verso, existen multiversos como el de la línea Ultimate, o donde habitan los Marvel Zombies.
En los ochenta, Marvel popularizó el concepto con la colección 'What If...', en la que en cada número se planteaban historias alternativas a partir de preguntas como "¿Y si los 4 Fantásticos no hubieran conseguido sus poderes?" o "¿Y si no hubiera muerto el tío Ben?". Un simpático experimento que convertía los multiversos, nada ordenados, en una marca que explotar de forma continuada, muy al estilo de la pregunta que se hace Mark Millar en 'Hijo rojo'
La situación multiversal de DC era muy distinta: en los ochenta la editorial se vio obligada a publicar su histórico 'Crisis en Tierras Infinitas', que cogió todas las variantes y encarnaciones de sus personajes, algunas con décadas de historia, les dio sentido y les puso orden, creando una sola y sencilla continuidad. Por supuesto, desde entonces la idea de los multiversos ha vuelto a DC pero nunca como aquel caos demencial pre-Crisis, que en realidad no obedecían a la intención de crear un universo de múltiples caras, sino a un plan editorial asilvestrado durante décadas.
Al estilo del 'What If...' de Marvel, pero mucho más interesante desde el punto de vista creativo, DC creó el sello 'Elseworlds' (Otros mundos) para dar salida a historias a menudo autoconclusivas, sin intención alguna de cruzarse con el universo oficial de la compañía, y que permitía a los creadores poner en pie conceptos tan disparatados como este 'Hijo rojo', 'Gotham: Luz de Gas' (Batman contra Jack el Destripador), 'Gotham Noir (Batman de serie negra), 'JLA: El clavo' (los Kent nunca encuentran a Superman) o el soberbio 'Kingdom Come', en un mundo futuro donde se enfrentan superhéroes y vigilantes.
'Hijo rojo': Superman y supercomunista
Superman también tiene interesantísimas historias alternativas. En 'Balas ardientes', Kal-El era criado no por los Kent sino por los Wayne, y cuando estos mueren en un atraco, se convierte en una especie de Batman con superpoderes. Y en el impresionante 'Identidad secreta', escrito por Kurt Busiek y dibujado por Stuart Immonem, Clark Kent es un chaval en un mundo donde todos los superhéroes son ficción... hasta que descubre que él tiene poderes. Decide ponerlos al servicio del bien, pero sin que se entere nadie.
Sin embargo, ninguna historia alternativa de Superman ha tenido el impacto de 'Hijo rojo', recibido extraordinariamente bien por la crítica en su día y nominado en 2004 a un Premio Eisner. El motivo está claro: en la mejor tradición de Millar, el cómic conjuga un extenso conocimiento de la mitología superheroica y sus recovecos argumentales, que usa para darles un giro y cuestionarlos. Es algo que Millar lleva haciendo toda la vida: de forma más superficial en cómics como 'Kick-Ass' o 'Némesis', y de forma mucho más profunda en su etapa en 'The Authority', en 'The Ultimates' (inspiradora directa del MCU tal y como lo conocemos, ahí es nada), en su soberbio 'Marvel Knights Spider-Man' o en este 'Hijo rojo'.
El high-concept de Millar, el que con una sola pregunta voltea todo el origen de Superman, se lleva al extremo: Kal-El se convierte en símbolo de la dictadura de Stalin, pero sin dejarse politizar (o eso cree él). Icono del comunismo, pero peleando por los desfavorecidos, acabará llevando la doctrina del partido a todo el mundo, salvo a unos Estados Unidos que siguen aferrados al capitalismo. Tendrá dos enemigos principales: Batman, un huérfano cuyo germen está en las tropelías de la policía secreta soviética y que se presenta como enemigo implacable del sistema; y Lex Luthor, el hombre más inteligente del planeta, cuyo gobierno le encarga acabar con Superman, pero que acabará convirtiendo en su obsesión personal.
Millar hace algo muy habitual en este tipo de historias de universos alternativos, que es redefinir absolutamente todo el universo de la editorial bajo las nuevas reglas que propone. Así, todos los grandes enemigos de Superman reaparecen (empezando por unos Bizarro y Brainiac bastante fieles al original), a menudo como criaturas a las órdenes de Luthor. Y también tenemos a otros héroes, como Wonder Woman y Green Lantern: la primera mantiene su identidad y filosofía, el segundo es un militar a las órdenes de Luthor que pretende usar el anillo de poder como arma contra Superman.
Irónicamente, la propia presencia de Superman, un Gran Hermano superpoderoso que garantiza un mundo seguro y próspero pero absolutamente carente de libertades, es políticamente significativo, y todas las influencias que maneja Millar en su cómic se aglutinan en torno a esa idea. Por encima de cualquier otra influencia, obviamente, están las novelas de ciencia-ficción distópica tipo 'Un mundo feliz', o '1984' que sobrevuelan el argumento. Pero en la personalidad de Superman también están presentes las reflexiones que Millar ya manejaba en 'The Authority', un grupo de superhéroes que garantizan la paz y el orden... poniéndose ellos mismos por encima de la ley.
La personalidades de los dos grandes protagonistas del cómic, Batman y Superman, cita a dos obras claves de Alan Moore en los ochenta. Por una parte, el Superman frío, desapegado de las cuitas humanas pero vigilante como un superpadre, recuerda en parte al Dr. Manhattan de 'Watchmen', que también coincide con 'Hijo rojo' en la jugosa elección de la Guerra Fría para ambientar parte de la historia. Y Batman recuerda necesariamente a V, el terrorista de 'V de Vendetta', que siempre prefirió una sociedad opresiva e imperfecta, pero libre, a una pulcra distopía sin espacio para el error.
Pero sin duda, el aspecto que define y da personalidad a 'Hijo rojo' es la inevitable retranca del guionista escocés, que no necesita cambiar la personalidad a Superman para convertirle en dictador, o a Batman para convertirle en héroe proscrito. La tesis de Millar (aunque el cómic es lo suficientemente ambiguo como para permitir distintas interpretaciones, sobre todo con ese final de ciencia-ficción que, dice Grant Morrison, se le ocurrió a él) parece ser que son solo las circunstancias las que nos llevan en una u otra dirección.
Es decir, Superman sigue siendo el alienígena empático con nuestros problemas pero incapaz de dejar de vernos como seres limitados que necesitan protección. Y Batman sigue siendo capaz de hacer que el mundo arda con tal de defender las libertades individuales. Es el talento de Millar como maestro ajedrecista el que hace que esas personalidades eternas, esculpidas en piedra lleven el destino del mundo por otros derroteros.
Todo ello queda refrendado por un apartado gráfico que subraya lo simbólico, y no solo en terminos políticos. Por supuesto, está el fabuloso uniforme del Batman soviético (¡esas orejas-abrigo!) que parece más manufacturado que nunca. Y está la fabulosa tendencia a lo icónico de detalles como el logo de Superman fusionado con la hoz y el martillo, o las portadas del cómic que replican propaganda bélica rusa y norteamericana, pero en clave superheroica. Pero también, cerrando el círculo de las citas históricas, las viñetas que homenajean momentos icónicos de la historia de Superman, pero en clave estalinista.
Estos son solos unos pocos de los aspectos que ofrece al lector 'Hijo rojo', ya que su narrativa, que abarca varias décadas y personajes que se entrecruzan entre sí, se bifurca en múltiples guiños y citas. Está por ver si la película, que posiblemente no nos llegue hasta 2020, consigue otorgar de un ritmo razonable al estilo del original, verborreico y con menos acción que un cómic de superhéroes al uso. Hasta entonces, tenemos un universo alternativo tan memorable como cualquiera oficial.
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