Pese a ser el villano más popular de los comics de Spider-Man desde que nació en los años ochenta, su paso por la gran pantalla ha sufrido unos cuantos baches. Su aparición en 'Spider-Man 3' dejó un sabor agridulce tanto por la limitadísima manera en la que eran aprovechadas sus posibilidades como por el claro desinterés de Sam Raimi, y su película en solitario ha dejado opiniones variadas y contradictorias por el camino, pese al notorio bombazo de taquilla.
Sin embargo, si enfrentamos a ambas interpretaciones del personaje, veremos que la versión de Raimi tenía aspectos muy interesantes que se han dejado de lado en la de Hardy, empezando por su claro nexo con el Universo Spider-Man. Así que hemos estructurado este combate en cinco puntos con los que analizaremos los elementos primordiales de estas dos versiones del simbionte arácnido. ¿Quién crees que enseñará más los dientes?
1 - Fidelidad general al comic
A estas alturas ya nos conocemos y sabemos que la fidelidad al original no necesariamente es un valor: saber traicionar en los momentos adecuados también puede sumar puntos a favor. En este caso, ninguna de las dos adaptaciones es tremendamente fiel y en determinados momentos se toman sus libertades. Originariamente el simbionte tenía, simplemente, rasgos de uniforme: el famoso traje negro de Spiderman, de características regenerativas y que el héroe encontró en las popularísimas 'Secret Wars' de 1984.
El problema es que el traje es muy exigente: potencia la rapidez y reflejos de Peter Parker, pero también le convierte en alguien muy irritable e incapaz de conciliar el sueño. Este traje-cocaína (la metáfora no es demasiado disimulada que digamos) se encapricha con Parker, y cuando éste intenta volver a una existencia más saludable, el simbionte no se deja. Tras varias intentonas de abandonarlo, Spider-Man consigue deshacerse del extraño organismo parasitario y éste se alía con Eddie Brock, rival en la vida civil de Peter Parker al que dota de extraordinarios poderes y una notable sed de sangre.
Desde entonces, Venom, como buen superhéroe, ha ido cambiando según la personalidad e intenciones de los artistas que se han ocupado de él en cada momento, pero ha llegado a librar guerras con otros simbiontes y a convertirse en arma gubernamental. Aunque Brock es su dueño más conocido, hay otros Venom, incluyendo el mítico secundario del Universo Spider-Man Flash Thompson o Miss Marvel, entre otros huéspedes de ambos sexos.
Está claro que, en estos términos, es el Venom del 'Spider-Man 3' de Raimi el que más elementos prestados toma de este origen: la presencia del héroe arácnido como primer huésped del simbionte, la relación tensa de Parker y Brock que se magnifica cuando el alienígena se alía con este último... sin embargo, los datos biográficos fríos no lo son todo: la corpulencia, el talante sádico y el aspecto alienígena que han dado la fama al Venom de los comics (una explotación de un xenomorfo de 'Alien', a su manera) está mejor traducida a imágenes en la película de Tom Hardy.
Así que zanjamos este punto con empate técnico: ambas versiones tienen una inspiración muy clara en el personaje original de los comics, y éste es reconocible. Al menos lo es en mayor medida, y pese a las inevitables libertades, que adaptaciones mucho más libres de personajes del Universo Spider-Man como el Electro de 'The Amazing Spider-Man 2' o el Duende de la primera entrega de Raimi.
2 - Argumento y origen
En 'Spider-Man 3', el simbionte llega directamente a la Tierra en un meteorito que aterriza en Central Park. Mientras Peter Parker duerme con el traje de Spider-Man puesto tras una riña con Mary Jane, la criatura le toma como huésped y lo controla mientras duerme, sacando además su lado más oscuro a la luz (piropea a las chicas y se cambia de peinado). Por otro lado, Parker se enfrenta a Eddie Brock, un fotógrafo rival que presenta al héroe como criminal.
Cuando Parker demuestra que Brock es un plagiario, éste es despedido y al rechazar Spider-Man definitivamente al simbionte, éste toma a Brock como huésped y ataca a las personas cercanas a su enemigo. Acaba fulminado por una de esas ideas tan de cómic de superhéroes que quedan fatal cuando son traducidas a imágenes en movimiento y que aquí se salva gracias al brío visual de Raimi: los sonidos penetrantes (primero una campana, luego unas varas de acero en un edificio en construcción -!!!-) hacen perder el control al simbionte.
En cuanto a 'Venom', es una misión de una corporación científica la que trae al simbionte a la Tierra después de descubrir esta forma de vida en un cometa. Cuando se estrella en nuestro planeta, la empresa recoge las muestras y descubre que los alienígenas no pueden vivir sin el oxígeno de un huésped. Brock, un periodista de investigación que está arruinado tras investigar los tratos sucios de la corporación Life, se introduce en secreto en los laboratorios y es atacado por el simbionte. Así descubre que en realidad el cometa era una forma de desplazarse de los simbiontes en busca de nuevos mundos que conquistar.
Según Brock va haciéndose a los poderes sobrehumanos que le otorga el simbionte, descubre que éste le está dañando órganos vitales y que la única forma de acabar con él es, como en el cómic y en la película de Raimi, con fuego y sonidos penetrantes. Brock y Venom deberán enfrentarse al otro simbionte que queda en la Tierra, Riot, que pretende usar los recursos de la corporación para viajar hasta el cometa y traer al resto de los de su destructiva raza al planeta.
La aproximación a la idea de una entidad alienígena que aprovecha los recursos fisiológicos que le proporciona una forma de vida nativa, a la que parasita a la vez que potencia está presente en ambas películas, pero indiscutiblemente de forma mucho más clara en la de 2018. En ambas se parte de la misma base, pero en 'Venom' se explota con más acierto la idea de una forma de vida extraña que acaba entendiéndose con su huésped, hasta formar un nuevo organismo diferenciado y único, resultado de la unión de fuerzas. También en esta entrega está la idea del paria entre los de su raza, un proscrito entre simbiontes y entre terrestres.
La película de Raimi estaba más en sintonía con la metáfora del simbionte como una droga cuyo abuso cambia personalidades, distancia de los seres queridos y crea una adicción dañina. 'Spider-Man 3' prefería considerar a Venom un organismo parasitario, y el espectador siempre lo ve como un villano, en parte porque se nota que Raimi no le encuentra la dimensión trágica de los enemigos clásicos del arácnido, pero también porque no sabe plasmar el lado atractivo del simbionte. El resultado es que aunque el origen del simbionte en la película de Raimi es más fiel al cómic, la forma de plasmarlo de 'Venom' es más sugestiva y, en último término, más afín a la esencia del personaje.
3 - Presencia física
Las diferencias más patentes entre ambas versiones de Venom están en este apartado. En el film de 2007 se nos muestra claramente que el origen del aspecto de Venom está en su primera encarnación como traje de Spider-Man, de ahí la textura de su piel tipo spándex (con modificaciones, como la capacidad de regenerarse), el logo de la araña en el pecho y la icónica disposición de los ojos. Del mismo modo, este Venom es mucho menos corpulento y musculoso: es, esencialmente, un traje negro de Spider-Man, incluso cuando usa a Brock como huésped, donde apenas crece de tamaño.
Sin embargo, Venom encarnado por Tom Hardy es más similar al exageradísimo alienígena original, lo que lo convierte en el gran punto fuerte de la irregular película de Ruben Fleischer. Con unos efectos CGI lógicamente muy superiores a los de 2007, este Venom muestra una piel líquida, repulsiva, casi de alquitrán, más lógica dadas sus capacidades multiformes. La boca es puro Venom, con varias hileras de dientes -reconectando con el espíritu de imitación de Alien del original- y una lengua babosa y enorme. Del mismo modo, los ojos son más pequeños, quizás intentando distanciarse del parecido con Spider-man.
En general, el Venom de Hardy es más agresivo y aterrador, pero lo exagerado de sus rasgos y su mayor expresividad (el Venom de Raimi solo la tenía cuando descubría la cara de su huésped) le dan también mayor carisma. Es decir, es más fácil encontrar en la versión de 2018 los rasgos visuales que ayudaron a convertirle en el gran antihéroe Marvel de los noventa.
4 - Poderes
La inspiración directa del Venom de Raimi en Spider-Man hace que sus poderes tengan mucho más sentido: lanza redes, se pega a las paredes, tiene la fuerza proporcional de una araña y la agilidad sobrehumana aún más potenciadas... Es, esencialmente, un Spider-Man bañado en negro, con sus mismas características pero movimientos y actitud mucho más violentos y malignos.
El Venom de 2018 se encuentra con su segunda gran dificultad -después del aspecto- a la hora de desvincular su origen de Spider-Man (¿hasta qué punto, por cierto, es una buena idea? ¿Habrá intención de que choquen en un futuro en una película del héroe?). El film de Ruben Fleischer sale, sin embargo, medianamente airoso del empeño, gracias al empleo del cuerpo semilíquido del simbionte para sustituir las redes: los tentáculos, protuberancias y apéndices que en los cómics a menudo son mera estética aquí funcionan a modo de redes, y lo cierto es que su empleo en las secuencias de acción da pie a algunos de los momentos más inspirados de la película.
En cuanto a la superfuerza, agilidad y subirse por las paredes, se ha convertido en una nota tan común en el superheroismo audiovisual que nadie piensa ya en Spider-Man al verlo aplicado a Venom.
5. Brutalidad y humor negro
Para muchos fans del Venom de los comics, esta será su característica primordial, por encima de cualquier otra consideración de aspecto, poderes u orígenes. Es lo que lo convirtió en una estrella: la brutalidad y frontalidad de su sentido del humor, a veces tirando del tópico del forastero en tierra extraña, a veces confrontando su pasión por la violencia explícita con los modales mucho más estrictos de los héroes o con su propia y arbitraria ingenuidad alien.
Salvo algún comentario aislado, esta característica se perdía en el Venom de Raimi, que plasmaba su bilioso sentido del humor cambiando el comportamiento de Peter Parker con una radicalidad y ridiculez que nunca se vio en su soporte original. Para todo lo demás, Venom era ferocidad y violencia, pero no comentarios jocosos sobre ingestión de órganos. Sin duda, el desinterés de Raimi por el personaje, que ha sido sobradamente documentado, fue lo que hizo que no se molestara en caracterizarlo con un poco más de salero, y lo que lo convirtió en una versión ultraviolenta de Spider-Man, sin más.
En cambio, la versión de Hardy acierta de pleno, y aunque hubiera sido realmente interesante ver cómo el sentido del humor del simbionte se hacía aún más brutal con una calificación R, lo cierto es que entre líneas se detecta un tonillo malicioso muy estimulante. Tom Hardy y su espectacular trabajo vocal también hacen mucho por dotar de carisma al alienígena, y su sorprendente registro como comediante físico redondea una encarnación de Venom que cojea por cuestiones posiblemente relacionadas con las injerencias de Sony en la post-producción del film, pero desde luego no por la plasmación del antihéroe en pantalla.
Posiblemente este último punto resume bien los pros y los contras de cada película: más fiel a la letra y más respetuosa con los orígenes arácnidos la de Raimi, pero carente de humor y carisma. Las libertades que se toma la versión de 2018 escocerá a los puristas de las adaptaciones, pero sin duda el resultado está más cerca de una aproximación definitiva al personaje. Ya lloraremos con Matanza.
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