Ambas películas tienen de nexo común al guionista William Goldman, y a una historia que él mismo nunca se ha cansado de repetir. Como bien saben los seguidores de 'La princesa prometida', la película se basa en la novela del propio Goldman, pero lo que a lo mejor muchos no saben es que la genialidad de la misma se encuentra en el prólogo y en el uso que hizo de una historia que se inventó para dar mayor altura a 'La princesa prometida'. En el fondo, con ese prólogo lo único que buscaba era recuperar la infancia, aquello que le hizo convertirse en escritor, que lo cuenta mucho mejor Jonás Trueba en una gran entrada sobre la clase encubierta de cine y literatura que es ese prólogo.
Aprovechando esto, quiero destacar unas líneas con las que acababa la introducción a la novela, y que son el motivo de esta entrada, palabras de William Goldman respecto al nexo de unión con 'Dos hombres y un destino'.
"Cuando muera, si en el Times me llegan a dedicar una nota necrológica, será gracias a 'Dos hombres y un destino'". De acuerdo, ¿cuál es la escena de la que todo el mundo habla, el momento único que se graba en la memoria de todos, en la tuya, en la mía y en la de las masas? Respuesta: el salto desde el acantilado. Bueno, cuando escribí esa escena, recuerdo que pensé que los acantilados desde los que saltaban eran los Acantilados de la Locura que todo el mundo intenta escalar en 'La princesa prometida'. Cuando escribí 'Dos hombres...' a mi mente acudían imágenes retrospectivas en las que aparecía mi padre cuando me leía la escena de la escalada con cuerdas de los Acantilados de la Locura, mientras la muerte aguardaba agazapada".
Pues por raro que le pueda parecer al señor Goldman, si por algo se le va recordar, en la mente de los que recuperaron la infancia gracias a una película, será por los acantilados de la locura.
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