Pekín Express terminó el domingo con la victoria de la “pareja en crisis”, Fernando y María, y también con su máximas cifras de audiencia. El concurso le ha funcionado a Cuatro casi desde el primer día y ha sido capaz de sobrevivir y triunfar en el siempre complicado prime-time de los domingos. Posiblemente, en próximas ediciones no lo tendrá más fácil porque sus rivales lo tomarán como un competidor serio, pero el bagaje ha sido positivo.
Yo, desde luego, he estado enganchado a la carrera que, con Pekín como meta y durante trece etapas, ha ayudado a levantar las cifras de Cuatro. Mi impresión final del concurso es muy positiva, aunque creo que para próximas ediciones deberán introducirse novedades que lo hagan más dinámico y que sirvan para sustituir al efecto sorpresa.
Van aquí cinco puntos que podrían servir para que Pekín Express regresase aún con más fuerza en la próxima temporada.
Más concurso, menos reality:
Supongo que esto ha sido sobrevenido por las circunstancias, pero los momentos más bajos del programa han sido aquellos en los que se han olvidado por completo de que era un concurso y se han lanzado a las siempre peligrosas aguas del reality. El tratamiento de la enfermedad de Idoia ha sido lo peor de todo el programa, aunque también lo que más visibilidad le ha dado. Seguro que los directivos de Cuatro quieren más carnaza para próximas ediciones, pero yo apostaría por fomentar aún más la competitividad.
Eliminar “el sobre”:
El final de cada etapa de Pekín Express ha estado condicionado a un elemento extraño que, sinceramente, hacía poco bien a pensar que ése era un concurso limpio. Eso de que se pueda salvar a una pareja porque un sobre lo decida, sin que nadie sepa bien quién ha sido el encargado de meter allí la tarjeta verde o la roja, huele a tongo o a manipulación interesada. Sí, ya sabemos que los concursos están todos manipulados, pero, por ejemplo, podría haber etapas en las que no se eliminara a nadie, aunque las parejas no lo supieran, como en The Amazing Race. En todo caso, yo sí que mantendría el que ciertas parejas tengan un handicap: ha demostrado que da vida al concurso.
Diferentes formas de llegar a los sitios:
Enlazando con los puntos anteriores, si no llega a ser por el handicap muchas etapas hubieran sido más aburridas, porque al final, casi todo el desarrollo del concurso se limitaba a que los concursantes tuvieran más o menos suerte haciendo autoestop. Para próximos años, estaría bien que tuvieran que hacer etapas sin coger un coche o dependiendo de otros medios de transporte.
Más pruebas:
Ha habido programas que han estado por encima del resto: etapas como la del desierto del Gobi, donde los concursantes dependían de sí mismos, o la final, con esa gymkhana por las calles de Pekín, han dado viveza a Pekín Express. The Amazing Race, la referencia en la que se mira Pekín Express, da otra vez ejemplos de cómo se puede ganar en diversión: que los concursantes no sólo tengan que llegar a un punto, sino que además tengan que hacer pruebas por el camino, relacionadas con el país o la zona que recorran. Esto, además, puede dar pie a que el programa sea diario sin necesidad de estirar las cosas porque sí, como se ha hecho este año con el Diario de Viaje.
No tocar lo que funciona:
Vale, es el consejo obvio, pero no sería el primer programa que se echa a perder por cambios que no vienen al caso. Pekín Express ha destacado por su buen montaje (el musical, excelente), por su casting perfecto casting y por su ritmo, que sólo ha flaqueado por alguno de los puntos que ya he expuesto aquí. Técnicamente, el equipo ha estado a gran altura y Cuatro no puede quejarse en ese sentido. Que lo mantengan y se centren en otros lados.
En todo caso, yo me lo he pasado en grande con el concurso. Ahora es vuestro turno para proponer qué cambiaríais o mejoraríais para futuras ediciones.
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