Roald Dahl es uno de los autores británicos más conocidos internacionalmente y también uno de los más adaptados al medio audiovisual. 'Charlie y la fábrica de chocolate' es una de sus novelas más celebradas y ha sido llevada a la gran pantalla en dos ocasiones (tres, si contamos la precuela protagonizada por Timothée Chalamet que está en camino). Dahl solo vivió para ver la primera de ellas y casi que mejor porque la odió con todas sus fuerzas.
Doompa De Do
Roald Dahl de por sí siempre fue un personaje. Nacido en Gales, en 1916, el escritor tuvo una prolífica carrera literaria llena de éxitos como 'Matilda', 'Las brujas' o la propia 'Charlie y la fábrica de chocolate'. Sus historias apelaban a un público juvenil, al que veía capaz de llegar a reflexiones profundas sin hablarles desde el paternalismo.
'Charlie y la fábrica de chocolate' es un buen ejemplo del lado más loco y desenfrenado de algunos relatos de Dahl, empezando por el personaje de Willy Wonka, un adinerado dueño de una fábrica de chocolate que tenía a sus trabajadores esclavizados y se divertía viendo cómo los niños caían en sus trampas.
Sin duda, la premisa de esos niños que cumplían el sueño de visitar un paraíso de dulces podía parecer a simple vista algo encantador y naíf pero en su base había un perverso sentido del humor y una ácida crítica a cómo los padres malcrían a sus retoños.
Precisamente, la principal crítica de Dahl cuando vio la versión protagonizada por Gene Wilder (rebautizada como 'Willy Wonka and the chocolate factory' y en España como 'Un mundo de fantasía') fue por no ser lo suficientemente oscura. A pesar de estar involucrado en el guión, el autor se mosqueó desde un buen principio ante los pequeños cambios realizados por David Seltzer, revisor del manuscrito.
El autor quedó muy insatisfecho con la dirección de Mel Stuart, a quien tildó de "no tener ningún talento ni estilo". Por no hablar de lo que él consideró "números musicales basura", intentando incluso eliminar 'The Candyman' sin mucho éxito.
Pero el error más flagrante que encontró el novelista de esa versión fueron los Oompa Loompas. En el libro, estos personajes eran pigmeos africanos que trabajaban día y noche al servicio de Willy Wonka, algo que no vio con buenos ojos la NAACP (una asociación estadounidense que defiende los derechos de la comunidad negra).
Finalmente, Dahl accedió a representar a los Oompa Loompas como esos inquietantes seres de piel naranja y etnia indefinida, que se arrancaban a cantar mientras los niños iban cayendo como moscas durante su visita a la fábrica.
Por otra parte, Dahl se hartó de la insistencia de los productores en convertir a Willy Wonka en el centro de todo, debido al interés económico que había en aprovechar la historia para lanzar una nueva barrita de chocolate de Quaker Oats. Tampoco le gustó la interpretación descafeinada de Gene Wilder, que le pareció pretenciosa y carente de las connotaciones macabras de la novela.
Pese a que le pagaron por los derechos y el estreno de la cinta repercutió positivamente en las ventas del libro, Dahl la repudió durante toda su vida y afirmó que la experiencia había sido totalmente deprimente para él. El autor falleció 15 años antes del estreno de la versión de Tim Burton, por lo que nos quedaremos con la duda de qué opinión le hubiera merecido Johnny Depp como el desquiciado Willy Wonka.
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