Puede que haya sido parte por culpa del desinterés del público una vez superado el impacto de 2009, o puede que la raíz del problema se encuentre en la dejadez de unos grandes estudios que han optado por soluciones de saldo en posproducción para servírselo al respetable durante los últimos 13 años. Independientemente de cuál sea el motivo, no cabe duda de que el cine en 3D está de capa caída dede que 'Avatar' lo devolviese a la palestra por la puerta grande.
Ascenso y caída tridimensional
Según datos de Comscore, desde el ejercicio de 2010, en el que acumularon una recaudación de 1.850 millones de dólares —un total del 18,2% del box office estadounidense—, los beneficios obtenidos mediante proyecciones tridimensionales han caído progresivamente hasta alcanzar los 27,8 millones el pasado 2021. Una cifra no tan condicionada por la situación pandémica si tenemos en cuenta que en 2019 el montante fue de 512 millones —un 4,5% del total—.
No obstante, según recoge The Hollywood Reporter, aproximadamente un 10% de los espectadores en Estados Unidos optaron por ver en 3D —con el consiguiente incremento del precio de la entrada— 'Doctor Strange en el multiverso de la locura'. Puede que este empujón haya tenido que ver con el hecho de que, junto al fime de Marvel, se proyectó el tráiler de 'Avatar: El sentido del agua'; y es que la aventura de James Cameron está llamada a volver a poner las gafas de moda en el patio de butacas.
Al menos esta es la intención de la gente de 20th Centry Studios y Disney, que queda reflejada en las palabras de Tony Chambers, jefe de distribución internacional de La casa del ratón:
"En un tiempo en el que la gente está acostumbrada a estar en casa viendo contenido, cualquier cosa que les anime a ir a los cines tiene que ser positiva para nosotros y para la industria en general. Todo gira en torno a la experiencia. Si se hace bien, la gente puede volver una y otra vez. El mensaje no será ver 'Avatar 2' en 3D, sino verla por la experiencia".
Una herramienta para atraerlos a todos
Jon Landau, productor de 'Avatar 2' junto a Cameron bajo el sello de Lightstorm Entertainment, ha señalado muy acertadamente a uno de los grandes problemas que condenaron al 3D al ostracismo. Este no es otro que su implementación tardía en largometrajes que no estaban concebidos para su visionado tridimensional y que no utilizaban la herramienta como un mecanismo creativo más.
"Creo que lo que ocurrió es que algunas personas se equivocaron, y hay un periodo de tiempo en el que la gente creyó que convertir algo a 3D lo hace una mejor película. El 3D no cambia la película, el 3D exacerba lo que es la película. Creo que la gente lo hacía como una ocurrencia tardía dentro de un proceso, contrario a usar el 3D como un elemento creativo —no diferente a la iluminación, al enfoque o al movimiento de cámara— al que un cineasta tiene que aportar cierta sensibilidad para usarlo y mejorar la narrativa".
Ahora que con 'El sentido del agua' vuelve a abrazarse el 3D como un elemento impulsor de la narrativa más, sólo queda un eslabón en la cadena que debe reforzar el conglomerado para sacar a la gente de casa y llevarla de nuevo al cine en masa: la complicidad de los exhibidores. Así continuó Landau su reflexión:
"Creemos que el 3D crea una experiencia más inmersiva en nuestra narrativa. No concebimos el 3D como un mundo viéndose a través de una ventana. Lo concebimos como una ventana hacia el mundo. Estamos dándole a la gente algo que no puedan conseguir en ningún otro sitio. Necesitamos que la comunidad de la exhibición apoye esto y comprenda que estamos compitiendo con diferentes tecnologías que están en los hogares de la gente".
Por el momento, parece que los exhibidores están dispuestos a volver a darnos un par de incómodas gafas de plástico junto a nuestras entradas. Al menos, esto se extrae de las palabras de Patrick Corcoran, jefe de comunicaciones de la National Association of Theater Owners:
"El 3D es una opción viable cuando se hace bien, pero necesita ser una parte integral de la narrativa. No es la respuesta a todo, pero no puede ser tratado como una idea tardía".
¿Será 'Avatar: El sentido del agua' el largometraje que no sólo devuelva la gloria perdida a las tres dimensiones, sino el que termine de marcar la diferencia en la pugna interminable entre la "experiencia cinematográfica" y el "Netflix and chill"? ¿Conseguirá el nuevo espectáculo de James Cameron alzarse como ese título que haría de verlo en streaming casi un pecado capital?
Aún es pronto para responder a estas preguntas, pero algo me dice que estas navidades seremos testigos de un nuevo punto de inflexión para nuestra amada industria cinematográfica. Queda por saber hacia dónde se inclinará la balanza.
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