La adaptación de un clásico literario llevó al gobierno de Estados Unidos a convertirlo en una herramienta a favor de su ideología
Son muchos los libros clásicos que han llegado a las pantallas de cine, pero pocos de ellos se han convertido en una forma de promoción gubernamental como en su momento lo fue uno de los títulos obligados en las lecturas para los estudiantes de Estados Unidos, uno que, por su claro mensaje en contra del sistema comunista, se convirtió en una adaptación animada que promovía el capitalismo y en la que el gobierno de Estados Unidos tuvo mucho que ver.
En el contexto de 'Rebelión en la granja' la novela publicada en 1954, vemos cómo para los lectores de la época no pasó desapercibida la metáfora política de la época a través de un ensayo antiestalinista: un análisis socio-cultural del proceso de revolución instaurada por la fuerza que el líder ruso impuso sobre su población.
Sin embargo, el autor no se olvidó de señalar ambos frentes en su novela, ya que, desde su visión, para la granja era tan tirano el gobierno de los comunistas como el de los capitalistas, representados en la distante figura del dueño de la granja, el señor Jones, dejando claro que el líder de cualquier bando velaría por sus propios intereses sumidos en el totalitarismo.
Pero más allá del mensaje aparentemente simple de esta producción animada, se esconde una historia completamente inesperada: ya que, como parte de la estrategia de Estados Unidos para ganar la Guerra Fría, se hicieron eco de esta película para la promoción del capitalismo, en donde la Agencia Central de Inteligencia (la CIA) estuvo más que involucrada de Estados Unidos.
1950: guerra fría, propaganda capitalista y la muerte de Orwells
La historia del financiamiento de la CIA en esta película salió a la luz años después de su estreno: en el año de 1950, la viuda del escritor, Sonia Orwell vendió los derechos cinematográficos de la novela de su esposo a los ejecutivos cinematográficos Carleton Alsop y Farris Farr, sin embargo, ella no sabía que, en realidad, se trataban de agentes encubiertos de la Oficina de Coordinación de Políticas de la CIA, que en ese momento estaba financiando el arte anticomunista.
Como parte de la estrategia para la producción de la cinta, el Psychological Warfare Workshop de E. Howard Hunt eligió al productor de noticieros Louis de Rochemont y a su compañía de producción como una organización fachada para la producción, a la que De Rochemont aceptó a cambio de poder liberar las "libras congeladas" obtenidas de las ventas de entradas de su película anterior y que debían gastarse en producciones cinematográficas realizadas en el Reino Unido.
Para el desarrollo de la animación, contaron con John Halas y Joy Batchelor, dos documentalistas que trabajaron de la mano con John F. Reed, el único estadounidense involucrado en el proyecto, nombrado como el director de animación después de su trabajo de siete años en The Walt Disney Studio y que marcó su último trabajo en el cine animado, después de tener en su currículum (nada más y nada menos) que la animación de la emblemática 'Pinocho'.
Como la CIA desconfiaba de los animadores estadounidenses debido al clima político que se vivía por la Lista Negra de Hollywood y la represión de los simpatizantes de izquierda, decidieron contratar a un equipo de ochenta animadores de la división de animación disuelta de The Rank Organisation, un conglomerado de entretenimiento británico que, al igual que Halas, Batchelor y Reed, nunca supieron que la cinta era financiada y producida por la CIA para reforzar la visión negativa del comunismo y la presentara como un sistema totalitario y corrupto.
Para lograr su cometido, la CIA no solo financió la película, sino que también influyó en el guion. Se realizaron algunos cambios a la historia original de Orwell, dándole un tono más anticomunista enfatizando la crueldad y el despotismo de los cerdos líderes de la granja, que representaban a la élite soviética, y se minimizó la participación de los animales en la toma de decisiones, presentando a la revolución como algo fútil y sin esperanza.
A día de hoy, 'Rebelión en la granja' sigue siendo una película relevante y polémica: más allá de su contexto histórico y las intenciones de la CIA, la película ofrece una crítica profunda a la corrupción del poder, la tiranía y la importancia de la libertad, sin importar la ideología que se busque promover.
Foto de portada de Web Archive
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