Pasan los años y el cine de John Carpenter empieza a dejar de parecer ese cine moderno y bien hecho que marcó la pauta de lo que estaba por venir a convertirse en un clásico en el sentido más auténtico de la palabra. Sus grandes películas están alcanzando las cuatro décadas y el mes de julio de 2021 le ha tocado a ‘1997: rescate en Nueva York’. El año que viene le tocará a la ‘La Cosa’ (The Thing, 1982).
Ambientada en una distopía futurista durante una guerra interminable contra China y los soviéticos, ‘Rescate en Nueva York’ ofrecía una visión paralela del cine pre-apocalíptico de ‘Mad Max’ (1979), en la que se apreciaba un mundo al borde del abismo que se completaría en la segunda parte, estrenada el mismo año. La diferencia con los films de George Miller y su geografía expansiva de nada sin fin es que Carpenter se centró en un espacio urbano como reflejo de la decadencia de la civilización.
En su mundo, toda la isla de Manhattan se ha convertido en una prisión en la que no hay guardias, ni leyes, o reglas. Cualquier persona condenada por un delito mayor tiene la opción de ser enviado a la isla o suicidarse. Una ciudad en ruinas llena de prisioneros peligrosos y reglas de supervivencia basadas en una anarquía “controlada”, guerras de tribus y cierto componente de regresión americana a los tiempos del Western que un amante del género como el director no iba a desaprovechar.
La hija del desencanto de una era turbulenta
Carpenter escribió el primer borrador en 1974, como su primer guion profesional nada más salir de la escuela de cine. La idea surgió como una reacción al escándalo de Watergate y al creciente crimen y la decadencia urbana que se vivió en Nueva York en los años 70, algo de lo que él había sido testigo en un viaje a la ciudad. También se inspiró en las películas ‘Harry el sucio’ (Magnum Force, 1971) y ‘El justiciero de la ciudad’ (Death Wish, 1974), así como en una novela llamada ‘El planeta de los condenados’ (1962) de Harry Harrison.
El recién licenciado se preguntó qué pasaría si el gobierno no se molestara en tratar de lidiar con el crimen en la ciudad de Nueva York, si la opción fuera simplemente decidir taparlo todo para que desaparezca, una suerte de ignorar el problema común con la muy parecida en tono ‘La tierra de los muertos vivientes’ (Land of the Dead, 2005) de su amigo George A. Romero –apellido que Carpenter utilizó para bautizar a un personaje–, en la que la humanidad también decidía hacer como si el problema de los zombies no estuviera pasando.
Pero el as ganador del director estaba en el personaje de Snake Plissken, un ex oficial de las fuerzas especiales tuerto que acaba de ser condenado por robar a la Reserva Federal. Si acepta ir a Manhattan, solo, y rescatar al presidente (Donald Pleasance, que ya fichó en ‘Halloween’), capturado cuando los terroristas secuestran el Air Force One, podrá lograr así obtener un perdón total. Plissken es un alter ego del propio Carpenter, con notas de gente real a la que había conocido como un amigo que fue a Vietnam y regresó completamente cambiado.
El origen de una leyenda
También se basó en un legendario adolescente punk, que un amigo suyo de la escuela de cine conocía de su instituto en Cleveland, llamado Larry "Snake" Plissken, que también tenía un tatuaje de serpiente. Literalmente quería ser llamado "Serpiente". El personaje fue uno de los escollos a la hora de presentar el proyecto a varios estudios, que ya tenía problemas de por sí al ser considerado demasiado oscuro y demasiado violento, además de que se burlaba demasiado del presidente, justo cuando Richard Nixon acababa de irse en desgracia.
La cara de Plissken tuvo muchos candidatos. Carpenter originalmente quería a Clint Eastwood (el papel fue escrito para él), pero era muy caro, con lo que empezó un proceso de posibilidades entre las que entraron Nick Nolte, Jeff Bridges o Kris Kristofferson, una posibilidad que se evitó debido al fracaso de ‘La puerta del cielo’ (Heaven's Gate, 1980). Finalmente Avco Embassy Pictures quería a Charles Bronson o Tommy Lee Jones y Carpenter tuvo que luchar para que Kurt Russell interpretara al antihéroe.
El estudio no estaba seguro de Russell y lo asociaba demasiado, lógicamente, con las comedias de Disney. Pero Kurt Russell estaba muy determinado a cambiar su imagen de estrella infantil y ayudó a diseñar al personaje desde su atuendo. Fue él quien sugirió el parche en el ojo, la barba de dos días y el pelo largo, también le compró una camisa de cuero brillante a un chico con el que pasó en París unos meses antes de que comenzara el rodaje y supo de inmediato que era el aspecto que debería tener la ropa de Plissken. También se preparó para haciendo ejercicio en Vince's Gym durante 4 meses.
Un indómito western de ciencia ficción
Sería él mismo quien acabó haciendo los trabajos de stunt de acción a petición de Carpenter, dejándose la piel en el rodaje. En ocasiones, cuando Russell llegaba a casa después de rodar, estaba tan cansado que no cambiaba su guardarropa y algunas mañanas se encontraba cuidando a su hijo Boston de pocos meses con su ropa de militar puesta. Carpenter también tuvo que luchar contra el estudio para conseguir a Lee Van Cleef como Bob Hauk frente a Kirk Douglas, Burt Lancaster o William Holden.
Y es que Cleef es un icono que el director encontraba fundamental para elaborar su conexión con el cine más hiperbólico de Sergio Leone. No fue la única referencia directa al género; por ejemplo, cuando todos los personajes le dicen a Plissken que pensaban que estaba muerto están fraseando el western de John Wayne ‘El gran Jack’ (Big Jake, 1971). Los diálogos de raíces Howard Hawks y los personajes con pasados ocultos, miradas de plomo y silencios elocuentes con el arma en la mano son puro material de cine del oeste y marcará tendencia en el cine del director.
Dean Cundey continúa su rotundo trabajo como director de fotografía del director, aprovechando al máximo las lentes Ultra Speed de Panavision, nuevas en ese momento, que le permitieron filmar a niveles de luz muy bajos con el metraje resultante excepcionalmente nítido, siendo ‘1997: Rescate en Nueva York’ una de las primeras películas en probar el sistema. Cundey refleja Manhattan como un lugar de otro mundo, con colores extraños alimentados por las luces de la calle, como si funcionaran con electricidad mustia, y el fuego como iluminación natural que da al lugar un aspecto primitivo.
El reflejo decadente de la gran urbe
La dirección hace un uso inteligente de su diseño visual, creando un espacio muy reconocible y una sensación de serie B aumentada, como una gran épica minimalista que la separa de los productos de ciencia ficción de los 70, a menudo recargados con ornamentos futuristas y filtraciones de la época que hacen que envejezcan peor frente al aspecto moderno de ‘1997’, que hace que, salvo algunas infografías, se mantenga impasible al paso del tiempo; aunque puede que ahí también tenga algo que ver su broche de personajes más grandes que la vida.
De Adrienne Barbeau a Harry Dean Stanton, pasando por ese monstruoso Frank Doubleday, que encaja este trabajo en la obra más terrorífica del autor, el ramillete de secundarios también le dan al film un toque de road movie que la conecta con la coetánea ‘The Warriors’ (1979) de Walter Hill, con la que podría conformar casi un universo compartido, o incluso con la misma ‘¡Jo, qué noche!’ (After Hours, 1985) de Martin Scorsese, que venía a mostrar el zoológico nocturno de Nueva York con la misma estructura de pequeños episodios definidos por encuentros.
Carpenter también coescribió la partitura e interpretó la banda sonora él mismo, como lo hizo para prácticamente todas sus películas, siendo el tema principal uno de sus trabajos más inspirados, logrando la épica a través de una melodía mínima que parece continuar las cadencias de la icónica apertura para ‘Asalto a la comisaría del distrito 13’ (Assault on Precinct 13, 1976), pero con una evolución electrónica que le da el extraño tono de Western del futuro que sella su carácter fantástico y de ciencia ficción.
Un éxito que creó un subgénero
La película recaudó 25 millones de dólares en la taquilla estadounidense en el verano de 1981 y aproximadamente la misma cantidad en el extranjero. Un éxito para el presupuesto ajustado de 6 millones con el que contaba Carpenter, que ya estaba leyendo el guión de ‘La Cosa’ en el rodaje, para la que contaría con más del doble de dinero gracias al éxito de esta última. La inercia de entusiasmo hasta planteó que Marvel hiciese un cómic de Snake Plissken y la Bally Pinball Machine Company también estuvo interesada en crear una máquina del film.
Esto era inusual, dado que ‘1997’ termina con una de las notas más cínicas del cine de los 80, con Plissken destruyendo la cinta en lugar de devolvérsela al presidente y desapareciendo en la noche, una nota nihilista que se hará habitual en su obra. Los gestos de Snake se convierten en un repudio al consumismo que definirá la década y la visión de la Guerra Fría contra los soviéticos es una pesadilla que no lleva a ninguna parte, en lugar de un tapiz para dibujar la bandera de los EE.UU. como suele ocurrir en las obras comerciales de la época.
Carpenter apunta al complejo industrial penitenciario estadounidense y la falta de acción y luz sobre la pobreza urbana que explotó en la década y sugiere que la forma de afrontar los problemas de distintos sectores de población de Estados Unidos es lavarse las manos. Junto al éxito de 'Mad Max II' esta visión del futuro cercano llevó una explosión de imitaciones, y en el cine italiano incluso se crearon fantasías apocalípticas de bandas con los ojos más puestos en Nueva York que en Australia, como '1990: Los Guerreros del Bronx' (1982) o 'Fuga del Bronx' (1983)
El legado de Plissken
La idea del crimen fuera de control que conduce a medidas distópicas e irreales por parte de un gobierno autoritario se puede leer hoy en películas como ‘La purga’ y sus secuelas. Donde uno prefiere “contener” el crimen en una isla, otro propone una noche al año en la que se pueden cometer todos los delitos, incluido el asesinato. El mismo Carpenter citó la serie como una descendiente de su película, pero su creador, James DeMonaco, confirmó la influencia en su franquicia de una de sus películas favoritas.
Por otra parte, la serie de videojuegos ‘Metal Gear Solid’ tiene a un protagonista de Operaciones Especiales taciturno llamado Solid Snake, que ha superado hace mucho a Plissken como el mercenario con parche de la cultura pop actual. La inspiración no deja dudas, lleno de similitudes, Incluso adopta el nombre "Iroquois Pliskin" como un alias en alguna de sus misiones, por supuesto, a contrarreloj. kojima sin embargo no reconoce a Plissken como influencia, aunque Carpenter no lo demandó por "ser un buen tipo".
El éxito de ‘1997’ creó un culto a lo largo de la década que llevó a Carpenter y Russell a hacer la casi paródica ‘2013: Rescate en L.A.’ (Escape from L.A., 1996), un verdadero tebeo que si bien es muy similar a la original reemplazó la sátira gubernamental con disparos a la decadencia del centro de Los Ángeles apuntado al televangelismo o la cultura de la imagen de California con una aproximación muy divertida al cine de acción que no logró llegar al público de los 90. Su fracaso descarriló una tercera película planificada para cerrar la trilogía.
La ‘Escape From Mars’, que nunca veremos y se habría estrenado en 2001 fue reestructurada en ‘Fantasmas de Marte’ (Ghosts of Mars, 2001), quizá el western más verdadero de Carpenter, con Natasha Henstridge en el papel principal y el papel de Snake Plissken convirtiéndose en el personaje de "James 'Desolación' Williams” que interpretó Ice Cube, ataviado con una camisa negra sin mangas idéntica a la del héroe tuerto de Russell. Aunque sí que tuvo finalmente su continuación en forma de cómics a manos de Boom Entertainment.
El remake que nunca llegó
Su influencia no deja de crecer, e incluso películas como ‘Doomsday’ (2008) pueden considerarse un remake encubierto, aunque la de Neil Marshall no le picó tanto a Carpenter como el caso de ‘MS1: Máxima seguridad’ (2012), que le valió una demanda a Luc Besson que ganó el director. Incluso películas como ‘Escuadrón Suicida’ (Suicide Squad, 2016) no dejan de tener una premisa de presos obligados a entrar en una ciudad hecha polvo muy similar. Su estatus de clásico le ha hecho candidata para un remake en los últimos años.
El director Robert Rodríguez afirma que tras ver en el cine ‘1997’ a los 12 años supo que quería ser cineasta y 20th Century Fox le contrató para dirigir el remake en 2017, aunque nunca llegó a concretarse, puede que por la fusión con Disney. Mientras tanto, el punto de partida sigue inspirando películas recientes de zombies como ‘Península’ (2020), que incluso adopta una escala cromática muy similar, o la reciente ‘Ejército de los muertos’ (Army of the Dead, 2021), con los zombies ya como una tribu caníbal como la que Carpenter tenía pensada incluir originalmente.
‘1997: Rescate en Nueva York’, como las grandes piezas de ciencia ficción a lo largo de la historia, se ha convertido en una cápsula del tiempo que nos muestra los temores al futuro de una sociedad revuelta, y detalles como el papel destacado que juegan las Torres Gemelas en la historia son un recordatorio de que este es un mundo soñado en otra era, pero esto no hace menos válida su advertencia desde el pasado a un mundo que sigue caminando hacia una versión desastrosa de lo que conocimos. Carpenter, mediante Snake, nos muestra que quizá no haya forma de cambiar las cosas, pero siempre podemos sobrevivir sin dejar de hacer una peineta.
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