Como ya habíamos comentado, David Lynch recibió ayer el León de Oro en reconocimiento a su carrera, y presentó su último film Inland Empire, rodado en secreto, sin guión y en formato digital.
Si respecto al merecido premio, afortunadamente, nadie tuvo nada que objetar, en relación a su último film, si bien parece que todo el mundo aguantó hasta el final, y no hubo valor para los abucheos, en general hoy abundan las críticas negativas, que tachan al director de haber perdido definitivamente el norte.
Me da la impresión de que la prensa este año en el Festival de Venecia, está más alterada que de costumbre. Así en la rueda de prensa Lynch tuvo que lidiar con preguntas tan impertinentes, como sí la película tenía algún sentido, o cómo se encontraba (respecto a su salud mental).
Sobra decir que el director respondió tranquilamente que para él la película tenía un sentido perfecto, y que se encontraba muy bien, y aclaró algo que ya debería ser obvio a estas alturas:
Es lo peor de las ruedas de prensa, que el cine es cine, no son palabras, no se puede explicar el cine: hay que verlo
Por supuesto la película también ha tenido fervientes defensores. Yo de momento he encontrado uno, que no es poco, tal como está el patio de La Mostra.
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