Días atrás, Noah Cowan, director del Festival Internacional de Cine de Toronto, dio a conocer la selección de este año. Hasta allí, nada especial. No obstante, entrevistado por la publicación en línea IndieWire, Cowan muestra un inusitado entusiasmo por la selección.
Sí, ya sé que ese es su trabajo, que el director del festival no va a decir jamás que este año han hecho una selección de porquería.
No obstante, bien vale la pena citarlo.
La mayor sorpresa de este año viene de los Estados Unidos. En los últimos tiempos, según nuestro punto de vista, el cine independiente se había sumido en una especie de letargo, donde prevalecía la imitación. Sólo unos pocos filmes podían ser catalogados como verdadero cine. En cambio, este año hemos sido arrollados por películas con un fuerte contenido político, de cineastas que no temen arriesgarse. Hay quizás 20 o más filmes independientes que constituyen un importante aporte al debate cultural internacional. Es asombroso. Es como ser testigo del despertar del gigante. ¡Si hasta parece que viviéramos otra vez el año 92, o hubiésemos vuelto a los 70!
Hasta en boca del mismo director del festival, el asunto suena bien. El cine español también recibió lo suyo.
Otra poderosa cinematografía nos llega este año desde España. Tenemos cinco estrenos que representan enfoques completamente diferentes del arte cinematográfico: 7 Vírgenes (en la foto), Sud Express, Iberia, y Obaba.
