El veteranísimo sueco Jan Troell ha venido a Valladolid con el primer plato fuerte del festival, una película ambientada a principios del siglo XX, que cuenta la historia de la abuela del propio director, una sufrida ama de casa que se convierte, a tontas y a locas, en una fotógrafa local reconocida.
En sus más de dos horas de duración, Troell tiene tiempo más que de sobra para presentar a la familia enmarcada en un contexto social muy definido: antes, durante y tras la I Guerra Mundial. El matrimonio formado por Sigfrid (Mikael Persbrandt) y Maria (Maria Heiskanen), con cuatro hijos, se tambalea a ojos vista. Él es un borracho y mujeriego, que se opone a que sus hijos estudien para poder "trabajar enseguida", y ella descarta abandonarle porque su padre le ha dicho que no debe separar el hombre lo que Dios ha unido. Puro tradicionalismo. Pero todo cambia cuando Maria encuentra, por casualidad, una cámara fotográfica que resulta ser muy buena, y gracias a la cual entabla una intensa amistad con el fotógrafo danés Pedersen, con el que tiene una evidente tensión amorosa.
Al principio, la historia está narrada (con la típica voz en off cansina) por la hija mayor, Maja, de forma que llegamos a pensar que ella es la verdadera protagonista. Pero nada más lejos de la realidad. La historia es la de María, que nunca se resigna a consentir que su marido, entre otros, obstaculice su camino a la felicidad. Una felicidad que ella ha focalizado totalmente a través de la fotografía, que va cobrando más importancia a medida que avanza la película. En este sentido, podemos considerar que 'Los momentos eternos de Maria Larsson' es un fallido homenaje a la fotografía, porque la trama intenta abarcar otros muchos temas que, o bien no cierra o bien sólo los muestra a base de pinceladas. Es un defecto evidente de ritmo y de guión, porque a la película le sobra por lo menos media hora, y sin embargo deja muchos cabos sueltos en cuanto a esas tramas secundarias que en ciertos momentos son lo más relevante. Esto es: el socialismo emergente, la guerra, el machismo, el noviazgo adolescente... y no hay manera de contar todo eso de una forma global y coherente. Por tanto, tenemos un film con multitud de escenas "paja" que no aportan absolutamente nada a la requerida evolución de Maria, y que disponen de minutos más que suficientes. Por cierto, un final precipitadísimo, que termina de forma chapucera lo que ya nos veníamos oliendo desde la mitad de la película.
Hay que destacar las actuaciones de los dos protagonistas, sobretodo la de él, porque configura un personaje que en realidad es el verdadero villano del film. La banda sonora está muy contenida, pero hay un par de temas que sobresalen de forma notable. Y en cuanto a la fotografía, es de bastante calidad, sobretodo en exteriores. Así que 'Los momentos eternos de Maria Larsson' es técnicamente impecable y una seria candidata a la espiga. Pero en lo referente a la historia, dista mucho de ser una obra maestra porque, además de lo que he comentado, es demasiado influyente ese cariño subterráneo a los personajes que ponen en relieve que se trata de la biografía de familiares del cineasta. 'Los momentos de Maria Larsson' es una buena película, portentosa y enérgica, pero resulta demasiado lenta y pomposa y utiliza mal algunas referencias al cine de Ingmar Bergman. A algunos les habrá parecido deliciosa, pero a mí tan eterna como indica su título.
Reacción del público: tímidos aplausos.