No me extrañaría en absoluto que la Academia premiara a esta película con los tres oscars menores a los que está nominado (fotografía, maquillaje, banda sonora). Antecedentes los tenemos y aún en mayor cuantía (Matrix se llevó 4 en el año 2000, dato que mucha gente ya ha olvidado).
No sé si sería suficiente para Mel Gibson, pero seguro que le dejaría mejor sabor de boca que no conseguir ninguno. Además, hace unos dias, él mismo ha conseguido el premio al mejor director por este film en los Satellite Awards que concede desde hace nueve años la International Press Academy norteamericana.
Testimonio de las cualidades fotográficas y de maquillaje de la película lo pueden dar todas aquellas personas a lo largo y ancho del mundo que se han desmayado, mareado, incluso vomitado, al ver las escenas en carne viva de la flagelación (por poner un ejemplo). Y eso que nos cuentan que se rebajó la crueldad en las largas sesiones de montaje.
La pasión de Cristo se ha convertido sin duda en la pasión de Gibson, donde ha tenido que pelear y luchar por su montaje final en muchos y muy variopintos lugares. Lo que deseamos es que no tarde otros nueve años en volver a dirigir una película (Braveheart y dos años antes The man without a face) y nos vuelva a sorprender con otra película que a nadie deja indiferente.