¿Es el Premio Nacional de Televisión que ha anunciado hoy la ministra de Cultura una buena noticia? Sí, sin reservas. Servirá para reconocer, de manera oficial, que los creadores de televisión de España son capaces de hacer obras de calado y que resisten al paso del tiempo. Por supuesto, no todo el mundo puede ser premiado y no todos se lo merecen, pero hay largas trayectorias de nuestra televisión que sí tienen los honores suficientes para semejante galardón.
Pienso, por ejemplo, en nombres como Antonio Mercero o Chicho Ibáñez Serrador, que a lo largo de su carrera han tocado géneros muy distintos y han conseguido ser fundamentales para el avance de la creación televisiva. Como ellos, hay más gente que se merece ser reconocida y, ya de paso, que su figura se difunda con la importancia que se merece.
Es un buen reconocimiento para la industria televisiva española, que muchas veces no se comporta como tal, como "industria". En muchos de sus modos, la televisión nacional es amateur: no confía lo suficiente en sus talentos, no tiene interiorizado el concepto de "piloto" (sin él, todo se basa en construir castillos en el aire), no arriesga y no da crédito ni libertad a los guionistas. Si suena la flauta, perfecto.
El Premio Nacional de Televisión, si tiene alguna utilidad más allá de la nostalgia (un arma muy peligrosa), debería servir para que, realmente, en las pantallas se luchara para crear la mejor cantera posible, para que la ficción de nuestro país se quitase sus complejos y premiase la creatividad. Si, al final, sólo es para hacer lo que decía el señor Lobo en Pulp Fiction (en youtube está para el que no haya visto la película), para eso mejor nos quedamos con las chapuzas habituales.
Vía | Vertele Foto | Videocrab en Flickr