Cinefrancia se despide hasta el año que viene

Como ya comentó mi compañera Beatriz, hace poco más de una semana que me he mudado a Zaragoza y he pasado todos estos días sin conexión, pero eso no me ha impedido disfrutar de buena parte de la sexta edición de Cinefrancia, que finalizó el domingo pasado.

La gala de clausura se celebró el sábado anterior en la Sala Mozart del Auditorio, donde el actor Tchéky Kayro presentó en concierto su primer álbum Ce lien qui nous unit.

Robert Guédiguian recibió el Ángel de Honor de manos del director del festival, Gaizka Urresti y de uno de sus colaboradores habituales, el actor Gérard Meylan. Horas antes presentó en la Sala Ibercaja su último film Le voyage en Arménie, protagonizado por Ariane Ascaride, que está (como siempre) fantástica en el papel que le valió el Premio a la Mejor Actriz en el Festival de Cine de Roma.

Tras la proyección el director se quedó un rato para contestar las dudas del público con amabilidad y atención, en un breve pero interesante coloquio en el que comentó (entre otros muchos temas) que España es un país en el que el cine europeo apenas tiene cabida. Momento que algunos aprovecharon para hacerle partícipe de la falta de salas en versión original en Zaragoza, poco antes de que saliera corriendo a recoger el merecido premio a su trayectoria.

El Ángel al Mejor Cortometraje fue para La révolution des crabes de Arthur des Pins (que podéis ver en su web oficial), el Ángel del público para Indigènes de Rachid Bouchareb, y el Ángel de la Crítica para Transylvania de Tony Gatlif, quitándome la espinita que me quedó hace dos ediciones, cuando Exils, la anterior película del director, no se llevó ningún premio.

Mientras me pongo al día (en el blog y en la vida) intentaré comentar más ampliamente sobre este y otros films, que como siempre han conseguido mantenerme soñando durante varios días.

Cinefrancia ha llegado este año a los 10.000 espectadores, acercándonos una vez más a un cine que amamos, y que no encontramos en nuestra cartelera tanto como nos gustaría.

Ahora sólo falta que algún ayuntamiento se anime con un Cineitalia ¡Por pedir que no quede!.

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