El día 29 de octubre el Festival de Molins del Rey anunciaba que cancelaba su sección de cine online que tan buenos resultados había dado durante años anteriores, en asociación con la plataforma de cine española Filmin, que acoge habitualmente algunas muestras virtuales de festivales conocidos y otros específicos. Las razones que se esgrimían en un comunicado hablaban de “un acto de vandalismo organizado”, lo que se podía interpretar de muchas formas.
El festival ha trabajado muy duro para ofrecer una muestra de pequeñas películas de calidades dispares pero que siempre han dado la oportunidad de que se conozcan pequeñas obras independientes de directores noveles, producciones crowdfunding y visiones alternativas que no encontramos no solo en la gran pantalla sino en festivales especializados más grandes que no dan la oportunidad a pequeñas piezas de found footage, documentales y obras al límite de lo experimental.
Una brecha inconveniente
Molins funcionaba como una muestra heterogénea que solo cobraba 5 euros por la disposición de hasta 40 títulos, en algunos casos muy interesantes como ‘The Harbinger’ o ‘Skinamarink’, que tienen muy difícil llegar a salas comerciales o incluso luego hacerse un hueco en las plataformas de cine existentes, por lo que la solución de una selección online durante un espacio de tiempo determinado había empezado a cuajar como opción para entrar en contacto con rarezas que de otra forma es imposible ver de forma legal.
Esto acabó dramáticamente a los dos días de empezar la sección “Videodrome” del festival Molins a causa de esos “actos vandálicos” que no son sino una filtración masiva en páginas de descarga de una gran cantidad de archivos que estaban subidos en Filmin. Un desastre para decenas de directores y productoras que aún no han dado salida comercial a sus producciones, que están en un festival, precisamente para atraer buzz e interés con el objetivo de conseguir un contrato en una plataforma o pequeña distribuidora.
Esta decisión de cerrar el Festival online con el mal ya hecho fue tomada con escepticismo por muchas voces en redes que afirmaban no entender la decisión de no sacar rédito de los títulos subidos ahora que ya había una brecha de disponibilidad pirata, de forma que al menos pudiera monetizarse algo de forma legal. Un absurdo que no habría que explicar pero que merece varias consideraciones clave. En primer lugar, un festival no puede permitir que sigan subidos archivos que han sido pirateados, porque la responsabilidad con respecto a creadores de muy distinta opinión es suya.
Un futuro dudoso para los festivales online
En segundo lugar, el festival se compone de varios días, en los que siguen saliendo títulos, por lo que sería un agravio para algunos filmes seleccionados que se permitiera su exposición a una brecha de seguridad y a otros mantenerles fuera de peligro. En tercer lugar, los largometrajes están sin vender, por mucho que se saque alguna limosna en su muestra de un festival online español, es preferible borrar cualquier muestra que lleve a agravar la presencia de la muestra en páginas p2p.
A los ataques constantes al festival por su responsabilidad en el asunto se suman las voces que les exigen que aunque se haya filtrado se siga como si nada. Como razones, se da por hecho que las películas con presencia online van a acabar directamente en las páginas de piratería, que eso se debe saber de antes. Y aquí merece de nuevo un matiz. Los festivales online no suelen tener este tipo de filtraciones. No lo ha tenido Sundance en la pandemia, no lo ha tenido Sitges, ni muchos otros que utilizan sus propias páginas de video on demand cerradas al público. No era lo habitual. Usamos “era” porque la situación del 29 de octubre puede cambiar todo esto.
Durante la pandemia fue un asidero muy potente para poder ver películas de forma casera, pero ahora se ha demostrado que hay un peligro para distribuidoras, autores y productores. Hemos normalizado que los títulos que aparecen en plataformas se conviertan en contenido de páginas de distribución ilegal, pero lo cierto es que todas esas respuestas aparecen principalmente con títulos que están monetizándose de otra manera, con lo que el riesgo es asumible, pero no puede compararse nunca a títulos que aún buscan distribución.
Debate de responsabilidades
Esto genera un dilema profundo ya que los pequeños productores y los más independientes tendrán que correr el riesgo de que su producto se filtre antes siquiera de que haya conseguido alcanzar algún acuerdo comercial, con el perjuicio correspondiente en la negociación subsiguiente. Nadie va a pagar lo mismo por un largometraje del que no pueda disfrutar de algún tipo de exclusividad, aunque sea por unos días, ni por algo que todo el mundo ha visto. Es un terreno pantanoso que deja un signo de interrogación en el modelo.
¿Puede permitirse Filmin seguir ofreciendo entre sus servicios y ventajas para suscriptores una serie de festivales con títulos exclusivos? No es solo que las productoras o distribuidoras encuentren ahora una sospecha razonable por problemas de seguridad de la plataforma, sino que la responsabilidad de que sucedan las filtraciones recaerá en la muestra y no en el streamer, como ha pasado con TerrorMolins, los únicos que han emitido un comunicado explicando la situación.
En ningún momento Filmin parece haberse hecho responsable de una ruptura de la seguridad que con otros de sus festivales les había ocurrido. Parecen haber hecho borrón y cuenta nueva y han decidido que la opción del silencio es suficiente, pero lo cierto es que el problema surge de que no han proporcionado las medidas que en otros sistemas sí han funcionado. Alcine, Granada, B- Retina, Sombra, Atlántida, Rec, Clam, Tierra, musoc, L’alternativa, Ibaff, In-Edit… y muchos más, tendrán que arriesgarse a que sus muestras acaben en p2p en 24 horas, sin que la ventana que utilizan asuma costes, riesgos o responsabilidades. Un modelo que necesitará nuevas reglas de juego.
Ver todos los comentarios en https://www.espinof.com
VER 6 Comentarios