A través de la edición de este año de Atlàntida Fest, el festival que Filmin produce simultáneamente en su emplazamiento físico en Palma de Mallorca y en su propia plataforma VOD, hemos tenido ocasión de asomarnos a algunas de las personalidades más temibles del cine reciente. Del abierto racismo y predisposición al genocidio de 'El venerable señor W.' a las viscosas mentiras de un político aparentemente fiable, como el de 'El caso Kurt Waldheim'.
Todo ello sin olvidar a una de las personalidades más delirantes del año, el patético youtuber nazi Daliborek. Juntos conforman un trío de iconos del mal no siempre tan a la vista como creemos, sobre todo porque este discurso del odio y el racismo está firmemente afianzado entre quienes nos rodean, de las redes sociales o las instituciones más prestigiosas. Estas tres estupendas películas salidas de esta edición de Atlàntida Fest son a la vez un retrato y una advertencia.
'El venerable señor W.'
La película más terrible de las tres es el último trabajo de Barbet Schroeder, que completa su Trilogía del Mal y se adentra en el espeluznante conflicto que enfrenta a budistas y musulmanes en Birmania. Allí, el monje Ashin Wirathu ha lanzado a sus seguidores un terrible discurso de limpieza étnica de minorías, que tan solo representan un 4% de la población su país. De realización sencilla y discurso directo y sin dobleces, la película nos lanza a la cara una realidad que no solemos ver en los informativos.
Como tantas otras películas que nos enfrentan con el mal más abyecto -como la memorable 'The Act of Killing'-, 'El venerable señor W.' no se resiste a dejarse hechizar por la vileza del discurso de su retratado. Deja a Ashin Wirathu hilar razonamientos delirantes y mentiras continuas sobre la auténtica situación en Birmania con las que aparenta justificar sus atrocidades. Y aunque la película de Schroeder carece de la complejidad y, sobre todo, el aliento poético de la de Oppenheimer, su mirada al abismo es una forma tan buena como cualquier otra de arruinarse el día.
'Daliborek, el youtuber nazi'
A medio camino entre la semblanza documental y la comedia incómoda (el director reconoce que su película no es del todo documental, no del todo ficción), 'Daliborek, el youtuber nazi' nos muestra el lamentable día a día de un checo de unos cuarenta años que vive con su sobreprotectora madre, tiene celos del nuevo novio de ésta, trabaja como pintor industrial, se pasa el día intentando convencer a su novia de que se acuesten por primera vez y es nazi.
El elemento supremacista es aquí un elemento más de una personalidad odiosa e infantil, telón de fondo para una vida decadente sumida entre grabaciones costrosas de death metal misógino, patéticos encuentros con grupos de skin-heads y monstruosos momentos de vergüenza ajena en Auschwitz. Sin embargo, pese a su intrascendencia, el film lanza un mensaje aterrador: personas así, incapaces del más mínimo pensamiento independiente, son las que divulgan consignas que niegan el Holocausto o repudian a otras razas. Daliborek es hasta simpático en su estulticia, pero verle negar la tragedia de los refugiados que llegan a Europa deja un poso amargo. Como él hay millones. Y son muy fáciles de convencer para que sean peones en un juego de terribles repercusiones.
'El caso Kurt Waldheim'
Y finalmente, tenemos a un nazi sibilino y escurridizo, quizas el más inquietante e insidioso de todos: este documental revisa la carrera de Kurt Waldheim, nazi durante la II Guerra Mundial que llegó a ser Secretario de General Naciones Unidas y, posteriormente, presidente de Austria. Todo un ensayo de Ruth Beckermann sobre la mentira, muy inteligentemente montado exclusivamente con imágenes de archivo de los setenta y los ochenta y que también habla, por extensión, de la necesidad de todo un país de lavar su conciencia.
Con un ritmo exquisitamente pausado, casi sádico, la película expone sus cartas desde el principio y luego va desgranando, día a día antes de las elecciones en Austria, cómo trapos sucios cada vez más escandalosos van saliendo a la luz, demostrando que el ex-cabeza visible de la ONU tuvo un clamoroso pasado nazi. Una serie de cuestiones (las responsabilidades de un soldado en la guerra, la imposibilidad de hacer borrón y cuenta nueva con según qué cuestiones) se ponen sobre la mesa y no se dan respuestas claras al espectador, salvo una muy clara: cuidado con la facilidad de los extremismos para tomar nuevas e inocentes formas.
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