No es fácil entrar en asuntos tan espinosos y acuciantes como la violencia desatada en la ficción, por el riesgo de convertirlo en un espectáculo. Series como ‘Adolescencia’ están siendo aclamadas por saber explorar todas las perspectivas y aristas en torno al problema, pero es complicado que hubiese funcionado igual siguiendo exclusivamente al perpetrador que, en parte, es una víctima. Es algo que intentó sacar adelante hace décadas ‘Un día de furia’.
Desatar el cabreo
El explosivo thriller de Joel Schumacher fue tan exitoso en su momento, bordeando los 100 millones de dólares de recaudación, como polémico por tener de protagonista un personaje tan incómodo. Pero Michael Douglas lo aborda de maravilla en una película potente que se va a poder ver hoy en televisión a través de Paramount a partir de las 22 horas. También se puede encontrar en streaming a través de Filmin, de Movistar+ y de Netflix.
El calor y la tensión se elevan en las calles de la ciudad de Los Ángeles. El colapso en las carreteras y un cúmulo de circunstancias personales llevan al límite a un hombre corriente, con camisa y corbata sin mayores intenciones que ir ese día a trabajar. De repente cambia su rumbo para desatar una ola de violencia y destrucción contra cualquier incauto que se cruce en su camino.
En dicho camino hay algunas personas blancas (alguno incluso neonazi), pero ante todo minorías raciales de todo tipo, que complican la idea de que este hombre frustrado descarga su furia sin preocuparse del objetivo. Su amenaza acaba dirigiéndose a lugares de trabajo mundanos e incluso precarios, que suelen tener a los menos privilegiados de cara al público y terminan siendo sus dianas.
Una lectura superficial vería esto como un enorme problema, intentando llevarnos de la mano de un fascista intolerante que debemos contemplar como un hombre corriente. Schumacher sin embargo plantea bien la película al no tratarla con la euforia de un film de vigilantes o justicieros de los setenta, que sí que entraban en este tipo de violencia callejera y racial sin mucha consideración. Cuando se producen estos episodios de violencia, después no queda euforia para el personaje de Douglas, solo la misma frustración e incluso tristeza que le ha llevado a esta espiral.
Pedir que empaticemos con esta desolación es un poco salto de fe para determinados espectadores, pero establecer bien causas y sensaciones es lo que permite a ‘Un día de furia’ salir medianamente exitosa con su provocación. Sus políticas pueden llegar a ser cuestionables, pero su mirada es tan efectiva como la persecución que emplea como estructura, tirando fabulosamente de un Robert Duvall que es capaz de sacar adelante esta clase de policías con soltura sin tener que bajarse del autobús.
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4 comentarios
Gioachino
En pocos días vuelve a aparecer el bueno Joel Schumacher, el otro día con la Batman en la que salía Kilmer, ahora con esta estupenda "Un día de furia". Sin dudas un director muy especial este Schumacher, un tipo con personalidad de los que ya no abundan, no todas sus películas son buenas, pero tiene tres o cuatro que muchos las querrían en su currículum.
manter
Lo primero, agradecer que en el propio título aparezca el nombre de la película y no se recurra a truquitos.
Sobre la diversidad racial de las víctimas, la película es una radiografía de los males de la sociedad norteamericana de finales de los 80, es normal que intente sacar toda la variedad de la que es capaz. Andar con paños calientes porque "acaba actuando contra minorías oprimidas" es errar el tiro: Lo que muestra es precisamente que se puede estar en un trabajo de mierda y aún así estar tratando a la gente de forma despreciable o censurable.
En el fondo, se puede tomar como un cuento moral: Desde lo más alto a lo más bajo de la escala social, si siembras vientos puedes terminar recogiendo tempestades. O, dicho de otro modo, tus circunstancias particulares no te legitiman para tratar fatal a otros y pretender que no puedan afectarte las consecuencias.
wopr2.0
Pequeña obra maestra sobre la soledad, la enfermedad mental, el fallido sistema y el comportamiento humano en una sociedad cansada y enfermiza. Fantástico Joel Schumacher aquí en plena forma y uno de los más reconocidos y aplaudidos papeles de un Michael Douglas en estado de gracia. Una película tan necesaria como lo fue después American History x y tantas otras.