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Os digo que dentro de poco voy a tener que buscar mi libro de mates de cuarto para repasar los números romanos, porque esta sección tiene visos de convertirse en infinita y va a llegar un momento en el que ya no sepa escribirlos. Idear un nuevo reality-show también tiene algo de matemáticas: se trata de combinar varios elementos, pero con un número ilimitado de resultados.
Ilustremos con un ejemplo: el elemento imposible (el reto de conseguir el objetivo en un tiempo límite) puede combinarse con cualquier temática (gastronomía, restauración, negocios) para generar nuevos formatos como 'Cena Imposible', 'Restaurante Imposible' o, lo último, 'Hotel Imposible'. Aunque aquí han tenido a bien llamarlo 'Este hotel es un desastre', que es una coletilla que gusta mucho a la hora de traducir libremente los títulos.
¿De qué va?
Anthony Melchiorri es un 'hotel fixer' -ehm, ¿arreglahoteles?- con 20 años de experiencia en el sector que se dedica a recorrer EEUU reflotando negocios hoteleros de capa caída. Llevan tiempo sin apagar el neón de Vacancy pero algunos tienen suficiente potencial como para que les alaben en Trip Advisor si siguen los consejos de este coach de la hostelería; tan simples como darle una mano de pintura a la fachada o limpiar los inodoros (si no es mucho pedir).
"Detalles, detalles, detalles" va repitiendo a modo de mantra mientras somete al hotel a una exhaustiva revisión: desde el exterior (colores que dan ganas de arrancarse los ojos, jardines descuidados que reciben al huésped con plantas mustias, piscinas con tumbonas descoloridas) y la recepción (que se convierten en oficinas abigarradas) hasta las habitaciones. Es aquí donde el examen se vuelve más exigente: huele las colchas y la moqueta, pasa un papel por el interior del WC entre arcadas (las suyas y las nuestras cuando nos enseña que el algodón no engaña), chequea la ropa de cama hasta la última capa y si es necesario, saca su luz negra para que la verdad oculta se revele.
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Una vez valorados los problemas más obvios se mete entre bambalinas para hablar con los empleados y los gerentes y así detectar otras posibles causas de la ruina: la mala gestión, la falta de personal adecuado, de buenas decisiones o de buen gusto para decorar. Muchos de estos establecimientos se han quedado completamente desfasados. Nacieron con el boom tourístico de zonas como Florida o Miami en la época en la que la arquitectura perpetraba el Art Decó y ahora sufren las consecuencias de no saber renovarse: morir. Hasta que 'Hotel Impossible' les salva de la ruina (les obliga a limpiar, redecora la recepción y una habitación de muestra). Claro que si lo que tienes es un motel en mitad de una carretera comarcal camino de la nada, Anthony no va a ir a ayudarte.
¿Por qué nos atrapa?
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Es un placer para nuestras retinas (por paradójico que parezca) descubrir estas decoraciones kitsch (aunque a Alaska y a Vaquerizo les hubiera encantado alojarse en alguno de ellos). Lo que no es tolerable es descubrir que dormir en un hotel -con la pasta que cuesta- puede significar que lo haces bajo meses de ácaros, sudor y pelos de cientos de desconocidos acumulados en una manta que nunca se lava. Regla número uno: nada de tejidos oscuros o que no puedan meterse en la lavadora. Son sospechosos.
Como muchos docurealities, divierte o aberra según el momento. Pero el punto fuerte es sin duda el presentador. Es ácido y sincero en sus comentarios y habla sin tapujos a los dueños. De algún modo le da cierta verdad al programa (aunque ya lo veamos, como todos, predispuestos a encontrar indicios de manipulación) y tiene el suficiente carisma para vendernos una idea sobada como algo nuevo. Otro aspecto paradójicamente agradable es morirte de envidia viendo todos esos lugares a los que te gustaría ir. Porque el programa, de Travel Channel, ha viajado también fuera del país a resorts de Jamaica, Perú, Grecia o Costa Rica para hacer que un establecimientos "de una estrella, con vistas de cinco estrellas" se convierta en lo más hipster del sector.
¿Versión española?
¡Sí, por favor! Porque seguro que más de uno os habréis encontrado con una habitación digna del Bates Motel por la que habéis pagado, además, 60 € y aún así no incluye derecho a tener una pastilla de jabón. Quizás sea éste el principal problema para hacer la versión patria de este docu-reality: convencer al empresario español de que, a veces, invertir a corto plazo revierte grandes beneficios en el futuro y que no todo se basa en "gastar lo mínimo". Auguro que puede ser un formato divertido, pero necesitamos encontrar a nuestro propio Mr. Proper.
Ficha Técnica: 'Este hotel es un desastre'
Os digo que dentro de poco voy a tener que buscar mi libro de mates de cuarto para repasar los números romanos, porque esta sección tiene visos de convertirse en infinita y va a llegar un momento en el que ya no sepa escribirlos. Idear un nuevo reality-show también tiene algo de matemáticas: se trata de combinar varios elementos, pero con un número ilimitado de resultados.
Ilustremos con un ejemplo: el elemento imposible (el reto de conseguir el objetivo en un tiempo límite) puede combinarse con cualquier temática (gastronomía, restauración, negocios) para generar nuevos formatos como 'Cena Imposible', 'Restaurante Imposible' o, lo último, 'Hotel Imposible'. Aunque aquí han tenido a bien llamarlo 'Este hotel es un desastre', que es una coletilla que gusta mucho a la hora de traducir libremente los títulos.
¿De qué va?
Anthony Melchiorri es un 'hotel fixer' -ehm, ¿arreglahoteles?- con 20 años de experiencia en el sector que se dedica a recorrer EEUU reflotando negocios hoteleros de capa caída. Llevan tiempo sin apagar el neón de Vacancy pero algunos tienen suficiente potencial como para que les alaben en Trip Advisor si siguen los consejos de este coach de la hostelería; tan simples como darle una mano de pintura a la fachada o limpiar los inodoros (si no es mucho pedir).
"Detalles, detalles, detalles" va repitiendo a modo de mantra mientras somete al hotel a una exhaustiva revisión: desde el exterior (colores que dan ganas de arrancarse los ojos, jardines descuidados que reciben al huésped con plantas mustias, piscinas con tumbonas descoloridas) y la recepción (que se convierten en oficinas abigarradas) hasta las habitaciones. Es aquí donde el examen se vuelve más exigente: huele las colchas y la moqueta, pasa un papel por el interior del WC entre arcadas (las suyas y las nuestras cuando nos enseña que el algodón no engaña), chequea la ropa de cama hasta la última capa y si es necesario, saca su luz negra para que la verdad oculta se revele.
Una vez valorados los problemas más obvios se mete entre bambalinas para hablar con los empleados y los gerentes y así detectar otras posibles causas de la ruina: la mala gestión, la falta de personal adecuado, de buenas decisiones o de buen gusto para decorar. Muchos de estos establecimientos se han quedado completamente desfasados. Nacieron con el boom tourístico de zonas como Florida o Miami en la época en la que la arquitectura perpetraba el Art Decó y ahora sufren las consecuencias de no saber renovarse: morir. Hasta que 'Hotel Impossible' les salva de la ruina (les obliga a limpiar, redecora la recepción y una habitación de muestra). Claro que si lo que tienes es un motel en mitad de una carretera comarcal camino de la nada, Anthony no va a ir a ayudarte.
¿Por qué nos atrapa?
Es un placer para nuestras retinas (por paradójico que parezca) descubrir estas decoraciones kitsch (aunque a Alaska y a Vaquerizo les hubiera encantado alojarse en alguno de ellos). Lo que no es tolerable es descubrir que dormir en un hotel -con la pasta que cuesta- puede significar que lo haces bajo meses de ácaros, sudor y pelos de cientos de desconocidos acumulados en una manta que nunca se lava. Regla número uno: nada de tejidos oscuros o que no puedan meterse en la lavadora. Son sospechosos.
Como muchos docurealities, divierte o aberra según el momento. Pero el punto fuerte es sin duda el presentador. Es ácido y sincero en sus comentarios y habla sin tapujos a los dueños. De algún modo le da cierta verdad al programa (aunque ya lo veamos, como todos, predispuestos a encontrar indicios de manipulación) y tiene el suficiente carisma para vendernos una idea sobada como algo nuevo. Otro aspecto paradójicamente agradable es morirte de envidia viendo todos esos lugares a los que te gustaría ir. Porque el programa, de Travel Channel, ha viajado también fuera del país a resorts de Jamaica, Perú, Grecia o Costa Rica para hacer que un establecimientos "de una estrella, con vistas de cinco estrellas" se convierta en lo más hipster del sector.
¿Versión española?
¡Sí, por favor! Porque seguro que más de uno os habréis encontrado con una habitación digna del Bates Motel por la que habéis pagado, además, 60 € y aún así no incluye derecho a tener una pastilla de jabón. Quizás sea éste el principal problema para hacer la versión patria de este docu-reality: convencer al empresario español de que, a veces, invertir a corto plazo revierte grandes beneficios en el futuro y que no todo se basa en "gastar lo mínimo". Auguro que puede ser un formato divertido, pero necesitamos encontrar a nuestro propio Mr. Proper.
¿De qué va?
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