¿Cuál fue la primera serie que descargaste para ver semana a semana? Es muy probable que tu respuesta sea 'Perdidos', pero puede ser 'Mujeres desesperadas', 'Anatomía de Grey' o incluso algún anime. Era una época diferente: en 2002 hubo un total de 182 series emitidas en Estados Unidos, de las que destacaban quizá veinte. En 2021 se hicieron un total de 559 solo en Estados Unidos, sin contar las series infantiles ni éxitos internacionales como 'El juego del calamar' o 'La casa de papel'. Una barbaridad.
Este es otro mundo totalmente distinto al de hace veinte años, en el que teníamos claras las series que había que ver porque no eran tantas. Ahora todos tenemos series pendientes desde hace eones y un overbooking eterno provocado por el efecto "serie del año de la semana" y la nueva (e imprescindible) propuesta de un nuevo servicio de streaming que no tienes. Desde 'Ted Lasso' hasta 'Sandman' pasando por 'La casa del dragón' o 'El señor de los anillos: los anillos del poder', la oferta es absolutamente abrumadora, incontrolable, imposible. Y la propuesta de muchos es, a mi juicio, aún más abrumadora: volver a la piratería.
Parche, pata de palo, mantita y serie
Seguro que has visto la tira cómica: un chico guarda su gorro pirata en un cajón porque ha llegado Netflix, pero ante la profusión de plataformas de streaming decide sacarlo y decir un "¡Hola, viejo amigo!". La vuelta a la piratería es el nuevo postureo, la amenaza vacía, el acercamiento menos interesante ante el panorama que se nos viene encima: muchísima gente que promulga su retorno al Torrent, igual que el público general, no tiene ni la más lejana idea de dónde bajarse las series ahora mismo... ni la intención de buscar los subtítulos y reaprender a verlo en la televisión. Nos hemos acomodado, y no es malo, sino parte de una evolución.
Nos hemos acostumbrado a que las televisiones tengan integradas los servicios de streaming que usamos. En un click tenemos muchas más series y películas, solo en las novedades mensuales, de las que podríamos ver dedicando el resto de nuestra vida exclusivamente a ello. Y por eso, por mucho que nos enfademos con las malas prácticas de los streamers (subidas de precio, cancelaciones injustas e incluso series borradas de la existencia), llega un momento vital en el que no hay ni tiempo ni ganas de gastar el tiempo en piratear.
Puede que estés leyendo esto mientras te bajas 'Succession' y creyendo que este artículo es moralina barata sobre la piratería, pero no es así: nadie juzga a nadie. Adelante con lo tuyo. Es innegable que los servicios de streaming están estirando la manta y forzando la máquina (a excepción, de momento, de Filmin y Apple TV+) y el enfado, así como el castigo posterior, está más que justificado. Pero cuando llegas de trabajar cansado y solo quieres ver el último capítulo de esa serie por la que tienes tanto hype, lo que menos te apetece es pasar cinco minutos esperando a que se descargue el archivo cuando podrías estar viéndolo desde el sofá por un precio más o menos módico. La muerte de la piratería no llegó por nuestras buenas intenciones, sino por el ensalzamiento de la vaguería cibernética.
Más series, es la guerra (del streaming)
¿Te acuerdas del final de la temporada 4 de 'Stranger Things'? Mes y medio pasa muy rápido, y entre medias hemos tenido 'Better call Saul', 'Sandman', 'Atlanta', 'Resident evil', 'La lista final', 'Primal', 'Encerrado con el diablo', 'Yo soy Groot', 'Yo nunca', 'Locke and Key', 'La gran chapuza: Woodstock 1999', 'Ellas dan el golpe'... ¡Y estas son solo las novedades! También han vuelto a estar disponibles 'Parks and recreation', 'Colgados en Filadelfia' o 'Alf', y ni siquiera hemos empezado a hablar de las películas. El problema no es que haya demasiadas plataformas y por tanto haya que piratear: es que hay demasiado contenido de calidad en todas ellas y no llegaríamos a todo en mil vidas.
Tener acceso a todo, absolutamente a todo, incluyendo realities de televisión lineal como 'Survivor' o productos de todas las décadas, en una época en la que se estrenan unas 15 series semanales, no es la idea más brillante para calmar tu ansiedad, sino simplemente para dar rienda suelta a tu espíritu acumulativo y volver a tener discos duros repletos de cosas que no vas a ver jamás. De verdad. Es como tener a tu disposición un buffet libre con ochocientos platos distintos cuando tú en el cuarto ya no puedes más. A mayor abanico, mayor agobio. Y la mayor parte de la gente quiere que se lo pongan fácil: por eso los algoritmos, por más que nos pene, seguirán existiendo y dominando el cotarro.
Cuesta convencer al grueso del público de que lo mejor de Netflix o Prime Video se encuentra más allá de las sugerencias iniciales y que merece la pena indagar en el catálogo y descubrir títulos como '¿Por qué no te vas?' o 'Invencible': tratar de convencerles del retorno al pirateo es, directamente, una misión imposible. Y eso no significa que la tendencia no esté volviendo, aunque sea de forma marginal... ni que sea, en todos los casos, reprochable.
Y la botella de ron
Seguro que estás pensando que tú y tus amigos conocéis una web y debería conocerla todo el mundo porque es muy fácil verlo todo allí, o que merecen la pena esos diez minutos diarios descargando cosas en casa a cambio de no pagar una mensualidad. Y sí, tienes razón en tu prejuicio: no estoy a favor de la piratería y me causa problemas éticos descargar una serie el mismo día del estreno. Pero, al mismo tiempo, es imposible no reconocer que hay matices y que esta es la única manera segura de preservar joyas audiovisuales que las empresas no quieren lanzar (ni siquiera en físico), ya sea por los problemas morales que causaría como por su antigüedad, pertenecer a un nicho, tener una nueva versión o el dineral que costaría renovar los derechos musicales.
La prueba de la impunidad que tenemos ante las plataformas está en HBO Max, que ha intentado hacer desaparecer del mapa series como 'Infinity train', evitando incluso la venta en formato físico: es un movimiento que puede tener sentido desde el punto de vista financiero, pero es un desastre absoluto de imagen y un peligro para el futuro del cine y la televisión, que puede morir junto a los servicios de streaming cuando les llegue la hora (o, por lo visto, incluso antes). Por mala o insabora que sea una serie, siempre es mejor que pueda verse a que se pierda por un quítame allí esos derechos.
Creo que la piratería, como gran biblioteca de Alejandría digital, tiene más sentido y futuro que como pozo egoísta y acumulativo en el que caer como castigo a los servicios de streaming. Se abre ante nosotros una nueva etapa en la que, tras el auge de los últimos años, llega el momento de bajada del streaming hasta su posterior balanceo. Va a haber movimientos raros, fusiones inesperadas, cancelaciones (aún más) injustas, pero va a tener algo en común: el público general va a seguir sin darse de baja para pasarse a navegar las procelosas aguas del P2P. ¿Por convicción? ¿Por legalidad? Claro que no: por simple, llana, humilde y normalísima comodidad.
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