iTunes, a por el alquiler de series de la tele

Nueva entrega de la guerra por la distribución de los contenidos que se está librando en los despachos de las grandes cadenas. Mientras que Google TV va encontrando escollos a su propósito de dominar la televisión por internet, ahora Apple se sube al carro con su propuesta de alquilar capítulos de series a 99 centavos de dólar durante 48 horas a través de iTunes, coincidiendo con sus planes de lanzar en septiembre un nuevo iPod Touch con mayor resolución de pantalla.

Mientras que FOX y ABC están cercanas al acuerdo, tanto la NBC como la CBS y Time Warner, con sus TNT y TBS, se han parapetado detrás de sus temores por la posible pérdida de negocio en la venta de sus productos, tanto en la emisión como en los DVD, y es que hasta ahora iTunes alquilaba contenidos, pero se limitaba a las películas, y este avance en sus pretensiones ha puesto un poco nerviosos a los responsables de las cadenas, aunque se prevé que poco a poco todos aproximen posiciones, por lo quizá en un futuro iTunes sea un buen recurso para los seriéfilos de pro.

Y todo eso, con permiso de Hulu, que ya saborea la buena acogida que está teniendo su servicio de suscripción por 9,99 dólares al mes que da acceso a todas las temporadas de las series de su extenso catálogo y que prepara su expansión por todo el Mundo. Al final, con tanta plataforma, va a haber más dispositivos y más entornos que contenidos para visionar.

Con todo este cambio que estamos viviendo en nuestras carnes, en nuestros televisores y en nuestras pantallas de ordenador, me pregunto si en un futuro no demasiado lejano no veremos una clara división entre el papel de las televisiones como productoras de contenidos, separadas totalmente de los operadores que se dedicarán a hacer llegar esos contenidos a los telespectadores. En un contexto como ese, las pequeñas cadenas no tendrían demasiado sentido de ser. Claro, que para acabar emitiendo programas de tarot y refritos a los que hace años que les caducó el aceite, no sé yo si vale la pena mantener esa supuesta biodiversidad en el dominio público radioeléctrico.

Vía | The New York Times

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