Alguno se preguntará que tiene que ver la imagen de un violinista tocando a la entrada del metro de Washington con un blog de televisión, pero la idea que se transmite tras ese experimento me sirve para explicar como normalmente le damos la espalda a la buena cultura o a los programas que realmente merecen la pena. Voy a tratar de explicarme.
The Washington Post preparó un artículo, ganador de premio Pulitzer por cierto, en el que realizaría un experimento con el que quería demostrar cómo somos los humanos capaces de darle la espalda a la excelencia, y simplemente por no montar ningún show con el que llamar la atención. Para ello se solicitó la colaboración de un violinista tan virtuoso como Joshua Bell. La idea era sencilla, colocado en un lado de la sala de entrada al metro, junto a una papelera, tocando su violín a un nivel espectacular, pero sin molestar. Lo curioso del vídeo, que podéis ver en la continuación de la entrada, es que casi nadie se paró a escucharle durante los 45 minutos que estuvo tocando (llegó a recuadar poco más de 30 dólares, pero eso es lo de menos), y que sólo al final, tras ver el regalo que tenían antes sus ojos, una transeúnte lo reconoció y otros tres más se pararon a terminar de escuchar la composición. Es decir, tenemos el arte delante de nuestras narices, y como no estamos educados para valorarlo, lo dejamos pasar sin prestarle la atención debida. Por eso mismo que Joshua Bell estaba haciendo gratis en el metro, cobraría un pastón en un teatro.
Recogiendo esta idea del vídeo y del artículo, lo traslado a la televisión y me planteo, en líneas generales, si sabemos distinguir el talento cuando lo tenemos delante de nuestras narices. Si bien, los programadores planifican unas parrillas de acuerdo a los gustos que nosotros les mostramos, y eso significa obviar el talento y el buen trabajo, o bien es querencia por la bulla y lo que continuamente llame más la atención. Por ese motivo, el poder disponer de las series en internet, permite que, como esos viajeros que se pararon a escuchar al violinista, podamos decidir el valorar la calidad, siendo capaces de escoger si parar en un determinado espacio cuando algo nos gusta de verás.
Ver en el vídeo a la mujer que le reconoce y le dice, te escuché tocar en tal sitio, y más cuando llevaba sus buenos minutos tocando y ésta escuchándole, seguro que es un regalo enorme para el artista. A eso me refiero, a que las televisiones lleguen a saber distinguir que existe un tipo de persona que prefiere calidad a cantidad. Que si eso se lo da la Red, sepan comprenderle, y no tratarle como un apestado. Es el valor del individuo. Y las imágenes del vídeo son un claro ejemplo.
Vía | The Blah Blah Blah Blog
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