Últimos días para ver en Netflix y en Prime Video el remake de un clásico del terror familiar que fracasó en taquilla

En un momento donde no parece que se vaya a quedar nada del pasado sin toquetear, o alguna fuente literaria convertida en mina de oro a explotar, el nombre de Roald Dahl se ha vuelto muy recurrido a la hora de hacer fantasías para todos los públicos. Cómo los más pequeños de ahora pueden reaccionar a su obra es complicado, pero eso no detuvo a ‘Las brujas’ de intentarlo.

Una convención hechizada

Nueva adaptación de la oscura fantasía que ya dio para un clásico infantil aterrador como ‘La maldición de las brujas’, esta vez llevada por un Robert Zemeckis todavía embriagado por la abundancia de efectos digitales. La película, protagonizada por Anne Hathaway, va a efectuar su salida del streaming en las plataformas de Amazon Prime Video y de Netflix a partir del próximo 18 de octubre.

Sigue al huérfano Bruno, que se va a vivir con su abuela en un pueblo de Alabama donde parece percibir la presencia de extraños monstruos que le persiguen. Para quitarle esos pensamientos, ambos se van de vacaciones a un hotel de la costa, sin saber que allí va a tener lugar una gran convención de brujas que están deseando llevar a cabo sus planes para acabar con los niños de todo el planeta.

Guillermo del Toro iba a ser uno de los artífices de este proyecto de adaptación, pero de su aportación sólo queda un crédito de guion y productor que se sienten como mera deferencia profesional. El proyecto queda bastante en manos de Zemeckis, a pesar de lo que parecen intentos por no inundar la película con excesiva personalidad.

Pero su toque se nota para bien, como en ese sentido del humor con el que sabe plagar de ritmo a la película, como para mal, desde ese empeño en tirar de efectos digitales poco lucidos y en cómo quiere manejar el conflicto racial que aquí se introduce. Con todo, consigue aquí su trabajo más medianamente entretenido en muchos años, ya tan sólo porque es menos confuso y dan menos ganas de arrancarse los ojos.

Sigue siendo, sin embargo, una jugada muy desconcertante porque no intenta demasiado volver a acercar al público infantil a un tipo de terror accesible (algo con lo que tuvieron mejor maña películas como ‘La casa del reloj en la pared’) ni en darle lustre a la obra de Dahl, dejando cierta pizca de curiosidad. Queda un tanto innecesaria aunque pueda ser a ratos disfrutable, aunque siempre con bastante distancia de la película de Nicolas Roeg.

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