Los detractores del cine musical son muy expresivos sobre su desdén, que suelen justificar en base a que se rompe la credibilidad de la historia en el momento en el que alguien se pone a cantar o bailar. Claro, una persecución alucinante en coche por la ciudad o un tiroteo muy ruidoso es realismo social y no un buen recurso de espectacularidad cinematográfica. Por suerte tenemos películas como ‘Baby Driver’ capaces de unir esos elementos tan dispares pero tan llamativos.
Arrancando con la banda sonora perfecta
Edgar Wright hace una de sus películas más originales, que al mismo tiempo es una de las más referenciales, en este cañonazo exitoso protagonizado por Ansel Elgort y Lily James. Puro ritmo y energía de musical, pero también exuberante espectáculo de acción y thriller criminal que puedes ver en streaming a través de Netflix por tiempo limitado (el 30 de abril es el último día que seguirá en el catálogo).
Elgort es el “Baby” del título, un experto conductor además de introvertido aficionado a la música que sincroniza todos sus trayectos con sus canciones favoritas. Unas tendencias que no terminan de entender sus compañeros de atraco, pero es tan bueno en lo suyo que se pasa por alto. Baby realizará estos golpes hasta poder cubrir su deuda con un temible mafioso, esperando poder escapar finalmente con la chica que le gusta.
Las películas de Wright siempre han destacado por esa frescura y ritmo que imprime un montaje la mar de frenético y contundente. Aquí lo lleva a otro nivel con una planificación y puesta en escena tan bien articulada en torno a sus canciones fabulosas, que han sido meticulosamente escogidas. Desde los tiroteos a las persecuciones están bien ligados a estos temas que conforman una banda sonora sensacional y variada.
Las referencias están bastante a la vista, pero como caracteriza al cine del británico está todo remezclado con mucho gusto además de energía electrizante. Consigue algo bastante estimulante y que se siente bastante único en el proceso, haciendo una gala de todo el poderío audiovisual del cine con secuencias llenas de movimiento y acción.
Por supuesto no viene nada mal que, aparte de la efectiva historia romántica, esté todo cimentado en el poderío del cine de atracos, uno de esos géneros siempre excitantes y llenos de la correcta intensidad. ‘Baby Driver’ presenta una buena recopilación de cosas que molan, las lleva a sus cotas más asombrosas, y consigue la clase de milagro que rara vez Hollywood nos ofrece.
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