Últimos días para ver en Netflix un divertidísimo desmadre en clave de espada y brujería 100% marca de la casa Guy Ritchie

Le pese a quien le pese, Guy Ritchie es un autor en mayúsculas, y también lo ha demostrado lejos del thriller criminal con producciones como esta

Hablar sobre el concepto de "cine de autor" continúa siendo una actividad algo espinosa en pleno 2024. Los más de cien años de historia del séptimo arte no han servido para que muchos "puristas" —por así decirlo— reconozcan que dentro de esa etiqueta hay cabida para obras como las de nuestro querido Aki Kaurismaki o del irrepetible Ingmar Bergman y, al mismo tiempo, para filmografías como las de John Carpenter o el cineasta que nos ocupa: Guy Ritchie.

Si no has tenido la tentación de golpear la mesa con el puño antes de cerrar la ventana —no sin antes dejar un comentario con el típico "dejé de leer cuando..."—, gracias y enhorabuena por tu amplitud de miras. El realizador británico, le pese a quien le pese, es un autor sin ningún tipo de paliativos, y esto se refleja tanto en esos thrillers criminales con no poco cachondeo interno que le catapultaron a la fama y en locuras anacrónicas como la que está a punto de abandonar el catálogo de Netflix.

Espada, brujería... y macarradas

Después de trasladarnos al convulso Berlín de la década de los 60 en la estilosa y divertidísima 'Operación U.N.C.L.E.', el de Hatfield viajó aun más en el tiempo para proyectar a través de su único filtro —precisamente, ese que le convierte en autor— la leyenda artúrica en una 'Rey Arturo: La leyenda de Excalibur' injustamente denostada por parte de público y crítica, pero que ofreció un par de horas cargadas de esa diversión y esas macarradas marca de la casa.

El largometraje, simple y llanamente, es todo lo que podría esperarse de la definición "Es una película del Rey Arturo dirigida por Guy Ritchie".  Esto, en primer lugar, se proyecta sobre una forma cargada de las señas de identidad estilísticas del realizador, incluyendo el uso y abuso de slow motion, speed ramps y reencuadres digitales en unas escenas de acción que, como cabría esperar, terminan convirtiéndose en el gran reclamo de la función.

Por supuesto, la figura de Ritchie también está muy presente en lo referente al tono. 'La leyenda de Excalibur' se alinea con su obra previa transformando al héroe titular en un equivalente del siglo VI a sus mafiosos de urbe británica contemporánea. La chulería, el humor de brocha gorda y la épica desmadrada se dan la mano en un ejercicio de espada y brujería dominado por la autoconsciencia y lastrado por algún que otro desbarre digital.

La guinda en este apetecible pastel no es otra que su reparto. Dejando a un lado el oficio de un Charlie Hunnam perfecto en su papel protagonista, tanto en los físico como en lo estrictamente relacionado a la actitud, hay que destacar un repertorio de secundarios para enmarcar en el que brillan Djimon Honsou, Eric Bana, Adian Gillen y, sobre todos ellos, un Jude Law ideal como el villano de la función.

Que el leñazo en taquilla que se pegó 'Rey Arturo: La leyenda de Excalibur', que sólo recaudó 146 millones de dólares de recaudación sobre un presupuesto de 175 millones, no os engañe. Sus 120 minutos, vistos bajo el mismo halo desprejuiciado que reina en la producción, suponen una inyección de adrenalina y fantasía épica que, en sólo un par de secuencias, podemos asociar directamente al código genético de Guy Ritchie.

Si quieres disfrutarla con tu suscripción a Netflix, sólo tienes unos días antes de que abandone su catálogo. Concretamente, hasta el próximo 7 de junio.

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