Los Teletubbies llevan cuatro años fuera de la televisión, y ya va siendo hora de volverlos a traer al primer plano: si los niños no se entretienen ya con ellos, ni que sea por no perder un icono de la cultura pop. Tinky Winky, Po, Laa-laa y Dipsy llegarán a Netflix el 14 de noviembre con un par de cambios respecto a las temporadas originales: el sol tiene la cara de otra niña y Tituss Burgess ('Unbreakable Kimmy Schmidt') será el encargado de narrar sus andanzas. Por supuesto, ha habido polémica. Cómo no.
Series preescolares, cabreos adultos
En su tráiler, los Teletubbies hacen lo de siempre: bailan, comen la Tubbitostada, ven a los Teletubbies bebés y dicen sus nombres. Pero, ¡ah! ¡El sol! ¡La niña que interpretaba al sol original no es la misma! Es normal: Jess Smith tiene 26 años y no está por la labor. En su lugar, es una niña asiática. Os voy a ahorrar la polémica con los "Teletubbies woke", porque ya os la imagináis.
Parte del público adulto en Twitter, muy ofendido, ha dejado claro que se niega a ver esta serie por considerarla un ataque directo a su infancia. A estas alturas, que haya personas de veinticinco años enfadadas con una serie para preescolares no debería tomarnos por sorpresa, la verdad. Es la rutina del cabreo en redes sociales: si sale algo nuevo, hay que enfadarse.
No parece que a Netflix le preocupe demasiado: 'Teletubbies' es básicamente la misma serie que era antaño, sin ningún experimento que trate de revolucionar lo que no puede revolucionarse. El hecho de que personas adultas sin hijos no se encuentren entre su público es, bueno, lo que debería ser. Los aspavientos en redes sociales y fingir la ofensa forma solo parte de un nuevo panorama audiovisual al que cuesta acostumbrarse.
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