Existe algo tan descorazonador como desconcertante en el hecho de ver a alguien como Jason Reitman, que durante la primera década de siglo había llegado con intención de ser la nueva gran voz del drama adulto de mediano presupuesto -y tenía éxitos para cimentarlo-, y haya terminado siendo el encargado de mantenimiento de una franquicia como 'Cazafantasmas'. Ahora mismo, tras 'Cazafantasmas: Más allá', tiene las llaves de la saga y está supervisando los próximos años de expansión del universo como un líder de proyecto más que el cineasta que fue.
Por supuesto, hay algo de ironía en ello, después de cierto toque prepotente a la hora de diferencias sus películas de las comedias de estudio que hacía su padre Ivan Reitman. No por ello deja de ser una pena que no vayamos a tener en el horizonte películas más complejas y de temática adulta que parezcan cintas en las que se ha invertido dinero, no indies que piden permiso para existir. Dicho de otra forma, ya no tendremos interesantes joyas como 'Tully', disponible todavía en Netflix hasta este sábado 6 de agosto.
Cuando la vida adulta te atropella
Reitman volvió a trabajar con viejas conocidas para conseguir algo de distinto sabor. Por un lado está Charlize Theron, que ya protagonizó para él la notable 'Young Adult'. Por otro está la guionista Diablo Cody, que escribió aquella y su gran éxito conjunto 'Juno'. Pero es justo aquella otra película que juntó estos tres nombres la clave para comentar esta, ya que ambas reflejan de manera interesante la crisis de la madurez desde dos prismas distintos.
Theron es Marlo, una madre de una familia numerosa con un recién nacido que pone aún más a prueba su paciencia y habilidades como madre. Sus hijos son demandantes, no hay precisamente flexibilidad económica y su marido trabaja durante tantas horas que cuando llega sólo quiere jugar a videojuegos (Ron Livingston). Podría ser perfectamente una mujer al borde de un ataque de nervios.
Pero su hermano (Mark Duplass) tiene una interesante idea en forma de regalo: una niñera nocturna, que se encarga de cuidar al bebé por las noches para que los padres puedan descansar, además de realizar otras tareas de la casa. Esa joven y encantadora niñera es Tully (Mackenzie Davis) y parece casi un regalo caído del cielo. Pero nada es lo que aparenta con este personaje, cuya verdadera condición es un secreto que la película guarda con cuidado y es mejor descubrir por uno mismo.
'Tully': olvidarse a sí misma
A través de la depresión post-parto que sufre el personaje de Theron, Reitman y Cody exploran de manera interesante la manera en la que una mujer se pierde a sí misma llegado a cierto punto vital. Es, realmente, una crisis de vida adulta similar a la estudiada años antes en 'Young Adult', salvo que en lugar de retratar a aquellas personas atascadas en la niñez permanente aquí se expone al modelo familiar suburbial que se ha planteado como ideal opuesto y puede llevar a estar igual de perdido en la vida.
Es interesante que la reunión con estas dos figuras fuese precisamente la que devolviera cierto vigor creativo a Reitman tras varios films de irregular calidad y tendencias irritantes. Más allá de que algunas de sus jugadas puedan resultar algo tramposas, su trabajo dramático es muy notable, y Theron ofrece uno de sus mejores trabajos como actriz.
Sin duda, merecía más que ese discreto paso por cines, que ha condenado al final a Jason a la tarea de restaurar el antiguo coche familiar del que ha heredado las llaves.
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