Aunque muchos se nieguen a reconocerlo por prejuicios a estas alturas más imaginarios que reales, cada año marca un nuevo hito para el cine español. Tanto, que entre 'Cinco lobitos', 'Alcarràs', 'Cerdita' o 'Los renglones torcidos de dios' hay alguna película que termina por pasar desapercibida injustamente. Es el caso de 'Jaula', que ni siquiera ha entrado entre las 30 películas patrias más taquilleras del año pero (con un poco de suerte) va a encontrar una segunda vida en Netflix.
Paredes de tiza
Una niña perdida en una autopista. Una tiza que marca por dónde puede (y no puede) ir. Una serie de sucesos peligrosos que empiezan a pasar en casa de los padres adoptivos. Un flashback. 'Jaula' acierta de pleno al crear una atmósfera misteriosa, siniestra y paranoica que crece gracias a un guion que siempre va un par de pasos por delante del espectador y sabe engrandecer el misterio, aunque quizá no es capaz de sostenerlo hasta el final.
La película de Ignacio Tatay no se centra exclusivamente en crear momentos icónicos (que los tiene) y en mostrar una iconografía reconocible, sino que trata de que el público nunca sepa por dónde va a tirar. Es cierto que la resolución es la opción más conservadora de todas las posibles, pero la sensación decepcionante que deja es solo debida a que durante el resto del metraje tu cerebro no para de imaginar diferentes soluciones al enigma que se plantea.
'Jaula' te sobreestimula, te engaña, te miente a plena vista, hace trucos de magia contigo presentándote a unos personajes con tal aguante ante la desgracia que solo podrían existir en el cine, pero cuya imposibilidad solo ayuda a aumentar la rareza que imbuye la cinta. 'Jaula' es más que solvente porque sabe salir de cualquier situación, por inverosímil que parezca, haciendo un drible inesperado sin que eso signifique una traición a sí misma.
Peliculette
Decía mi compañero Jorge que la película se consume como una novela de aeropuerto, y no se me ocurre un símil más acertado: no quieres dejar 'Jaula' en ningún momento, te atrapa desde el minuto uno y, enigma a enigma, te va llevando por las páginas con más maestría en el entretenimiento que en la técnica. Un viaje adrenalítico en el que se mezcla el terror y el drama y en el que los volantazos inesperados forman parte del juego (si quieres entrar en él).
A Elena Anaya llevábamos sin verla en el cine español desde hace seis años, con la secuela de 'Zipi y Zape', pero su retorno tras el periplo hollywoodiense es más que celebrable: lejos de creer que al ser un film de género puede relajarse, ofrece una interpretación fabulosa sin dejarse nada en el tintero. Junto a ella, el resto del reparto (que no destaca) parece crecer, haciendo especial hincapié en Eva Tennear, la niña que se lleva los mejores minutos de la cinta y que debuta en el cine por todo lo alto.
Álex de la Iglesia y Carolina Bang producen la película (a la que en la web de Pookepsie Films aún se refieren como 'La casa de la tiza') y tiene su impronta por todo el metraje, tanto para lo bueno (la originalidad, el suspense, ser totalmente fiel a sus intenciones durante todo el metraje) como para lo malo (ese final, algunas sobreexplicaciones que se dan por el camino). Tuvieran más o menos implicación en la cinta, lo cierto es que se nota que Tatay pretende ser una nueva voz del cine español que tiene mano firme para narrar sin dárselas de autor, y que en su manga esconde muchas cosas por contar.
¿Quién puede gritar a un niño?
'Jaula' es la demostración perfecta de cómo hacer más con menos o fabricar limonada si tienes limones. A veces peca de demasiado oscura, y la mezcla de sonido no es la mejor, pero también es fácil intuir que el presupuesto con el que ha contado no es precisamente el de 'Expediente Warren'. La película de Tatay lo tiene todo para tenerte en vilo durante casi dos horas en las que no aburre nunca, incluso si sientes que los giros son un poco mentirosos o que el final se sobreexplica demasiado.
Pudiendo ser una peli de tarde venida a más, 'Jaula' decide escarbar vericuetos imposibles, mirar a lo desconocido y sacar cine de suspense por encima del drama vital. Y solo por ese atrevimiento ya merecería la pena, pero es que además está repleta de sorpresas, una dirección sólida, un guion destinado a no aburrir y dos actuaciones protagonistas soberbias. Si no triunfó en cine, ojalá ahora tenga la oportunidad que se le negó.
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