No todo lo que sucede en una película tiene que ser del agrado del espectador para que el global sea de lo más disfrutable. En ocasiones, enfrentarse a aquello que resulta menos agradable o incluso llegue a ser deplorable puede ser sano para lidiar con las contradicciones de uno mismo. O cómo se puede disfrutar de algo que, en el fondo, está en contra de lo que defiendes.
Encontrar concordancia ideológica con los autores de las películas es confortante para el propio ego, pero un motivo algo pobre para escoger ver algo al igual que tener un interés previo en el género o tema abordados. Sobre todo porque a veces las propias posturas de los autores pueden llegar a ser algo indefinidas, y está en manos del espectador interpretar lo que se le proyecta. Aunque películas como 'Hasta el último hombre' ('Hacksaw Ridge') ofrecen menos espacio a la ambigüedad.
Defensa férrea
Mel Gibson regresó a la dirección con un drama bélico imponente, salvaje y con intenciones muy marcadas. Con un notable Andrew Garfield dando vida a una figura real curiosa, con poderosas contradicciones en su proceder, este film de la Segunda Guerra Mundial ofrece una de las experiencias más intensas del género en la última década. Si te apetece verla hoy, la tienes disponible en el catálogo de Netflix y también a través de Amazon Prime Video.
Garfield da vida a Desmond Doss, el primer objetor de conciencia en el ejército estadounidense, que se encontraba metido en la Segunda Guerra Mundial. Doss era un médico militar que rechazaba empuñar un arma en el combate, lo que le granjeaba problemas con los altos mandos. Finalmente fue destinado a Okinawa como miembro sanitario de la infantería, donde trató de servir a sus compañeros mientras se mantenía fiel a sus convicciones.
Gibson aborda totalmente el relato de Doss como una historia de resistencia. De resistencia a abusos, y de que se quebranten de unos valores férreos. Una ética claramente tintada por la visión conservadora y hasta ultraortodoxa de Gibson, plasmada previamente en su filmografía previa, y que en la primera hora es defendida en un tono casi hortera por sensiblón y por trazo grueso.
'Hasta el último hombre', cine bélico sucio y musculoso
Extrañamente funciona, porque el Gibson director controla bien estos arranques ideológicos en forma de drama consistente. Uno que ofrece una base que luego hará más potente emocionalmente el tramo donde el cineasta saca de sí su verdadero ser: un tramo explosivo y de urgente supervivencia donde lo que llama no son los tiroteos sino el riguroso proceso que sigue su protagonista para lograr su objetivo.
Esa segunda hora, entrando de lleno en la mugre del conflicto, recoge las mejores partes de su cine y crea una experiencia cargada de éxtasis, que justifica que sea una de las películas bélicas más destacadas de la última década. Por mucho que haya cosas que no pasen prueba del algodón, Mel Gibson consigue ganar a través de un músculo impecable e impresionante.
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