Puede que una de las proyecciones de las últimas ediciones del Festival de Sitges que recuerdo con más cariño sea la de 'Upgrade'. Fue una de esas sesiones que convirtieron la sala en una auténtica fiesta gracias a una combinación de acción de primera, violencia explícita, ciencia ficción y comedia autoconsciente que se tradujo en un más que merecido Gran Premio del Público.
Cyberpunk 101
Un Leigh Whannell desatado haciendo doblete como director y guionista tras su debut en la estimable —sin más— 'Insidious: Capítulo 3' nos brindó un espectáculo visualmente arrollador que anticipó lo que estaría por venir en 'El hombre invisible' y que salpimenta su ajustado metraje de poco más de hora y media con unas set pieces sorprendentes para una producción con un presupuesto inferior a los 5 millones de dólares.
El buen hacer de Whannell tras las cámaras, apoyado por la dirección de fotografía de su DOP de cabecera Stefan Duscio está un peldaño por encima de su labor como escriba, limitada por la sencillez de una divertida propuesta que explota las bases de las historias cyberpunk con aumentos corporales en una trama algo manida, pero que da una vuelta de tuerca al género aproximándolo al cine de superhéroes y al thriller de venganza.
Por desgracia, y pese a contar con una notable interpretación de un Logan Marshall-Green —conocido como "el otro Tom Hardy"— que presume de control corporal en cada una de sus escenas, 'Upgrade' no pegó con demasiada fuerza en taquilla, en parte debido a una estrategia de distribución bastante deficiente; cosechando 16,7 millones de dólares en todo el mundo a su paso por salas de cine.
Si quieres comprobar si mis loas son ciertas, tendrás que darte prisa, porque el 1 de diciembre 'Upgrade' abandonará el catálogo de Netflix.
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