El mundo interior de una niña en contacto con el cine y los monstruos se vuelve uno de los retratos políticos más esenciales
Observar la infancia desde la perspectiva más naturalista y sugerente, alejada de convencionalismos de la trama, se ha vuelto una constante en el cine español reciente. Nuevas generaciones están retomando un arte que se plasmó mejor que nunca en nuestro país allá por el año 1973, en una obra que buscaba los rincones y los símbolos necesarios para transmitir un mensaje en medio de un contexto de represión.
Los cineastas españoles durante el franquismo tuvieron que jugar mucho con el "a buen entendedor" porque la censura imperante no daba espacio para más, algo que vemos también en el cine actual en países como Irán. Víctor Erice tuvo que hacer múltiples reescrituras para eliminar elementos explícitos y se tuvo que valer de la mirada infantil, pero consiguió hacer un relato absolutamente esencial con 'El espíritu de la colmena'.
Un Frankenstein viene a verme
Se ha dicho mil veces, pero vale la pena repetir que aquí estamos ante una de las mejores películas de la historia del cine español, y probablemente del mundo por su capacidad de conmover hasta gente que desconoce el contexto de posguerra que Víctor Erice trata de retratar. Una maravilla que se puede ver en plataformas de suscripción como Netflix, MovistarPlus+ o FlixOlé.
'El espíritu de la colmena' fue incluida en la famosa lista de las 250 mejores películas de la historia según una encuesta de Sight & Sound (esa donde la número 1 es 'Jeanne Dielman'); 1.639 críticos y expertos de todo el mundo votaron la obra de Erice y quedó situada en el puesto 85, coronándose como la mejor película de la historia del cine español.
Una prodigiosa Ana Torrent interpreta a la niña protagonista, que se queda impresionada cuando llega el cine a su pequeño pueblo de Castilla de los años cuarenta. Va con su hermana a la proyección y ahí se queda impactada viendo 'El doctor Frankenstein' y al monstruo, y desde entonces estará convencida de que hay un monstruo o fantasma pululando en el ambiente.
El contexto de posguerra en el que se produce la historia hace muy fácil deducir a qué se refiere con esos fantasmas que pululan en el ambiente, y también quién representa ese monstruo de Frankenstein con el que se obsesiona la protagonista. Esa y muchas otras referencias son los trazos con los que Erice trata de reflejar las heridas de un país tras el conflicto y la instauración de la dictadura.
'El espíritu de la colmena', fantástica alegoría
Para poder esquivar los hachazos severos a su película, que ya opera en unos muy justos pero agradecidos 94 minutos, Erice se vale completamente de la perspectiva cargada de inocencia de su protagonista, creando complicidad con la propia Torrent que hace una de las mejores interpretaciones infantiles que uno puede recordar. Es su viaje de descubrimiento el que permite que esta historia de falsos fantasmas sea un film político. Uno muy emocional.
La dirección de actores es excelente, destacando también (como siempre) Fernando Fernán Gómez, y también lo es su narración ambiciosa que conjuga fantasía y costumbrismo, permitiendo que la alegoría respire sin que dejemos de sentir que vemos a personas auténticas. La fotografía de Luís Cuadrado crea el aura perfecta para una película que sigue siendo gratificante de descifrar y explorar, incluso más de 50 años después de su estreno.
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