Un año después de arrasar en cines acaba de llegar en Netflix la última maravilla de Hayao Miyazaki y de Studio Ghibli

El genio de la animación mira al pasado y reflexiona sobre su legado en una fantástica aventura

Es siempre tentador pensar en cómo piensan determinadas leyendas del cine sobre su propio legado en el arte, y por eso buscamos a veces ver esas reflexiones colándose en su propio arte. Puede ser todo un ejercicio de futilidad, pero sí que se puede apreciar cierto hambre en directores conscientes de que su tiempo en la tierra ya está cerca de terminarse y ellos tienen todavía historias por contar.

Roza casi la exageración en el caso de Hayao Miyazaki, que no para de sumar jubilaciones de las que luego se desdice, evitando constantemente dejar una película en el tintero aunque no para de firmar trabajos que se sienten personales y casi como testamentos cinematográficos, alcanzando un nuevo nivel de excelencia con ‘El chico y la garza’.

Una alianza de altos vuelos

Su última joya fue todo un triunfo hace un año en su estreno, conquistando taquillas en todo el mundo y posteriormente ganando el Oscar en la categoría de mejor cinta animada por encima de los gigantes de Pixar y Spider-Man. Cierto es que Studio Ghibli es una institución en sí misma, pero Miyazaki vuelve a desafiar lo que son capaces de explorar en una ambiciosa fantasía que ya se puede ver en streaming a través de Netflix.

El joven Mahito tiene problemas para adaptarse a una nueva realidad, con su padre llevándole a una nueva casa y presentándole a su nueva madre, después de perder a la suya en un trágico incendio. Con tendencias violentas, el adolescente empieza a obsesionarse con una misteriosa y siniestra ave que le visita constantemente, y se volverá una inesperada aliada cuando deba entrar en territorio desconocido para salvar a su madrastra.

Miyazaki consigue películas muy fluidas y consistentes a pesar de sus tendencias a la abstracción narrativa y también visual, dejando a veces demasiado espacio a la interpretación para una película que posiblemente vean niños. Pero muestra su confianza en el espectador y en su propia habilidad como cineasta, dejando que la aventura sea algo que se comunique de manera diferente y particular con cada espectador.

‘El chico y la garza’: la vida y la muerte según Miyazaki

Es por ello que muchas lecturas de la misma se centran en si Miyazaki se está proyectando en el joven protagonista, dado su trauma de juventud que podría conectar con el trauma de la Segunda Guerra Mundial, o en un anciano personaje que se obsesiona por un legado que empieza a deteriorarse y necesita de alguien que lo reconstruya. Es posible que haya puesto partes de sí mismo en ambos, y también en un interesante mundo donde el tiempo y la vida y la muerte se pliegan.

Para muchos, esta película puede ser una mera colección de hits del pasado por parte de su autor, pero cada avance que hace ‘El chico y la garza’ revela nuevas ideas, una interesante relación con la mortalidad que se siente muy genuina dada la avanzada edad que posee. Esa perspectiva le permite dar nuevos matices a una obra todavía esencial e inmaculada, con esta sobresaliente película que sumar a la colección.

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